Tensión y violencia en huelga general de Brasil

Los incidentes se registraron como consecuencia del rechazo popular a la reforma laboral y del sistema jubilatorio impuesto por Michel Temer

La primera huelga general en las últimas dos décadas paralizó a Brasil. Hubo focos de violencia en las calles de Río de Janeiro, donde la gente se manifestó en rechazo a las propuestas de reforma laboral y del sistema jubilatorio que el gobierno del presidente Michel Temer, de escasa popularidad, pretende imponer.

Según la Central Única de Trabajadores (CUT), no se llevaba a cabo una medida de estas características en el país desde junio de 1996, cuando se marchó contra las privatizaciones y la flexibilización de los derechos laborales promovidas por el socialdemócrata de Fernando Henrique Cardoso.

Actualmente, ambas iniciativas están en votación en el Congreso y  forman parte del programa para “enderezar las cuentas y sacar a Brasil de la peor recesión de su historia”. Según datos oficiales, el desempleo en la mayor economía latinoamericana alcanzó un nuevo nivel récord de 13,7%, con 14,2 millones de personas en busca de trabajo.

Causas del descontento

Las propuestas más polémicas que pretende concretar Temer son la extensión del tiempo de cotización y la elevación de la edad mínima jubilatoria a 65 años, en un país en el que el promedio de retiro es a los 54.

Desde la destitución de Dilma Rousseff, esta y otras medidas de ajuste económico buscan reactivar la economía, según el gobierno. Sin embargo, los críticos argumentan que mediante estas reformas los empleadores podrán forzar a sus empleados a firmar contratos onerosos para aumentar la cantidad de días laborables o la duración de las jornadas, entre otras consecuencias.

Las protestas

A primera hora de ayer, las carreteras de San Pablo fueron bloqueadas por la quema de neumáticos: en el centro de la ciudad, hubo 16 detenidos por cortar la estratégica avenida São João, en medio de una represión policial que había sido anunciada por el gobernador Geraldo Alckmin, un aliado de Temer y precandidato presidencial.

La falta de trenes, metros y autobuses paralizó a la mayor ciudad del país y otras 24 capitales de estados, generando un completo caos. 

Al comienzo de la tarde, cuando estaban convocadas las principales marchas, el centro de Río se convirtió en un campo de batalla mientras los agentes dispersaron con gases lacrimógenos a unos 2.000 manifestantes frente a la Asamblea Legislativa.

Los enfrentamientos se prolongaban al caer la noche en torno a la plaza Cinelandia, rodeada por policías del cuerpo antimotines.