entrevista
Natalia Oreiro y Marco Antonio Caponi cuentan detalles de Iosi, el espía arrepentido
La premiada serie vuelve con más intrigas y una herida que sigue abierta, los atentados a la AMIA y la Embajada de Israel.
El próximo viernes llega a Prime Video la nueva temporada de Iosi, el espía arrepentido en donde Natalia Oreiro y Marco Antonio Caponi tienen roles claves. Con ellos hablamos para saber cómo fue volver a sus personajes y detalles de esta nueva entrega.
Esta temporada de la serie aborda el atentado al edificio de la AMIA, el ataque terrorista más sanguinario en la historia de Argentina que dejó a cientos de personas heridas o muertas. Muestra a Iosi (Gustavo Bassani), todavía prófugo y decidido a hablar públicamente con la ayuda de una famosa periodista (Mercedes Morán), cuando los servicios de inteligencia israelí le piden investigar el mayor secreto militar argentino: el misil Cóndor.
—¿Cómo fue volver al cuerpo de estos personajes tan distintos? Con estos personajes por primera vez los hemos visto en roles diferentes, fuertes, desafiantes…
—Natalia Oreiro: Fue fuerte porque la historia es tremenda, es muy triste. Está basada en hechos reales, pero todos sabemos lo que pasó y estamos buscando todavía respuestas y justicia. En lo personal yo necesitaba esta segunda temporada, no solo por la historia en sí misma, sino porque me permitió, como Claudia, desandar otras situaciones que en la primera etapa no se veían tan claramente. Ella se siente absolutamente corrida, fuera de eje, traicionada y se siente parte de algo para la cual no había sido convocada. Entonces empiezan a pasarle cosas que no se puede permitir y en ese sentimiento que empieza a aflorar. Siempre hablando de una mujer absolutamente calculadora y fría. Se rompe y me parece superrico para contar otras facetas del personaje.
—Marco Antonio Caponi: Para mí fue ver un personaje con otra dimensión por todo lo que le pasa. Yo sabía que Garrido tenía, sobre el final de la primera temporada, la posibilidad de empezar a hacer. Porque hasta ahí era como ¿quién es Garrido?, bueno es esto. Pero uno al personaje lo empieza a construir y empecé a tomar la identidad y la potencia sobre el final, sobre el tener la causa de ellos, si no con el tema de Dafne (Minerva Casero). Entonces fue como bueno, ahora me toca actuar el personaje. Ahora viene la parte donde me toca salir escena, ya con toda la historia encima. Y no, muchas veces he hecho dos temporadas de una serie y disfruté mucho porque no había que pensar tanto en la construcción, sino como en ir hacia la historia, en estar entregados, poder realmente estar presente, que muchas veces parece que es fácil, pero no es tan fácil después. Y obviamente lo que decía Nati, toda la historia, la trama y todo lo que sabíamos que teníamos que contar y que también lo aborda a uno desde el compromiso y de la necesidad de poder narrar esto que más allá de ser una ficción también reconstruye y trae memoria a este acontecimiento, a estos acontecimientos tan espantosos.
—¿Aparecieron rápido? ¿Fue entrar al set y listo? Vos, Natalia, hablabas algo de estar preparada para contar la segunda parte de la historia de Claudia…
—NO: Igual no es que yo dije ahora voy a contar esta parte, sino que también uno va componiendo medida que se completa el círculo, y el círculo se completa con la mirada del otro, con el compañero, actor, actriz, con el director. A los ensayos uno puede ir con una idea, claramente llevas preparado algo, pero después esa magia sucede cuando hay un ida y vuelta sobre eso y empiezan a suceder. Recuerdo que en la mitad de la filmación, en una escena que yo estoy haciendo, con una idea que quería explorar y que Sebastián me dijo hacelo y cuando termina se le empezó a abrir como un abanico de posibilidades que él descubre en el momento, y eso le pasa al espectador, alguien que lo escribió. Entonces, ese sin fin de matices que uno puede interpretar son superricos, van apareciendo. Uno puede tener algo guardadito en la galera, mira la carta que te tiro ahora, pero aparece cuando sucede el estar presente. Como decíamos viste, como estamos acá y cuando estás acá esas cosas pasan.
—MAC: Y dejarse atravesar también por eso, porque muchas veces a mí la idea preconcebida me encanta para poder desecharla, o sea, como me gusta para sacarme la neurosis después de estar ahí en estado primitivo. Hay algo de poner el animal a disposición de todo, así que hay que hacer, ver por dónde y probar, probar y encontrar también. Comparto lo que dicen, uno no sabe, si supiéramos cómo hacerlo sería aburridísimo. Es una búsqueda constante y yo la veo ahora y digo cómo no hice esto. Lo que admiro es la capacidad para hacerlo, la actuación no pasa por hacer solamente, la acción es lo que hay que hacer, es del trabajo. Es mucho más profundo, más sensible, más interesante esto. Lo vincular. Que te lleves bien con un elenco, o sea, es un éxito esta serie, pero no solamente porque hicimos una serie, que para mí es maravillosa, sino también porque hemos logrado tener un grupo donde hemos trabajado todos muy bien, cómodos, con mucho respeto, sin tener ninguna necesidad de nada más que ir y contar la historia.
La responsabilidad de contar una historia que duele
—¿Cuándo ustedes están en el set actuando les baja la responsabilidad que hay de contar esta historia? Porque nosotros sentimos el compromiso cuando la vemos, entendemos que no es una serie más y que se está contando algo con compromiso, ¿verdad?
—Natalia Oreiro: Claro, no es algo liviano y estamos hablando de algo muy doloroso, que es una herida abierta y que como ciudadano uno busca todo el tiempo poder cerrarla. Y ese peso al que haces referencia, sí, es necesario dejarlo afuera. En la segunda, en ese sentido, me costó menos que en la primera. En la primera a mí me interpelaban mucho los textos que yo tenía que interpretar, estaba abordándolos por primera vez y me costaba. Digamos, me costaba ponerme en el rol de actriz, como que Natalia aparecía ahí cuestionándolo y justamente eso era lo que yo no tenía que hacer, pero a medida que vas entrando, vas tomando confianza y te vas haciendo cargo del lugar que estás ocupando, que es necesario para que se cuente eso. Sos parte de un todo y soltás esa responsabilidad y confías en lo que está escrito, que es un guion maravilloso, cómo está dirigido con tres grandes directores, y con los compañeros y compañeras que te toca creer y hacer creer que eso tristemente sucedió.
—Si alguien no vio la primera temporada, y ahora estamos hablando de la segunda, pero si le tienen que dar algún motivo, cada uno, ¿por qué tienen que ver Iosi, El espía arrepentido?
—NO: Por muchas razones.
—Marco Antonio Caponi: Por todas, siempre digo, ¿viste Iosi? No. Vela. Tenés que verla por todo. O sea, tenés que verla por todos. Primero porque es muy potente y porque es una serie que tiene una progresión constante, incluso en lo alto del tiempo. Porque va para atrás, para adelante y, digo, es como una especie de rompecabezas en el cual uno se tiene que sentar también y ser una especie de personaje que va “espionando” todo, es muy apasionante. Vos estás como espectador, te vas a ir sintiéndote parte. Primero porque es nuestra historia, muy dolorosa, que a todos nos toca, en lo más profundo quiero decir, y también porque tenés la posibilidad de ver una ficción con una factura, para mí, de pura excelencia, y cuando uno mira la serie dice esto es perfecto. Bueno, yo siento que estamos así, y en ese grado de excelencia, además, porque quien vio la primera, en la primera entramos en el atentado de la embajada, ahora vienen el atentado a la AMIA y todo el tema del misil Cóndor. Entonces, si entra el Mossad, se amplía el espectro de todo y se vuelve mucho más intrincada la serie y bueno, por eso es, muchos motivos más.
—NO: Adhiero al 100.