entrevista exclusiva

Inés Estévez: “Me gustó ser dirigida por una mujer”

Cuenta la actriz, cantante y escritora que no había tenido esa oportunidad anteriormente en el cine. Además, reflexiona sobre los temas que la película atraviesa y sobre su posición ante algunas cuestiones de la actualidad.

La talentosa Inés Estévez es parte de la próxima película de María Victoria Menis, Miranda de viernes a lunes, una potente historia enmarcada en el año 2016 donde un grupo de jóvenes, cansadas de sufrir abusos en su colegio, deciden decir basta. Diario Hoy habló con Estévez en el rodaje de la propuesta para conocer detalles de su personaje.

—¿Qué fue lo que más te gustó del personaje y la propuesta? Leyendo la sinopsis de la película, uno dice: “Qué bueno que se esté contando esto”...

—Sí, la verdad es que lo primero que me gustó fue el hecho de ser dirigida por una mujer. En segundo lugar, una mujer como María Victoria, que hace un cine con contenido y sustancia, y me gustó mucho esa sutil dualidad que existe en los seres humanos, en la vida real, y que acá está tan bien descripta. Es la aparente existencia común y corriente pero cuando te adentrás un poco descubrís un trasfondo muy rico, diverso, con mucha profundidad y complejidad.

—Que hacia afuera es una más…

—Claro, y me identifico mucho con el punto de inflexión donde los estímulos se confabulan para obligarte a dar un paso evolutivo que no te esperabas, esas cosas que una no hace, las vislumbras, pero no te atreves, no tenes claridad, no te animas.

—No podés eludirlo...

—Claro, esos puntos de vida ineludibles y que obviamente requieren de una pequeña ayuda por parte de uno, de poder verlos primero y luego asumirlos, afrontarlos. Después, eso me gusta, la persona común que al adentrarse tiene una profundidad y complejidad que la vuelve atractiva, como personaje, y en la vida real, y esto sucede acá en un fin de semana, de viernes a lunes, y eso me gustó.

—¿Encontrás algo distinto al haber una mujer tras las cámaras?

—No tengo una diferenciación en cuanto al rol o una capacidad de dirigir, este año, particularmente, los cuatro proyectos que encaré y voy a encarar, son dirigidos por mujeres, la serie Supernova, dirigida por Ana Katz, Pipa, con Alejandro Montiel, pero Mili Roque Pitt, tras las cámaras, esta película y una película rosarina que se llama Vera, dirigida por una dupla, Federico Actis, y ella es Romina Tamburello. Lo que me asombra es que los primeros cuatro proyectos están encarados por mujeres, más allá que dos son en conjunto con varones, y María Victoria tiene una muy excelente combinación, balance, el absoluto relax y la claridad de lo que quiere. En el arranque nos dijo que esta era una película de actuación, y de hecho mi personaje está en absolutamente todas las escenas, y me parece destacable. En cuanto a que María Victoria escriba y dirija una película contando una historia de una mujer de esta edad, esta generación, con todas las problemáticas y anhelos de una mujer de cuarenta y largos en una sociedad donde se realza la juventud, la juventud está sobrevalorada, creyendo que todo se termina a determinada edad, y por eso también es muy feminista, porque habla de cómo se pueden relanzar los sueños cuando la estructura te dice que se terminó, es un valor agregado que tiene que ver de dónde proviene María Victoria.

—¿Qué recuerdos tenés del 2016, año del que habla la propuesta, en donde las pibas configuraron la fuerza que hoy tiene el feminismo?

—No tengo recuerdos del marco social, puntualmente, en ese sentido, sí de mi vida personal. Creo que ya estábamos expresando un cierto despertar, en esa dirección, en general, en las redes, yo las tuve tarde, pero me expresaba en esa dirección y conectaba con muchas mujeres en ese camino. En nuestras vidas personales nos hacíamos preguntas, y en nuestras vidas afectivas heterosexuales con varones empezábamos a autocuestionarnos, asombrándonos de hasta qué punto había que desandar ciertas naturalizaciones.

Yo misma decidí a fines de ese año separarme de una relación que por inercia se ponía en práctica naturalizaciones con las que no estaba ya de acuerdo. Recuerdo que se me había abierto el camino de la música por un vínculo afectivo con una pareja y empecé a cuestionarme que mi trabajo girara a lo que se generaba solamente en esa relación. Empecé a pensar mi independencia económica, a generar mis cosas y deseé mucho volver al cine. Apareció una película de Alberto Lecchi, Te esperaré, y recuerdo que empecé a darme cuenta que las madres argentinas para las que me convocaban (también en Ni héroe ni traidor) eran madres testigo. En esta situación tiene que venir una mujer donde una madre argentina que es protagonista de su propia vida, con un novio que no la colma, un exmarido, y elige no depender de los hombres, y realizar un sueño que postergó por la maternidad. Esto sería genial, que se equilibre y que no sea una mujer la que tenga que venir a contar una historia en la que las mujeres puedan soñar, crecer y darse gustos, y la compañía, pero no la dependencia, y sueño, que en algún momento venga un hombre con un guion así.

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