Entrevista exclusiva

Daniel Hendler: “La película abre universos muy inquietantes”

El talentoso actor y director se suma al elenco de una producción en la que el aspecto sonoro y visual es clave para desarrollar uno de los relatos más atrapantes que el reciente cine nacional haya impulsado.

Este jueves llega a los cines de la Argentina la esperada segunda película de la realizadora Natalia Meta (Muerte en Buenos Aires), El prófugo, que se vio el año pasado en el Festival de Cine Internacional de Berlín y sedujo a los espectadores con su potente propuesta.

La cinta está protagonizada por Érica Rivas, Nahuel Pérez Biscayart y Daniel Hendler, en una participación imprescindible. Hablamos con él para saber más detalles de Leopoldo, su personaje, y el trabajo con Rivas y Meta.

Daniel Hendler es uno de los intérpretes más populares del cine y la televisión local. Con un vasto recorrido en producciones como El abrazo partido, Mi primera boda, Los sonámbulos, Vino para robar, entre otras, y además del teatro y su trabajo como director, el éxito sin precedentes de Graduados, en televisión, lo reafirmaron como una cara conocida para los espectadores.

—¿Cuántas veces cantaste Mujer amante antes de interpretarla en la película?

—Probablemente de adolescente la tarareaba, la estuve canturreando un par de días antes de rodar la escena y la complejidad radicó en que yo no tenía la pista de fondo al momento de cantarla, tuve que hacerlo a cappella, embocando más o menos a los tiempos para que el sonido no esté tan interferido, después le pusieron la pista y hay una coincidencia que quedó más o menos decente, que igual no queda mal en su imperfección porque bordea lo ridículo la escena... Bordea o rebalsa (risas).

—Hace a Leopoldo eso... ¿Cómo llegaste a El prófugo?

—A través de Natalia. Al principio pensé que se trataba de algo más de comedia, mi parte se filmaba en México, justo estaba con una obra de teatro, finalmente se pudieron articular las fechas y resultó ser una película más densa cinematográficamente de lo que yo suponía.

—¿Fue difícil entrar en el universo de la ­película?

—Eso es algo que fuimos descubriendo juntos con Natalia, porque yo creo que ella también fue entendiendo las capas que tenía la película en la medida que empezamos a experimentarlas, nos invitó a todos a esa experimentación, en los ensayos. Es una película que se ensayó bastante y empezaron a aparecer capas, la novela original para otro lado, la película ampliaba la confluencia de géneros o lecturas posibles. Fue paulatino, en el proceso de ensayos, entendiendo que había una complejidad que a primera vista por ahí no era tan evidente.

—¿Es complicado reconectarse con la película después de haberla hecho hace tanto tiempo?

—Esta es la primera entrevista de una serie que voy a dar esta semana, así que es la primera reconexión. La verdad es que tengo bastante presente la experiencia y me parece que es una película con una impronta muy fuerte por lo que es fácil recordar una imagen, una música, e introducirte en ese universo, y tras el paréntesis de la pandemia, en un punto, parece que fue ayer que la hicimos.

—¿Cómo fue la conexión con Érica? Entendiendo que no había que empatizar rápidamente por los personajes…

—Está la empatía o no de los personajes, pero lo que está es la empatía desde lo actoral, que es fundamental o esencial para que las escenas lleguen al punto que tienen que llegar, trabajar con Eri fue bárbaro, ya habíamos trabajado juntos en un corto, en Los sonámbulos de Paula Hernández, y en esta ocasión trabajamos más en profundidad y mi personaje tenía que construirse muy en torno al punto de vista de ella que era el de la película, y creo que lo que hace Érica en esta película es el mejor que hizo, la rompe.

—¿Cómo fue el trabajo con Natalia, la directora?

—Es una persona muy puntillosa, decidida a trabajar hasta conseguir lo que quiere y cuando a veces no sabe lo que quiere trabaja hasta saberlo y da gusto acompañarla porque todo se da en condiciones de trabajo agradables, sabe escuchar, arma lindos equipos, fue un trabajo más intenso de lo que esperaba pero al mismo tiempo más interesante también, y creo que la película abre universos muy inquietantes y esos caminos que abre está trabajado con mucho rigor por parte de Natalia y todos los colaboradores.

—En pandemia pudiste rodar algunas cosas, ¿cómo viviste el paréntesis y ahora la vuelta?

—La incertidumbre no es lo que los actores más disfrutamos porque tenemos que lidiar muchas veces con eso, aproveché para escribir, tuve algunos proyectos que hice por encargo, otros propios, empecé a dirigir una obra por Zoom y ahora presencialmente no lo sufrí, y ahora comienza a abrirse un poco más el mundo de los rodajes, por suerte no lo padecí mucho.

—En pandemia mucha gente descubrió Fase 7, que predijo, en parte, algo de lo que vivimos, ¿qué te pasó con eso? Además, estabas justo rodando con Nicolás Goldbart, su director…

—Sí, fue curioso que Fase 7 la hicimos hace diez años y de alguna manera adivinaba el futuro, en donde plantea su mirada apocalíptica en un género policial y de aventuras, fue curioso eso que pasó. Y fue raro ver en Fase 7 tanto tiempo antes tantos puntos en común con lo que estaba pasando en ese momento.

—¿Con qué te gustaría que se conecte el público?

—En principio creo que cambia mucho la experiencia en la sala que en casa o un televisor, así que en principio estaría buenísimo que los que puedan ir a una sala vayan porque la película se aprecia mejor ahí, el trabajo de sonido e imagen te envuelve y llega mejor en una sala. Lo que para mí vuelve única a la película, lo interesante, es cómo se encarrila en esa frontera entre lo real y lo onírico, todo el tiempo cuestionando esos límites, como esto de Calderón de la Barca, de La vida es sueño, todo el tiempo se plantea qué es lo real y qué lo imaginario, y todo el tiempo propone giros incómodos que cuando finalmente creés que estás entendiendo otra vez la película te replantea ese borde, y espero que quienes vean la película puedan viajar por esos lares.

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