“Este Sugar es mucho más espectacular que el que hacíamos nosotros en la década de los 80”

Arturo Puig protagonizó la obra original y ahora disfruta dirigiendo la exitosa reversión encabezada por Griselda Siciliani. Además, reveló que por ahora no volverá a la televisión ni al cine: “Esa vorágine es para gente más joven”

El 10 de noviembre de 1986 Arturo Puig, Ricardo Darín y Susana Giménez se subían a las tablas del teatro Lola Membrives para darle rienda suelta a Sugar. Poco más de treinta años después, la obra volvió a la sala con un elenco renovado, aunque con algunas caras conocidas manejando los hilos.

Tanto Puig como Susana volvieron a encontrarse con la remake de la obra que se estrenó el pasado 14 de abril. Esta vez, ocuparon roles detrás de bambalinas: él como director y ella como productora.

Sugar es el claro ejemplo de los nuevos caminos que ha tomado la carrera de Arturo Puig, quien está cada vez más vinculado al detrás de escena y su carrera actoral ha quedado un poco relegada. De hecho, confiesa que, aunque le gustaría filmar para televisión o cine, los tiempos 

que le demandaría hacerlo resultan incompatibles con sus trabajos teatrales. No solamente dirige la obra protagonizada por Griselda Siciliani, Federico D’Elía y Nicolás Cabré, sino que también está actuando en  Nuestras mujeres junto a Jorge Marrale y Guillermo Francella.

En diálogo con diario Hoy, Arturo Puig habló de una de las obras del momento y de cómo es su actualidad laboral.

—¿Qué diferencias hay entre la versión de Sugar que protagonizaste y la que dirigís?

—En aquel momento la escenografía reinante era simple, no tenía la impronta de la estética actual. Susana brillaba porque tiene un ángel increíble e impresionante, y Ricardo Darín y yo estábamos en un momento en que el teatro y la televisión atravesaban un gran pasar. De esta forma, participamos de una excelente experiencia. Durante Sugar, los tres nos llevamos muy bien, nos conocemos y queremos muchísimo. La producción estuvo en manos de profesionales norteamericanos que desembarcaron en el país. El coreógrafo, llamado Rock Barrow, era maravilloso, durante meses, por largas horas, nos brindó clases de tap para lograr aquella coreografía que fue magnífica. 

En la versión actual quise darle mucha importancia a los números musicales. Por ejemplo, Griselda Siciliani canta y baila a la par de todo el staff de bailarines, la escenografía de Alberto Negrín es imponente, como también el vestuario a cargo de Renata Schussheim. En resumen, este Sugar es mucho más espectacular que el que hacíamos nosotros en la década de los ochenta. 

—¿Cómo se te ocurrió convocar a Griselda Siciliani, Nicolás Cabré y Federico D’Elía?

—Fue un consenso que tuvimos con Gustavo Yankelevich. Durante un encuentro, él insistió con Griselda Siciliani, que como canta y baila, podía ser la protagonista femenina. Después trabajé junto a Nicolás Cabré en El quilombero, donde lo vi muy gracioso y con una chispa cómica maravillosa. Además, posee una agilidad y una flexibilidad que pocas veces he visto, por lo que pensamos que se iba a adaptar muy bien a los bailes. Por último, a Federico D’Elía lo dirigí en Le prenom. Viéndolo actuar, nos pareció acertado para su personaje que es más “galanezco”, también baila y canta a la perfección.

—¿De quién fue la idea de hacer la reversión?

—De Yankelevich, quien aportó una inversión impresionante. Estamos hablando de veinte bailarines en escena, más ocho actores, sumado a toda la gente que trabaja detrás de bambalinas. Una puesta de tales dimensiones en los tiempos que corren es digna de sacarse el sombrero. Hacemos un gran éxito y cuando el público ve un espectáculo de calidad, asiste a él y por eso tenemos todas las funciones repletas.

—¿Cómo se dio la transición de actor a director?

—Sucedió hace exactamente cuatro años, cuando dirigí una obra. En un principio fue un ofrecimiento que me hizo Gustavo, con quien además trabajé muchísimo en televisión y me propuso la dirección de Le prenom. De esta manera, los dos dimos nuestros primeros pasos, en su caso se inició como productor teatral y yo en el teatro de prosa.

Nos fue muy bien en las taquillas, en la asistencia perfecta del público en cada función y en las críticas de los especialistas. Además, gracias a esta pieza recibí el ACE como Mejor director. Después dirigí Lluvia de plata, El quilombero y Piel de Judas con Susana Giménez.

—¿Qué podés contarnos del regreso de Susana a las tablas?

—Gustavo tenía ganas de que Susana regresara a los escenarios teatrales. La razón fundamental fue que ella se merecía que el público la viera en vivo, además hacía muchísimos años que no actuaba sobre las tablas. De esta manera, buscamos una pieza teatral que le fuera muy bien, se la ofrecimos y finalmente aceptó. Fue un placer dirigirla en Piel de Judas.

—Ahora que estás en Sugar, Selva Alemán, tu pareja, está dando sus primeros pasos en la dirección de Le prenom, ¿cómo se dio esto?

—Selva colaboró muchísimo en la dirección de Le prenom y la nueva versión, que está de gira nacional, es dirigida por ella. Tuve la oportunidad de ver una de las funciones y me parece que está fantástica. 

—¿Comparten el trabajo?

—Lo que hacemos en común es muy bueno. Nos cuidamos mucho, nos consultamos y nos llevamos bien cuando trabajamos juntos.

—¿Qué posibilidades hay de que hagas cine o televisión?

—Por ahora solo estoy sumergido en el universo del teatro. Con respecto al cine aún no tengo ninguna propuesta. Cuando surja algo que me interese, por supuesto que lo haré, porque me gusta mucho filmar, y lo mismo sucede con respecto a la televisión. 

De todas formas, debo admitir que trabajando tanto en teatro, no sé si me permitiría llevar a cabo otra cosa. Hoy en día formar parte de un programa televisivo significa levantarse muy temprano y grabar hasta altas horas. Considero que quizás esa vorágine es para gente más joven que uno.

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