Flor Torrente: “Tengo un amor especial por hacer cosas de época”

Dueña de un carisma único, la joven y talentosa artista se presenta junto a un gran elenco en el teatro mientras espera el estreno de dos películas, una serie y sigue con su línea de ropa y moda.

Las manos sucias, de Jean-Paul Sartre, se estrenó en la Sala Casacuberta del Teatro San Martín (avenida Corrientes 1530), con adaptación y dirección de Eva Halac. Está protagonizada por Daniel Hendler, Guido Botto Fiora, María Zubiri, Ariel Pérez de María, Guillermo Aragonés, Nelson Rueda, Juan Pablo Galimberti y Ramiro Delgado.

Flor Torrente tiene un rol destacado. Para saber más de su llegada a esta obra, que habla sobre cómo una grieta ideológica dentro de un mismo partido impulsa una conspiración contra un líder, hablamos con la multifacética intérprete. Además de la obra se encuentra rodando una serie para Disney+, filmó dos películas, maneja su marca de ropa y accesorios y, en breve, presentará su proyecto musical.

—¿Qué sensaciones tenés al estrenar en el Teatro San Martín?

—Es muy hermoso, estoy muy feliz. Siempre me pasó que cada vez que iba a trabajar en él, físicamente no lo hice porque lo estaban arreglando, y cuando surgió esta posibilidad fue el 2020 y pensé: “No puede ser”, encima en la Sala Casacuberta.

—Estás volviendo al ruedo con muchos ­proyectos…

—Sí, todo junto, y soy un poco así yo. Porque además son proyectos que llevan mucho tiempo, como mi proyecto musical, mucho tiempo de proceso, que son años de trabajo y después sale todo junto. Que finalmente todo suceda y estemos cada vez más cerca genera mucha felicidad.

—¿Cómo organizás un día tuyo y qué hacés para relajarte?

—Soy de levantarme temprano, por más que grabe o no grabe, me gusta hacer ejercicio, hago yoga, que si no es a la mañana, lo hago cuando pueda. Hay como una ley en mí que dice que no importa cuándo pero tengo que hacer 30 minutos de yoga y por lo menos 10 minutos de meditación. También, cuando me voy a dormir el celular queda en el baño y me entrego a la lectura aunque sean dos páginas, esas son mis leyes inamovibles. Y sobre cómo me organizo, es un Tetris (risas), porque además estoy con mi marca Helicia, pero es un Tetris hermoso.

—¿Cómo fue el estreno?

—Hermoso. Hablaba con los chicos, porque el sábado hicimos la obra, fuimos a cenar con los familiares que vinieron, llegamos a las tres de la mañana y nadie se podía dormir, todos mirando el techo, quedamos muy arriba.

—No es la primera vez que te toca trabajar con un texto clásico como el de Las manos sucias. ¿Cómo te conectás con ellos?

—Como te decía, a mí me gusta leer mucho y siempre me gustó la historia, sobre Primera y Segunda Guerra Mundial desde muy chica. Siempre me gustó indagar en eso, porque creo que la historia, aunque no sea directamente nuestra, nos conecta con la humanidad, y esas mentes, aunque sean perversas o hermosas. Me gusta sentarme a analizar cada cosa que pasó en el mundo. Tengo un amor especial por hacer cosas de época, no sé por qué; porque seré un alma vieja, me gusta la música vieja, Glen Miller, de los cuarenta, me gusta sumergirme en los personajes en un 360. A Sartre ya lo conocía, amo a Simone de Beauvoir, era algo que no estaba lejano a mí, y si bien hace mucho que no leía esta obra, siento que la adaptación de Eva tiene los condimentos justos para que sea posible de ver en una época como hoy. Si bien cambiaron muchas cosas, estructuralmente, de género, pero creo que eso lo hace que cosas naturales de esa época sean tan extrañas para el oído de hoy. La obra tiene cuota de historia, filosofía, de la cotidianeidad de los vínculos y creo que cada uno podrá identificarse con alguno de los personajes.

—¿Cómo fue el encuentro con los ­compañeros?

–—Pasamos por muchos estados y por la pandemia pensamos que no se iba a hacer nunca. Además, algunos personajes cambiaron, y de pronto este año me llamó Eva y me dijo “se hace”. Además, me llamaron para hacer la serie y a todo dije que sí, porque sabía que con organización podía hacerlo. La clave es organizarse, además de tener ganas de hacerlo, porque si no está eso y estás 24 por 7 no podrías. Mi novio el día del estreno de la obra me dijo: “Te felicito, valió la pena el esfuerzo”, porque además con la serie rodábamos fuera de la ciudad, de ahí al centro a ensayar. Pero por suerte me tocaron dos directores muy amables, respetuosos y que confían en vos, dándote la oportunidad para que puedas hacerlo. No te voy a mentir, hubo días intensos y cuando necesitaba no hacer nada sabía que tenía que seguir. Uno tiene que confiar en las cosas que suceden y en los procesos y si uno decide hacerlo es porque es lo que es. Para mí hacer esta obra era importante, la estaba esperando hace dos años y no lo iba a dejar por un proyecto audiovisual, así que todo se ordenó para hacer las dos cosas.

—Y en el medio rodaste una ­película…

—Dos (risas). En noviembre arranqué Reparo, que se rodó en Puerto Pirámides. Fue dirigida por Lucía Van Gelderen, que es oriunda de ahí. Terminé y comencé con otra, una parte, y la otra se rodaba en marzo; terminé y me confirmaron la obra y la serie, y ahí fue el tiempo del colapso.

—Pero pudiste organizarte...

—Sí, todo se pudo por el trabajo personal y encontrar personas permeables y disponibles para que las cosas funcionen, eso es clave.

—Que no es frecuente...

—Yo tengo una filosofía que cuando uno trabaja con uno y ponés toda tu energía en pos de las cosas, todo sale bien, y de pronto todas las cosas comienzan a suceder; todo empieza por uno.

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