El área experimental del Teatro Argentino presentará una obra africana

Se trata de More, more, more… future, del coreógrafo Faustin Linyekula, que esta noche inaugurará la temporada

En el año 2009 se abrió el centro de Creación y Experimentación Contemporánea del Teatro Argentino (Tacec), mediante el cual la entidad comenzó a trabajar con diferentes disciplinas como la ópera, las artes visuales y distintas performances. En este sentido, el objetivo del área no era simplemente oficiar de vínculo entre las obras y las salas del edificio de 53 y 9, sino que surgió como una pata productiva más para crear y proponer nuevos espectáculos.

Así lo sostiene Cynthia Edul, la responsable del espacio de la Tacec, quien en diálogo con diario Hoy se refirió a la obra More, more, more… future, del coreógrafo congoleño Faustin Linyekula. Esta noche, el africano y su grupo Kabakó se presentarán por primera vez en el país a las 21, en la inauguración de una nueva temporada del área que coordina Edul.

—¿Qué tareas realiza la Tacec?

—Funciona como casa productora, es decir que nosotros comisionamos creaciones propias. Es importante resaltar que no trabajamos con proyectos previos sino que convocamos a los artistas para que elaboren e intervengan a partir de ciertos objetos, ideas, discusiones y otros cruces interdisciplinarios. Nosotros junto con el artista creamos el proyecto para que se haga en nuestro espacio, siendo muy distinto a lo que sucede cuando las salas reciben propuestas y luego comienzan a intervenirlas. 

—¿Qué es lo que se logra formando parte del proceso creativo?

—Como somos una casa de producción se genera una creación constante de lenguajes. Esto es importante destacarlo, porque es fundamental a la hora de pensar el arte. Por ejemplo, en 2016 creamos una serie de trabajos que ahora estarán en el San Martín y otros en el Cervantes. De esta manera, desde acá se generaron estos contenidos que luego se reproducen y generan discusiones e intereses. Esta diferencia para mí es muy importante.

—¿Cuál es tu forma de trabajo?

—A la hora de trabajar tengo dos tendencias que traigo desde antes de formar parte del área. Una tiene que ver con preguntar qué significa representar, que muchas veces está más relacionado con mostrar una determinada realidad que con el hecho de preguntarla. Me interesa cuestionar esos parámetros dentro de todas las experiencias y a la vez generar un cruce interdisciplinario. Entonces creo que los trabajos más interesantes que surgieron en el presente tienen que ver con la combinación de los artistas, con que haya muchas voces. Mi preocupación está centrada en que el arte pregunte, pregunte y pregunte sobre la realidad.

—¿Cómo se planifica la temporada?

—Se arma con un año de anticipación, a veces tiene que ver con trabajar con ciertos artistas o tópicos, como la novela contemporánea. Este año serán Las chanchas, entonces se habla con el autor o los referentes y así comienza el trabajo para el año siguiente. Para mí es importante siempre volver a trabajar con artistas de nuestra casa y así profundizar diferentes recorridos y rupturas. 

—¿Por qué elegiste la obra de Faustin para la inauguración?

—En 2013, durante un festival en Zúrich del cual fui jurado, la vi y me fascinó. Faustin es un artista congoleño cuyas producciones tratan sobre el folclore de su país desde un lenguaje moderno. Está comprometido con la política y trabaja sobre la huella de la tragedia en los cuerpos, no es una mera puesta en escena. Esta obra cuestiona el estatuto del cuerpo en catástrofes, contextos de conflictos bélicos, políticos y sociales extremos. Una de las cosas que dice es que hay que ser feliz aún en la peor tragedia, porque si no te termina ganando eso. Solo hay que generar alegría.

Pensé que su obra comulga con algunos aspectos de la sociedad argentina, a grandes rasgos, con nuestras problemáticas e historias y en cómo nos acercamos al arte.

—¿Cómo se contactan con los artistas invitados?

—Siempre se inicia con diálogos previos y se piensan los proyectos a futuro. Estos pueden ser viables o no. Me interesan mucho los diálogos, los encuentros y el contacto con el otro. Además, es muy importante el nivel de enamoramiento que tenga el artista con el objeto que está investigando, tratando o creando, porque todo lo demás va creciendo desde ese núcleo. Hay que trabajar mucho el corazón de las cosas y la idea de cada proyecto. 

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