Roberto Carnaghi: “Gracias a la actuación, conocí mi verdadero lugar en el mundo”

Con una larga trayectoria de cincuenta años en cine, teatro y televisión, el actor se confesó amante de la profesión, adicto al trabajo y fanático acérrimo de San Lorenzo

Dicen que trabajar de lo que a uno le gusta no es trabajo, y Roberto Carnaghi lo asume de esa forma. La elección de su oficio fue por una casualidad. Un día, su profesor de Teatro le expresó que tenía condiciones para el arte dramático y le aconsejó que se formara en esta especialidad. El intérprete siguió tales indicaciones y hoy agradece aquel consejo.

Esta pasión lo llevó a trabajar junto a otros grandes del ambiente, con quienes entabló valiosas amistades. Por su compañerismo y dedicación se ganó un lugar indiscutido entre  los preferidos de sus colegas y del público. Durante una entrevista con este diario, habló sobre la inserción en el medio, su historia familiar y la trayectoria histórica que posee.

El barrio siempre estuvo cerca

Nació en Capital Federal, pero se crió en las calles de Avellaneda. Pasaba las tardes en el potrero del barrio, en los bailes del Club Vecinal y estrenó su primera pieza teatral en un centro cultural aledaño.  

Hoy, junto a su esposa e hijos vive en la que fue su casa materna. Funcionan como una gran empresa, ya que además de dedicarse al arte, Roberto fundó una productora en la que cada integrante de su familia cumple un rol fundamental. Al respecto, expresó: “Me encanta proyectar y trabajar con mi familia. Este emprendimiento no hubiera nacido, sin la ayuda de todos”.

—La elección de tu carrera, ¿cómo fue recibida por tus padres?

—Inicié los estudios en el conservatorio de arte dramático, y a la vez trabajaba en una empresa que me aseguraba un sostén económico, por ende mi familia nunca opinó sobre mi vocación actoral. Mis padres no se notaban interesados por mi carrera, tan es así que vinieron a verme solo dos veces al teatro y nunca pusieron ni un programa de los que hice en televisión. 

—¿Quién fue tu referente artístico?

—Admiré mucho a Gerard Philip, un francés multimillonario, quien amaba tanto su profesión que hacía teatro popular sin cobrar un peso. 

El camino a la popularidad

En el contexto teatral, el artista logró consagrarse gracias a participaciones breves en algunas producciones independientes. La llegada a los hogares argentinos fue a través de su participación en los programas que supo crear Tato Bores.

—¿Cuándo surge tu explosión mediática?

—Debo confesar que siempre trabajé en piezas que no tenían ninguna notoriedad. Las hacía por placer, por arte, por convicción. 

Lo vulgarmente llamado “popular” me llegó con una pequeña participación en el programa de Tato Bores. 

A sus hijos, que producían el show, les gustó mi performance y me contrataron para lo que restaba de ese 1979 hasta 1983. Con el advenimiento de la democracia, a Tato lo dejaron de lado porque era un sagaz crítico de los partidos políticos y sus candidatos. El contexto mejoró y a fines de 1988 nos encauzamos en lo que fue el último proyecto de la familia Borenztein. Hicimos un éxito hasta la muerte de mi amigo querido, Tato Bores, en 1993. Gracias a mi inserción en este show político surgieron interpretaciones en cine y televisión, tanto en el país como en el exterior. Soy un agradecido, porque sin ellos no hubiera tenido notoriedad popular.

—¿Te definís como crítico? ¿Ves tus actuaciones?

—Soy insoportable, nervioso y obsesivo. Padezco terriblemente los estrenos y las emisiones de programas grabados.

Una vez, Miguel Ángel Solá me dijo: “Cada vez que voy a un estreno, me pregunto ¿qué carajo hago acá?”. Y eso es lo que define mi humor siempre que tengo que ir a alguna presentación.

Amar la trama

Lejos de quedarse quieto, jubilarse y disfrutar su extensa cosecha, el intérprete de 77 años continúa en el ruedo y se encuentra próximo a estrenar una producción cinematográfica.

—¿Qué podés contarnos sobre tu actualidad laboral?

—Estaba haciendo una obra de teatro llamada Jugadores con Luis Machín, Jorge Marrale y otros talentos. Al terminar la temporada de verano decidí hacer un parate porque estaba muy atareado con la productora teatral familiar. 

Hace unos meses, me acercaron un guión para una película. Me encantó la energía del director, entonces no dudé en ponerme a leer y en tomar una decisión sobre este trabajo. Ya estamos terminando las últimas jornadas de rodaje. La película se llama La última fiesta, es una comedia sobre tres amigos. Uno de ellos padece una ruptura amorosa, entonces los otros alquilan una casa donde transcurrirán situaciones desopilantes. Eso es lo que puedo contar. 

Noticias Relacionadas