entrevista

Nicolás Francella, entre películas y proyectos desafiantes

En su vuelta a la pantalla grande, el talentoso intérprete se anima a construir un personaje vulnerable que se encuentra con una realidad que desconocía.

Ya está en salas Una flor en el barro, de Nicolás Tuozzo, donde Nicolás Francella vuelve a los cines como Francisco, un docente de primaria que en una suplencia conoce a Sofía (Lola Carelli), una pequeña genio, y se empecinará en ayudarla. Con él hablamos sobre la película y sus desafíos, su primera película hablada en inglés, su participación como productor en la propuesta y, además, de sus ganas de ser padre.

—¿Recordás algún profesor o maestro así que te haya inspirado?

—Tengo dos así y no lo pensé, lo pensé pocas veces, pero a mí no me iba muy bien en el colegio, había algo de lo que tenía que estudiar donde no conectaba académicamente e iba a un colegio superexigente y tenía materias pendientes a fin de año. Y trabajé particularmente con Sebastián, un tipo alto, colorado, joven, que tenía una forma de enseñarme las cosas y lo quise desde el día uno, me hacía reír, estaba lejos de la solemnidad, lejos de la cosa académica exigente, lejos de la cosa bilingüe y tenía una forma de explicar, tan liviana de explicármelo que conecté tanto con él y me daba muchísima ganas de estudiar con él y me encantaría que lea esto, porque fue un pibe que en Cabildo y Maures, un instituto, Sebastián, no me acuerdo el apellido, que lo amé.

Después hay otro profesor dentro de esta escuela que me llevé su materia mil veces a marzo y demás, no por él, sino por mí, que era Fabián Mazzei, otro profesor que recuerdo con mucho cariño. Uno, salvándome de la locura, de las materias pendientes, y el otro, de la rutina del día a día.

—Y ahora, cuando tuviste que componer a Francisco, ¿los recordaste o no? ¿O te agarraste del guion?

—La verdad que, cuando leí el guion, en la decisión pesa mucho la intuición que me pasa cuando leo y la fluidez que tengo al leer el texto. Y tenía la intuición, era positiva, y tuvo una linda fluidez en el texto. Un texto simple, no rebuscado, no había algo subrayado, no había algo de romantizar esta parte cruda de la historia. Pero no apliqué, creo, nada de ni Fabián ni de Sebastián. Los textos me ayudaban a que fluya, obviamente hacían mucho calor porque nos agarró el último coletazo pandémico y la ola de calor en diciembre y en enero, el límite de horario de la minoridad y el aula de dos por dos, y más o menos manejar la intensidad o el bajón o la distracción o que estén conectados chicos y chicas de ocho años. Entonces en esa locura surgía alguna que otra improvisación para que conecten más con el diálogo.

Pero no, creo que no apliqué nada de ellos, pero sí hay algo que a mí me gusta, es cuando un docente sale un poco de libreto y lo ves en cosas viralizadas, de cuando una docente se pone creativa, desde el lado dulce, para que ellos conecten, y eso es lo más lindo, es un mundo ajeno para mí la docencia, pero se me da fácil conectar con chicos, me gusta, y el mano a mano con uno todavía más.

—Después de filmar la película, ¿se te cruzó enseñar?

—No. No sé si nunca daría clases de actuación, pero no sé si sería bueno. Pero en relación a los chicos, puede haber un montón de cosas que puedan estar conectadas. Esa cosa medio paternal, algo que claramente me seduce, hay una situación muy registrada ahí.

—Pero no estás pensando todavía en ser padre, ¿o sí?

—No, pero sí lo pienso, me lo imagino, lo tengo en mi cabeza, me genera una sonrisa. No lo soy y uno lo sabe cuándo lo es, entonces es mucho más que vuela ahí, un poco, pero si lo veo es algo como presente, algo personal, lindo.

—¿Creés que se puede combinar? Vos venís de un legado en donde sí se podía combinar, la actuación, el ser padre, pero hoy tal vez es más complicado...

—Es reprofundo, no lo sé, y es algo que me da también miedo, eso.

—Digo, más en estos tiempos, que vos viajás, uno no está tampoco en un lugar...

—Sí, es reprofundo, es reprofundo. Y te genera preguntas, te genera miedo, me he imaginado siendo papá de una nena. Lo re imagino, pero bueno, trato de no transformar algo tan pensante, y algo no tan planificado, pero sí registrado que lo tengo, algo se me viene a la cabeza.

—Y además no es algo de uno solo…

—Por eso mismo también, sí.

—Venís de proyectos completamente diferentes y esta es una película que tampoco se hace mucho, que tiene que ver con un tipo de cine que perdimos. ¿Por qué creés que es así?

—A mí me gustó, no sé si estás de acuerdo, que no está romantizando las cosas y te lo juro a mí en los momentos que tuvimos tiempo para ensayar, tuvimos tiempo para debatir y no queríamos frases para traer, en las subrayadas, en exacerbar algo donde ya estaba todo muy instalado, pero estoy de acuerdo con vos, son tipos de películas que perdimos y me pasó algo por primera vez en mi profesión que produje por primera vez, que entré en una segunda etapa de la venta de la película para la plataforma y entré en la etapa de la comunicación y la estrategia que cuando vi la proyección privada que tuvimos había algo muy unánime que la película gusta.

En busca de desafíos y actuar en otros idiomas

—¿Te pasa esto de hacer películas o estar en un proyecto y que después te dispare ganas de algo?

—Estaba pensando en los proyectos y no sé. Creo que en los últimos proyectos no. Y en este me parece que sí. Esa cosa que sale desde el día uno. El vínculo con una nena. Me llevo bien con los nenes. Lo paternal, imaginármelo. Había también un condimento super personal, pero a mí me sumó. Que hay un momento, para mí muy tierno, muy linda, que le pide a ella que hable inglés en un momento, donde yo tengo estudiado inglés. Hace poquito hice una primera película en inglés. Entonces dije: “Sí, mirá, también está esto, está esto otro. Me gusta lo que leí. Vamos”.

—¿Fue difícil actuar en otro idioma?

—Es difícil. Porque no es la lengua nativa, y además te sentís muy raro en las expresiones, entonces yo trataba a veces de estar superaustero y en nota musical, para llevarlo mucho más al territorio donde muchas veces me encontraba con una toma hecha y preguntaba cómo estaba y los productores americanos me dicen muy bien, muy bien, y yo estaba seguro que no estaba muy bien y después en el doblaje nos dimos cuenta que no.

—¿Y vos te estabas preparando, estabas rodando esto y apareció la película?

—Yo rodé esto el año pasado. Filmé la película y después una serie. Y esta película es americana, hice un casting, se llama The penguin and the fisherman, están Jean Reno, Adriana Barraza, es una historia real, que si la buscas, la encontrás, hicieron un documental de la historia, pero fue un desafío estar en la Patagonia, en Brasil, estás pensando en español y hablando en inglés.

—La idea es ir a donde te convoque el idioma que sea...

—No sé, pero me pasó lo mismo que con Una flor en el barro. Lo leí y dije: “Está bárbaro, lo re hago”, pero sí, volviendo a lo otro, linkear viajes y trabajos me gusta, siempre me pasa que me gusta viajar y que me gusta volver. Es lindo siempre volver, más allá de la familia, de amigos, de tu casa, de dinámica, de rincones, de tu barrio, es volver y no hay una explicación. Todo lo otro está porque está la base. Me gusta volver, me gusta irme, viajar, trabajar, conocer, me gusta volar.

—¿Te gusta esto que te mueve de salir de la zona de confort?

—Hay una búsqueda. Es más, no me quiero exponer con cosas que no disfruto, por eso hago cosas paralelas, para oxigenarme y para poder decir que no, y para poder aguantarme con otras cosas, y entretenerme con otras cosas, pero no me gusta exponerme con algo que no me gusta. Y, sí, sea esta peli o sea lo que te conté, es una búsqueda y para mí es eso, es como, no de controlador, pero es como, che, si está buenísimo hagamos una gran estrategia, desde un lugar super simple, pero laburemos y estuve, viendo la película mil veces, encontrando los mejores momentos de la película para que haya una buena comunicación.

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