entrevista
Pablo Parés: “Hacer cine de género en Argentina es más un esfuerzo de constancia que de talento”
Con dos películas en cartel demuestra su talento y creatividad a la hora de ponerse tras las cámaras.
Marisa y Gomoso y Doctor Cerebro llegaron a los cines tras haberse presentado con éxito en diversos festivales de cine de género. Tras ellas está Pablo Parés, un director con 17 películas que se arriesga y propone historias únicas. Con él dialogamos para saber detalles de su trabajo.
—¿Qué tan difícil es hacer cine de género en Argentina?
—Hacer cine de género en Argentina es un trabajo largo, de años para cada proyecto. Ya generar imágenes que no son normales, del día a día, es complejo en cualquier país. En Argentina se nos suma el factor de que lo tenemos que hacer prácticamente sin presupuesto. Para compensar eso, unas pocas personas amantes del cine le ponemos muchísimo trabajo, años a veces. Es más un esfuerzo de constancia que de talento.
—¿Qué te inspira a la hora de sentarte e imaginar una película?
—La inspiración varía en cada caso. Con los años se pone cada vez más difícil… Para Marisa y Gomoso fue tener algo para hacer durante la cuarentena, encerrado en mi casa, y comprobar si podíamos lograr un producto semiprofesional entre amigos y con nada. En Doctor Cerebro la chispa salió al conocer a los integrantes del Cineclub Stocco de Mendoza, que son los protagonistas de la película. Ellos son cinéfilos y viven muy cerca de la Cordillera de los Andes. Ideal para hacer una película con esos paisajes.
—¿Cuáles son para vos los límites a la hora de imaginar una película? Viendo Marisa y Gomoso, y Doctor Cerebro, ¿no hay casi nada que no hayas pasado por el tamiz de la autocensura?
—Las limitaciones son más por el lado de la realización, por poder llevarlo a cabo. A nivel narrativo, considero que tanto yo como el equipo somos todos buena gente, con buenos valores y que nada de lo que digamos debería ser malinterpretado. Ni siquiera en los años más complicados de las cancelaciones, nos autocensuramos. Las ideas surgen desde un lugar genuino, cosas que nos resultan graciosas, irónicas o dignas de denuncia. Lamentablemente, muchas veces los que terminan filtrando las películas, los programadores de festivales o agentes de ventas, creyendo que pueden ofender al público. Pero la gente sale conforme de las funciones y entienden todo, tengan la ideología que tengan, muy pocos se ofendieron por estas dos películas.
—¿Por qué decidís mezclar generalmente el humor, la reflexión y lo fantástico?
—Somos argentinos, acá todo nos lo tomamos en joda. Sangre caliente. Hasta las catástrofes más cruentas terminan generando situaciones humorísticas. El humor lo tenemos en nuestro ADN. La parte fantástica la conservo desde muy chico, yo crecí en los 80 cuando no había cine de este tipo en Argentina y me planteé el objetivo de ocupar ese espacio. Y en las mejores películas fantásticas, siempre hay algo de reflexión, es parte de la fórmula de obras tipo Jurassic Park o de clásicos como El Eternauta. El buen fantástico no es solo entretenimiento, siempre te está planteando algo más.