El platense Rapallini lo llevó a rienda corta, pero no estuvo bien asistido

Gran trabajo del hombre de City Bell, quien se mantuvo siempre cerca de la pelota y de las jugadas. Su asistente no colaboró en una jugada en donde Campuzano debió recibir la tarjeta roja por una grave falta.

En su segundo superclásico oficial, el árbitro platense Fernando Rapallini tuvo un desempeño aceptable, sobre todo porque dirigiró el partido a rienda corta. Estuvo siempre a no más de 15 metros de la pelota, atento en las jugadas friccionadas y los roces, y rápido de reflejos para aplicar la ley de ventaja cuando fue necesario.

Equilibrado para sacar adelante el duelo entre Buffarini y Santos Borré, a Rapallini no le tembló el pulso para advertir primero al defensor de Boca y finalmente amonestarlo por reiteración de faltas, siendo que la primera ya la había cometido en el primer minuto de juego.

Sin dudas en la jugada del gol, cortó cuando lo creyó necesario y aplicó la docencia para hablar con los jugadores cuando el partido se calentó dentro de la cancha, evitando caer en los engaños o exageraciones de algunos futbolistas cuando se dejaban caer ante el mínimo roce.

Si bien existió una entrada dudosa a Enzo Pérez promediando el primer tiempo en el borde del ingreso al área cuando el partido ya estaba a favor de Boca, no tuvo grandes fallos polémicos. No obstante, hubo una fuerte entrada de Campuzano a Carrascal sobre el lateral izquierdo de la defensa de Boca, a metros del asistente, que obligó a Rapallini a apoyarse en su compañero para tomar una decisión. La reiteración y las cámaras terminaron exponiendo el fallo del platense, que sacó tarjeta amarilla para el volante de Boca, quien debió ser expulsado, ya que le pegó un codazo en la zona de la garganta al atacante de River, al que podría haber lesionado seriamente si la inercia de la jugada hubiese sido más violenta.

Con el correr de los minutos mantuvo la misma distancia en las jugadas que en el arranque del partido, siguió la pelota de cerca, nunca se alejó del promedio de entre los 15 y los 20 metros de donde estaba el balón para tener una perspectiva ajustada de lo que estaba ocurriendo.

Otro punto a destacar de la actuación del árbitro platense fue que no se dejó intimidar por los constantes reclamos de jugadores experimentados como Enzo Pérez, Wanchope Ábila o Cardona, quien además de reclamar intentó fabricar faltas en todo momento.

Más allá de la falta de Campuzano, Fernando Rapallini tuvo una aceptable actuación en su segundo superclásico oficial. En este caso, a diferencia del primero que le había tocado dirigir, se jugó en la cancha de Boca, sin hinchas y a puertas cerradas por la pandemia.

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