Narcotráfico en las villas: cómo se trabajan las causas

Una abogada experta en delitos relacionados con las drogas develó detalles de los allanamientos y distintas problemáticas operativas de las fuerzas de seguridad. Además, analizó el fenómeno de los “ajustes de cuentas”

Macarena Curia  es abogada penalista. Trabaja con más de 30 causas ligadas al narcotráfico, gran parte de ellas originadas en la Villa 31 porteña. Por sus labores, conoce muy bien los barrios más castigados de la Provincia, los cuales recorre regularmente siguiendo los detalles de los casos a los que está abocada. Destaca que son zonas olvidadas, en las que muchos vecinos ajenos al delito terminan afectados no solo por la delincuencia, sino también por las fallas operativas del Estado.

La letrada destaca que un alto porcentaje de la gente que hoy reside en asentamientos proviene de países vecinos, sobre todo de Paraguay y, en menor medida, de Perú. “Las causas en las que trabajo son mayoritariamente de venta de droga al menudeo. Muchas de estas terminan ligadas con algún homicidio. Es muy frecuente que los adictos, vulgarmente llamados fisuras, en su jerga, marquen con su accionar el camino a la Policía para realizar investigaciones y así poder llegar al vendedor”, explicó. En ese marco, destacó que estos adictos no suelen ser delatores, pero que con su hábito de ir en busca de dosis de droga terminan dando indicios a las fuerzas de seguridad.

“La cosa no termina al dar con el vendedor, ya que este nunca es el líder máximo de la cadena, sino simplemente un eslabón. Aunque esta persona es quien termina siendo escarmentada”, comentó. En semejante universo, Curia explicó que proliferan los homicidios o “ajustes de cuentas” y allí es donde entran en juego los sicarios: “Si una persona, por ejemplo, se queda con tres kilos de droga, el jefe de la organización termina resolviendo la cuestión empleando un sicario. A veces pide que quien lo traicionó simplemente sufra, y otras, directamente quiere su cabeza”.

Los procedimientos policiales 

Según su visión, el accionar de las fuerzas policiales muchas veces termina perjudicando a gente que nada tiene que ver con los delitos que se investigan. “Se indica, por ejemplo, que se debe allanar cierto domicilio a las 4 de la madrugada en la manzana número 33. Pero confunden un portón celeste con uno blanco y la Policía termina ingresando en un lugar que no era. Además, muchas veces las mismas fuerzas de investigación se llevan cosas de más. Es vergonzoso, pero es así”, relató la abogada.

“No tienen nada a su nombre”

Respecto del accionar de la Justicia, Curia mostró confusión por la falta de entendimiento acerca de cómo operan los integrantes de una banda de narcotráfico. “En esta clase de delitos, cuando procesan a una persona se le decreta un embargo sobre sus bienes. Lo cierto es que son inembargables, porque no tienen nada a su nombre”, indicó, y explicó que los vendedores de drogas, así como los sicarios, guardan el dinero en efectivo en un lugar distinto al sitio donde viven, muchas veces en la casa de un vecino, no en una cuenta bancaria.   

En este marco, Curia destacó que también hay gente que trabaja de manera honrada y que quizá se ve perjudicada por familiares. Por ejemplo, un narcotraficante tiene un primo que, con gran esfuerzo, logró ahorrar $20.000, y en un allanamiento las fuerzas federales se llevan esa plata de rebote, sin registrarla en el acta. 

Cuando ella, como letrada, concurre a los juzgados a reclamar por esos faltantes, no obtiene una respuesta favorable porque esa parte del procedimiento no quedó registrada en el expediente. 

Curia afirmó que se preocupa cada vez que escucha al Gobierno decir que va a hacer cambios en la Policía, y que teme por las irregularidades que suceden en los allanamientos, ya que cuenta que estuvo presente en varios en los que el instructor a cargo ordenó salir a los detenidos a la vereda para que les saquen fotos y luego los hicieron ingresar de nuevo a la casa allanada. “Son montajes para la cámara y los medios”, señaló la letrada. 

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