Iair Michel Attías estrena su ópera prima

El director, revisando negativos y archivo inédito en Nueva York.

Catálogo para una familia, tras su paso por Bafici, llega a los cines. Dirigida por Iair Michel Attías, el relato propone una pesquisa sobre Jorge Michel, abuelo del realizador, un artista con obra desperdigada por el mundo. Para saber más de la película, hablamos con el cineasta.

—¿Por qué decidiste que este tema iba a ser el de tu primera película como director?

—Durante toda mi carrera me desempeñé como montajista, trabajando en la edición de películas de otros, pero no tenía la motivación de dirigir porque no tenía una historia para contar. Siempre sentí mucho respeto por la historia y creo que debe haber algo que te queme, que te impida dormir, que se imponga el deseo de contarla para que todo el mundo la conozca.

Empecé a investigar sobre Jorge Michel primero como artista, reconstruyendo hechos de su vida. No tenía obra, no lo había conocido. Hacer esta película era una oportunidad para echar luz sobre su figura. Para descubrir qué es lo que nos conecta con nuestro pasado. Y cómo se recupera la propia identidad. A medida que desempolvaba los archivos, las capas de complejidad crecían y la película terminó de involucrarme por completo.

—¿Cuán complicado fue el paso de la edición a la dirección?

—Una vez un gran maestro, Miguel Pérez, me dijo algo así como que “no debemos emprendernos a dirigir una historia que no hayamos elaborado previamente”, hablaba en términos psicoanalíticos. Tenía claro que iba a necesitar una mirada externa porque la historia tenía mucha carga personal y lo terminé de confirmar cuando estuve un año mirando material por mi cuenta sin poder editarlo. Todo me resultaba interesante, me ponía en jaque y no podía elegir, lo opuesto a la práctica de editar materiales de otros. Convoqué a Verónica De Cata, colega montajista a quien conocía y en quien confié el material. Recién después de tres meses de trabajo pude empezar a participar en la edición. Ella tomo como referencia literaria Los detectives salvajes, de Bolaño, y dijo que debía ponerme en ese rol para conducir el relato.

—¿Cómo seleccionaste, justamente, qué quedó adentro y afuera? ¿Fue un proceso diferente al que venías haciendo para otros? ¿Fue necesario sumar a Verónica para esto?

—Hubo mucho material que quedó fuera de la película. La historia de Michel en sí misma requería de espacio y atención: había sido marinero, luego poeta, creativo en la agencia del Instituto Di Tella y finalmente hizo esculturas que trascendieron el tiempo por su mundo propio. En paralelo había una trama familiar que involucraba la pérdida y reencuentro de su hijo, una pareja artística con Josefina Robirosa -que era también un cruce de clases sociales-, y hacia el final su deceso con la diáspora de su obra, y el interrogante del futuro de su legado. Tenía claro que quería ser respetuoso, visitar los conflictos del pasado, abordarlos, escuchar los testimonios. Pero no quería ser maniqueo, ni construir un discurso que señalara con el dedo buenos y malos. Por eso la edición requirió de mucho cuidado para decantar las ideas.

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