Cultura

¿Cómo nació Sherlock Holmes?

Es uno de los detectives más famosos de la literatura universal. Aunque ha pasado casi un siglo y medio desde su creación, su vigencia sigue intacta

Al principio, Arthur Conan Doyle tuvo la intuición de crear un personaje que diera sentido a la novela de crimen y misterio a partir de una de las genialidades de su escritor favorito, Edgar Allan Poe. Cuando intentó apartarse de las enseñanzas de su maestro, solo produjo obras menores. Desde su primera aparición en el relato A study in Scarlet (1887), el detective Sherlock Holmes capturó la imaginación popular. A partir de ahí, aquella pieza alucinada, visionaria, se escapó hacia la corriente del tiempo y su protagonista alcanzó una vida independiente, como si el escritor solo fuera el médium que se limitaba a ponerlo en palabras y darle forma a una estructura de energía que ya estuviera circulando.

El creador de Sherlock Holmes nació el 22 de mayo de 1859 en Edimburgo. Además de ser uno de los mayores escritores escoceses, fue médico y, muy a su pesar, caballero del Imperio Británico, título que le fue concedido tras la guerra de los Boers (un conflicto que Inglaterra mantuvo contra los colonos holandeses en Sudá­frica y en el que Conan Doyle intervino como sanitario). Muchos biógrafos han tachado su vida de gris y anodina. No obstante, tuvo su lado excéntrico y, como fue un médico diplomado, se explica en parte el bagaje científico que asoma en muchos de sus relatos. Por otra parte, su recorrido universitario le permitió conocer a grandes figuras de la literatura inglesa como Robert Louis Stevenson y James Matthew Barrie (el creador de Peter Pan), con quienes urdió una bellísima amistad.

Cuando los ingresos del consultorio oftalmológico para el que trabajaba dejaron de ser suficientes, Conan Doyle, a punto de cumplir 30 años, tomó la decisión más importante de su vida: convertirse en escritor. Tras el éxito arrollador de su primera novela, en los años siguientes el autor volvió a utilizar a Sherlock Holmes con marcada frecuencia hasta que se aburrió de él y lo mató en un relato de 1893. Sin embargo, el clamor popular lo obligó a resucitarlo, con lo que Holmes siguió existiendo en 56 cuentos y 4 novelas. Para este detective privado, poco propenso a las emociones, ningún desafío era excesivo. Y con la ayuda de su fiel ladero, el doctor John Watson, utilizaba su increíble capacidad de observación para resolver, con un exquisito manejo de la lógica, los misterios más entreverados.

Concibió a Holmes como una réplica de un profesor suyo, el doctor Joseph Bell, quien en los cursos de Edimburgo asombró a Doyle por sus combinaciones de imaginación y deducción. La descripción del personaje fue hecha así por su autor: “Su estatura sobrepasaba los seis pies y era tan extraordinariamente enjuto, que producía la impresión de ser aún más alto. Tenía la mirada aguda y penetrante, y su nariz, fina y aguileña, daba al conjunto de sus facciones un aire de viveza y de resolución”. Años después, el propio Doyle narró que la fama de su personaje le trajo problemas inverosímiles. Así recibía todos los meses muchas cartas con indicaciones de que le fueran entregadas a Holmes; otras llegaban dirigidas a John Watson, con directrices similares. Sin ir más lejos, una agencia de recortes de prensa ofreció a Watson sus servicios, con la idea de que a Holmes le interesaría mejorar su documentación. Cuando se anunció que Holmes se retiraría de su oficio de detective, varias señoras mayores ofrecieron por escrito sus servicios para ser tenidas en cuenta como amas de llave o damas de compañía. Numerosas cartas requerían a Holmes para resolver disputas familiares y una infinidad de misterios que preocupaban a tales corresponsales.

Se calcula en más de un centenar la cantidad de películas centradas en Sherlock Holmes, desde 1915 hasta el presente, no solo en Estados Unidos y Gran Bretaña, sino también en Alemania y Francia, a lo que cabe agregar, incluso, dos versiones del cine checo. Lo más curioso, sin embargo, es que en Londres existe una Sherlock Holmes Society y otras similares en diversas ciudades del continente europeo. En Nueva York, por ejemplo, se fundó en 1934 un grupo denominado Baker Street Irregulars, cuyo nombre procede de 221 B Baker Street, la dirección mítica de Holmes.

Noticias Relacionadas