ENTREVISTA EXCLUSIVA

Fernanda Bianchi: “Nos falta realzar el talento argentino”

Durante una entrevista íntima con este multimedio, la excelsa bailarina de ballet recorrió su vasta trayectoria en suelo nacional.

Nacida en La Plata, Fernanda Bianchi se formó como bailarina desde su ­primera juventud. En una entrevista con este multimedio, recorrió su vasta trayectoria como primera figura en los escenarios nacionales.

—¿Bajo qué circunstancias te adentraste en el arte?

—Cuando era pequeña, vi en un programa televisivo a una bailarina maravillosa, que era Maya Plisetskaya. Allí surge el pedido a mi madre para que me inscriba en la Escuela de Danzas Clásicas de La Plata... El ingreso fue muy difícil y muy exigente.

—¿Cómo describirías tu recorrido?

—El ballet exige una enorme dedicación y concentración, en ocasiones hay que renunciar a otras actividades o distracciones. Ingresé al cuerpo estable a los catorce años, mientras terminaba el colegio secundario y la escuela de danzas. Bajo la dirección de Esmeralda Agoglia, he realizado roles de ­primera bailarina en coreografías de autores extranjeros y argentinos, como el maestro Oscar Aráiz. Realicé los roles en Don Quijote de Zarco Previl, Carmen, el estreno de ­Adagietto, Cantares, Magnificat, inaugurado con orquesta y coro, las torres de la Catedral y casi todo el repertorio clásico en los roles principales, incluidas todas las obras del Maestro Aráiz. He compartido escenarios con grandes bailarines argentinos, como Maximiliano Guerra, Iñaky Urlezaga, Luis ­Ortigoza y Raúl Candal; y también con artistas extranjeros. Me retiré con alegría sabiendo que pude ejercer mi vocación y consiguiendo grandes compañeros a través de los años de carrera.

—¿Qué opinión te merece la escena actual?

—Lamentablemente, a raíz de la pandemia del coronavirus, las actividades artísticas se han visto muy perjudicadas de por sí. Aunque sabemos que el arte en general necesita el apoyo del gobierno de turno, sea cual fuere.

—¿Qué fortalezas y debilidades encontraste en este camino?

—En esta carrera se necesita mucha fortaleza interior, mucha disciplina; y aunque estés con ampollas en los pies o con mucho cansancio físico, uno se olvida de todo cuando se trata de hacer lo que realmente le apasiona. Respecto a las debilidades, realmente no encuentro, quizá porque para mí realmente fue muy placentero.

—¿Cómo pensás a la actualidad de la danza en Argentina?

—Hubo y hay grandes bailarines, no solo en los grandes teatros, creo que hay muchos artistas y coreógrafos en todo el país. Nos falta realzar el talento argentino, no solo cuando brillan en el exterior. Existen compañías independientes muy buenas. Según mi criterio, nos está faltando que se apoye a la cultura, que se fomente. Con respecto a los valores, en esta actividad se generan ­amigos, camaradería; lo que hace que hoy en día se compartan experiencias que ­enriquecen al alma. De hecho, hoy en día nos juntamos con muchos compañeros y siempre salen anécdotas, risas y buenos momentos. Si hay algo que me gusta hacer es aprender coreografías y volcarla a los ­bailarines. Bajo la mano de Oscar Araiz he aprendido mucho, pudiendo hacer reposiciones de sus obras; siendo bailarina de base clásica pude aprender el lenguaje de la danza contemporánea, el cual es muy rico e interesante. Lujos que me di como maestra ­repositora incluyen: el Adagietto en el Teatro Colón; L’Hirondelle, que se realizó por primera vez en el país; y el estreno mundial de Dafnis y Cloe, en el Teatro Argentino de La Plata. Siempre espero que el ballet de mi querido Teatro Argentino resurja, que haya un ­proyecto real para valorizar la danza en todas sus formas. Hoy en día disfruto de mi hija y mis afectos, con algunos proyectos en carpeta.

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