entrevista exclusiva

Valeria Lois: “No veo la hora de volver al teatro”

Esperando el regreso a las salas y escenarios, como todos los intérpretes, la actriz, que estrenó un episodio de serie web y una próxima grabación de obra, sueña con actuar y seguir con su exitosa carrera.

La reconocida actriz Valeria Lois presentó recientemente un episodio de Historias virales, serie online que desarrolló narraciones inspiradas en la situación extraordinaria que vivimos. Diario Hoy dialogó en exclusiva con la intérprete para saber más de su año laboral.

—¿Cómo estás viviendo esta situación extraordinaria?

—Ya pasamos todas las etapas. Lo de la sorpresa no lo podemos argumentar, como que ya estamos acostumbrados. Tengo una sensación extraña, como angustia y desazón que a medida que pasan los días y meses se va acomodando y ocupando otros lugares. En un primer momento fue el shock de pasar a ser una desempleada, que comprendía que lo que estaba trabajando en proyectos que me encantaban, me estimulaban, estaba contenta y afortunada, y no iban a poder ser por mucho tiempo. Eso fue la primera etapa, y luego empezaron a aparecer cosas. Mi sensación es que los artistas siempre estamos haciendo cosas y ahora más aún, sabiendo que lo que viene implica un cambio. No utilizaba el Zoom, no me filmaba haciendo cosas, y desde hace un tiempo sí. Creo que por actuar estamos dispuestos a dar más de lo que dábamos.

—Se pudieron ver en pandemia algunos trabajos tuyos y uno sigue conectado así con el público, ¿no?

—En el caso de La vida extraordinaria, que el Teatro Cervantes exhibió, es un registro de la obra con público, era la experiencia con el calor de la gente aún. En un comienzo pensábamos que la íbamos a poder hacer en breve de nuevo, pero no. Esa obra sobre la amistad, en un punto nos representa con Lorena Vega. Empezamos a hacer teatro juntas, y por eso la tengo en el corazón y no veo la hora de volver. El contacto con el público es de otra manera, repaso lo que hicimos con Jorgelina Aruzzi, en Instagram, algunos vivos mano a mano con la gente, con ella en el camarín de La Verdad, ansiábamos con hacer una obra de dos viejas esperando salir al escenario.

—Cuando tenés que grabarte vos misma, orga­nizar todo, ¿cambia la actuación?

—Es como que uno agudiza todo lo que antes depositaba en otro, me decían contrapicá más la cámara, resolvés en casa. Es curioso porque falta todo lo de alrededor y uno lo siente, no hay alguien que te diga corte, no podés charlar con los compañeros o el director enseguida, pero acá pasó de una manera distinta, ridícula, novedosa, cortábamos y seguíamos hablando, son cosas a las que estamos dispuestos a asumir.

—¿Fue complicado que en tu casa conecten con tu profesión desde lo cotidiano?

—Es como lo mismo de antes pero exagerado, la familia siempre circula en lo que uno está haciendo, pero de otra manera, volvés del trabajo maquillada y te dicen hoy actuaste, o repasás letra lavando los platos, todo está dentro de la casa. Me veo como en Los Supersónicos, organizando todo, se confinan en un sector de la casa, todos nos adaptamos. Para hacer Historias… por una cuestión de luz, pedí que se levantaran todos temprano, porque utilicé parte de la habitación de mi hijastro y el baño, así que se levantaban y se iban a dormir todos a lo del más chico. Hay vivos, Zooms, yo doy clases en la habitación de tal o cual, todos nos acomodamos. Es así.

—El episodio habla no solo del personal médico actuando, sino de las emociones que están a flor de piel y que se disparan por cualquier motivo…

—Claro, lo que tenía esta historia era eso, una mujer que sale a trabajar, sigue con su rutina, con todo lo que significa, trasladándose a su trabajo, donde los médicos lo viven de una manera contundente, con la realidad del virus. Acá había algo también sobre vínculos, el marido está en la casa, sale para tomar un poco de aire, es parte eso de la realidad nueva, y no menor, estando en casa esperando que vuelva el otro. Me pasa esto a mí de estudiar texto mientras cocino las empanadas o descongelo la heladera, antes lo hacía otra persona, pero hubo que adaptarse y hacerlo de otra manera.

—¿Cómo llega la propuesta del Cervantes para hacer teatro en pandemia?

—Cuando me llegó la propuesta, de amigos con los que hemos recorrido miles de situaciones y proyectos, y fue una alegría, pero también en un punto me asusté por volver a salir y estar en contacto nuevamente con gente, que de hecho desde que se impuso la cuarentena sólo hice aquello básico que se permitía. El teatro arrancó todo con protocolos, así que el miedo que tenía se disolvió al ver los cuidados. Después está esto de actuar con el barbijo: es imposible, casi marciano.

De hecho para mí, que soy muy del contacto, de agarrar al otro, de acercarme por cosas pautadas, fue muy raro. Pero uno se adapta a las leyes del momento, sabiendo qué es lo que hay que hacer, encontrándole la vuelta a la situación. Tratando de hacer de esto un momento posible, aún sabiendo que no será lo mismo el hecho que te vean en pantalla desde sus casas. Encima nos aplicaron el protocolo por un posible caso de Covid-19, así que retomaremos hacia fin de año. Esos días que fuimos a ensayar, algunos en auto, otros en bici o ir y volver en taxi o Uber, todo bancado por el teatro, fueron de una felicidad total, por el teatro y lo que uno quiere hacer.

—Tenés pendiente de estreno Las siamesas, de Paula Hernández…

—Fue un proceso largo, porque Rita Cortese, Paula y yo nos conocemos hace tiempo y nos reunimos. Cuando terminó con Los Sonámbulos, ella se puso con el guion de esta y la filmamos en tres semanas, con lo que implica, condiciones climáticas adversas. La película es maravillosa, habla de un vínculo madre e hija y pude concentrar la actuación en algo muy íntimo. El DF fue un genio. Hoy todo se idealiza, aun antes de la pandemia. Llevo a Las siamesas en el corazón, porque además contarla desde el protagónico es muy fuerte, estás latiendo con el personaje. La película está casi terminada, deben realizarse cosas de sonido y color, y están viendo cuándo se podrá estrenar. Todos estamos condicionados por una realidad va cambiando y nos atraviesa y supongo que se verá el año que viene.

—¿Cuándo supiste que querías ser actriz?

—Desde muy joven, desde muy chica, a mis quince años les dije a mis viejos que quería estudiar teatro y desde ese momento nunca dejé de tener contacto con la actuación.

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