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Un hombre solo contra la pandemia

Soy leyenda es una novela de ciencia ficción popularizada por el cine, en la que se pone en escena una de las más escalofriantes crisis sanitarias imaginadas.

En 1954 Richard Matheson publicó su tercera novela
I am legend. Recién sería llevada al cine diez años después, bajo el nombre de The last man on Earth, interpretada por Vincent Price, y con el propio Matheson como coguionista.

La película tiene momentos de estremecedora analogía con la actualidad. El protagonista advierte a su esposa al inicio de la pandemia: “No puedo aceptar la idea de una enfermedad universal”, a lo que la mujer replica: “¿Este virus se transmite por el aire?”.

El 14 de diciembre de 2007 se estrenó la versión cinematográfica más célebre: Soy leyenda. Fue dirigida por Francis Lawrence (quien luego sería director de la saga Los juegos del miedo), y con Will Smith en el protagónico principal.
La última película se toma sus licencias frente a la novela: cuenta la historia de Robert Neville, teniente coronel del ejército de los Estados Unidos, quien es inmune a un virus producido por el hombre en su afán de alcanzar una cura para el cáncer. Este, modificado genéticamente, produce mutantes “vampiros” con los que deberá enfrentarse.

Cunde el terror ante esas criaturas inclasificables, violentamente regresadas a un estado de primitivismo y crueldad que temen a la luz, beben sangre y hacen de los edificios abandonados su guarida. Salen a la calle a buscar a sus víctimas, pero solo en las sombras de la noche.

Al cabo de un año, los resultados de la pandemia son devastadores: ha muerto el 90% de la población humana. Los sobrevivientes se han convertido en monstruos cuyo objetivo es convertir a quienes, como el Dr. Neville, permanecen inmunes al virus.

Impresiona ver una Nueva York sin rastros de vida humana, arruinada por el abandono y la soledad. Neville vaga como un espectro que no se da respiro, obsesionado por encontrar una vacuna a esa enfermedad que parece haber sellado la suerte del Hombre sobre la Tierra.

Su memoria es un infierno habitado por el recuerdo de su mujer y su hija, muertas en la huida.
A diferencia de la novela, en la película finalmente Robert Neville da con la cura. Encuentra la salvación, pero no tendrá tiempo para celebrar su descubrimiento, ya que muere heroicamente, para convertirse en leyenda, salvando al puñado de sobrevivientes.

En la novela, el epicentro de la historia no es Nueva York sino Los Ángeles. No es el único cambio que el director decidió hacer: en la novela nunca se halla la ansiada vacuna y Neville es asesinado por la “nueva humanidad” de vampiros, que pasan a ser la “nueva normalidad” y Neville, una leyenda de una raza extinta.

Una at­mósfera claustrófica prima en la novela. El protagonista tiene problemas con el alcohol, crisis de­presivas y solo sale de su casa en busca de comida y elementos que le sirvan para sus vanos experimentos de laboratorio, para luego volver y parapetarse detrás de un espeso aroma a ajo, entre cruces y estacas para protegerse de los vampiros.

Esto no impidió que Richard Matheson recibiera con beneplácito la nueva versión cinematográfica
de la novela. No es poco viniendo de un maestro del género, al que Stephen King le dedicaría su novela Cell.

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