Megan Fox, al altar

La actriz se comprometió con su novio en una ceremonia íntima e innovadora.

A principios del 2000, Megan Fox incursionaba como modelo en Estados Unidos. Al poco tiempo, comenzó a trabajar como actriz en cine. En ese momento, conoció a quien sería su pareja más famosa, el actor de Beverly Hills 90210, Brian Austin Green. Luego de unos meses, se casaron y fundaron una familia con tres hijos. Durante el vínculo sentimental, la pareja transitó crisis, idas y vueltas, hasta el divorcio definitivo, que transcurrió en el 2020.

En los meses anteriores a la separación, Megan viajó a una isla para rodar una película de acción. Allí conoció a un colega, quien también es rapero, conocido en el mundo artístico como Machine Gun. La atracción entre estos compañeros de elenco fue inmediata y comenzaron a verse a escondidas. Allí fueron reconocidos por la prensa especializada y no les quedó otra que blanquear este affaire.

Una vez que terminaron el trabajo, cada uno debió ocuparse de sus asuntos y agendas para luego volver a elegirse. En ese contexto, la pasión fue creciendo, entonces, recientemente optaron por una convivencia y ahora darán un paso más en sus vidas. En este sentido, el muchacho le propuso compromiso en el mismo lugar en el que se conocieron. Para ello, le obsequió un anillo con un corazón que muestra el yin y el yan. La costosa joya fue diseñada por un experto y está valuada en más de 500.000 dólares. Es de oro blanco, tiene esmeraldas colombianas y también unas líneas que simulan ser espinas.

La noticia la dieron los protagonistas, que compartieron una serie de postales del momento en sus redes sociales. También comentaron los detalles de un insólito ritual que llevaron a cabo, como lo fue el intercambio de pequeñas pociones de su sangre. Es decir, cada uno bebió la del otro.

A modo de epígrafe, la mujer escribió en su cuenta de Instagram: “En julio de 2020 nos sentamos bajo este árbol baniano. Pedimos magia. No sabíamos el dolor que

enfrentaríamos juntos en un período de tiempo tan corto y frenético. Inconscientes del trabajo y sacrificios que la relación requeriría de nosotros pero embriagados del amor. Y el karma. De alguna manera, un año y medio después, tras haber atravesado juntos el infierno y de habernos reído más de lo que jamás hubiera imaginado posible, me pidió que me casara con él. Y como en todas las vidas anteriores a esta, y como en todas las vidas siguientes, dije que sí... Y luego bebimos la sangre del otro”.

Por su parte, el galán de la música, anunció: “Sí, en esta vida y en todas las vidas. Debajo de las mismas ramas bajo las cuales nos enamoramos, la traje de vuelta para pedirle que se casara conmigo. Sé que la tradición es un anillo, pero lo diseñé con Stephen Webster para que fueran dos: la esmeralda, su piedra de nacimiento, y el diamante, la mía, engarzados en dos bandas magnéticas de espinas que se juntan como dos mitades de la misma alma, formando el oscuro corazón que es nuestro amor”.

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