Día Internacional de la Mujer
La ciencia, contada por mujeres
Egresadas de la Universidad Nacional de La Plata se casaron y fueron madres al mismo tiempo que lograron construir una reconocida trayectoria en disciplinas como Ingeniería, Geología y Medicina
Pioneras en cada una de sus profesiones, Noemí Zaritzky, ingeniera química, Patricia Arnera, ingeniera electricista, Silvia Ametrano, directora del Museo de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), y Marita Marini, médica pediatra, lograron derribar los prejuicios sexistas y destacarse en actividades históricamente reservadas a hombres. Sus historias, en diálogo exclusivo con diario Hoy.
Noemí Zaritzky (Ingeniera química)
En el año 2015, se convirtió en la primera mujer en 52 años en recibir el prestigioso Premio Fundación Bunge y Born. “Fui la primera no solo en Ingeniería, sino en todas las ramas de la ciencia”, aclaró a este diario Noemí Zaritzky, orgullosa de ese galardón, al cual le siguieron el Premio Houssay en Ingeniería, Arquitectura e Informática y el de Investigador de la Nación Argentina.
Esos reconocimientos celebraron la trayectoria de casi medio siglo de esta investigadora que, con solo 20 años, en 1971 egresó como ingeniera química de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), en una época en la que solo “tres alumnas cada 63 estudiantes” cursaban la carrera. Hoy, ya como profesora titular de la facultad de 1 y 47, aseguró que “el porcentaje de mujeres que estudia Ingeniera Química creció muchísimo y es casi mayor que el de varones”.
Investigadora superior del Conicet, profesora emérita de la UNLP, directora hasta el año pasado del Centro de Investigación y Desarrollo en Criotecnología de Alimentos (Cidca), con 150 investigadores a cargo, y miembro de las academias nacional y provincial de Ingeniería (donde durante varios años fue la única mujer), sus aportes van desde haber logrado soluciones para la generación de alimentos más saludables hasta la eliminación de tóxicos como el arsénico del agua.
Pero, al mismo tiempo que emprendía esa carrera brillante, Zaritzky pudo construir una familia con un compañero de facultad que la acompaña desde hace casi medio siglo: el ingeniero químico Mario Ghener, con quien se casó un año después de recibirse. Fruto de ese amor, tuvieron tres hijos que les dieron cuatro nietos.
Silvia Ametrano (Directora del Museo de la Universidad Nacional de La Plata)
A los ocho años, cuando con su familia se mudó desde Rauch, en el centro de la Provincia de Buenos Aires, a La Plata, Silvia Ametrano visitó el Museo local y por primera vez sus ojos de niña se deslumbraron ante esa imponencia arquitectónica: “Mis padres amaban y respetaban el mundo natural. Esa fascinación me la transmitieron a mí. Por eso, cuando llegamos a la ciudad, inmediatamente fuimos al Bosque y quedé fascinada”.
De ahí que cuando tuvo que elegir una carrera universitaria no lo dudó: Licenciatura en Geología, en la Facultad de Ciencias Naturales de la UNLP, de donde egresó en 1973. Entonces comenzó otra etapa de “fascinación” con el Museo y llegó a su punto cúlmine cuando el 1º de mayo de 2001 (un Día del Trabajador que, aseguró, no olvidará) se convirtió en la primera mujer -en 123 años- en ser designada directora de ese monumento histórico nacional, con más de 3,5 millones de objetos en exhibición y que anualmente recibe a más de 70.000 personas.
Desde aquel momento, sus días “son más ajetreados, porque estamos en un centro de investigación científica en el que recibimos visitantes todo el tiempo, dialogamos con la comunidad y somos evaluados permanentemente”, afirmó.
A la hora de analizar el rol de la mujer en el mundo de los museos, Ametrano destacó que en el edificio de la UNLP unas 600 personas velan por el cuidado de los enormes restos fósiles y que, de ellas, “un 65% es personal femenino”.
Para la investigadora, ese porcentaje se explica por el “rol pedagógico que históricamente nos ha asignado la sociedad. Es decir, nunca fuimos cuestionadas para ser maestras”.
Sin embargo, también enmarcó esta conceptualización dentro de una tendencia general en la que la inserción de la mujer en la ciencia ha crecido “y la Geología, que antes estaba reservada a la fuerza física de los hombres, ha acompañado ese proceso”.
Patricia Arnera (Ingeniera electricista)
De entre los casi 50 miembros que integran la Academia de la Ingeniería de la Provincia de Buenos Aires, solo dos son mujeres: Noemí Zaritzky y Patricia Arnera.
Aunque es en Ingeniería Eléctrica donde la presencia femenina es excepcional, según aseguró Arnera, quien se sorprendió de que hoy, en quinto año, haya “tres mujeres finalizando la carrera. En mis recuerdos, nunca se había dado una situación así. Lentamente, esto demuestra que cada vez más las mujeres se acercan a carreras que no son tan tradicionales o que no son tan conocidas”.
Para la directora del Instituto de Investigaciones Tecnológicas para Redes y Equipos Eléctricos de la Universidad Nacional de La Plata (Iitree-LAT), el escenario actual es muy distinto al de sus tiempos de estudiante hace cuatro décadas, cuando “algunos profesores se sorprendían de que una mujer se formara como ingeniera electricista y tal vez hacían comentarios machistas”.
No obstante, nada la desvió de su camino. “Desde el primer día, la carrera me conquistó”, explicó Arnera, a quien también la conquistó un compañero universitario con el que tuvo dos hijos. Juntos, se graduaron en 1981 como ingenieros electricistas, una profesión “en contacto permanente con la sociedad, aseguró la experta. Si nos ponemos a pensar en todo lo que tenemos hoy como desarrollo tecnológico, buena parte se debe a que cuenta con energía eléctrica. Más aun en la actualidad, cuando los cortes de luz son tan frecuentes, nos damos cuenta de cuánto dependemos de la electricidad”.
Marita Marini (Médica pediatra)
Cuando transitaba el último año en la Facultad de Ciencias Médicas de la UNLP, de la que egresó en 1978, Marita Marini decidió que quería ser pediatra. “Cursando la cátedra vi morir a un niño por una enfermedad que se prevenía con una vacuna. Entonces, tomé ese hecho como bandera, porque yo, que había ingresado a la carrera preocupada por evitar todo lo que pudiera ser evitable, en ese momento sentí que asistía al fracaso de la Medicina”, le aseguró a nuestro medio.
Desde entonces, con “dedicación, compromiso y vocación de servicio busqué devolverle a la sociedad lo que ella me dio a mí”, en casi cuatro décadas de profesión.
Hace exactamente un año, la gobernadora de la Provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, la distinguió por su extensa trayectoria, que incluye haber sido la primera mujer tanto en dirigir el Hospital Noel H. Sbarra (ex Casa Cuna, donde estuvo al mando entre 2002 y 2016) como en ejercer la titularidad de la Cátedra B de Pediatría, en una disciplina en la que, “si bien se ha feminizado, todavía cuesta llegar a cargos jerárquicos”.
Casada con un cardiólogo, con quien tuvo dos hijas (también médicas), Marini se definió como “la hiperquinética de la familia, un poco porque estoy entre chicos y no me puedo quedar quieta; otro tanto porque nos llaman a cualquier hora. Por suerte, mi esposo y mis hijas han tenido paciencia. Uno también es lo que es porque tiene alguien que lo acompaña”.
Incansable, la doctora advirtió que se morirá “siendo pediatra. Estar con los alumnos y los pacientes para mí es lo más. No podría jubilarme de esta profesión, que se emparenta tanto con el rol maternal en su visión integral del niño y que me permite contribuir a lograr una infancia más feliz”.