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Cuando una leyenda dijo adiós

Humphrey Bogart fue un actor que sigue generando admiración y preguntas, lleno de aspectos inquietantes y zonas que permanecen desconocidas.

Este hombre de aspecto duro era en realidad un sentimental. Se casó cuatro veces, tres de ellas, con actrices, Mayo Methot -en un matrimonio que duró apenas un año, porque Humphrey descubrió que ella lo hacía seguir por un detective. Se cuenta que descubrió la situación llamó a la agencia: “Hola, aquí habla Humphrey Bogart. Ustedes tienen un hombre que me está siguiendo. ¿Tendrán la bondad de verificar con él y averiguar dónde estoy ahora?”. Otra de sus esposas actrices fue Mary Phillps, con quien estuvo casado durante nueve años. Ella tenía 23 años cuando compartió cartel con Bogarte en Broadway, en la obra Nerves.

La tercera esposa actriz de Humphrey Bogart fue Lauren Bacall, con quien estuvo casado desde 1945 hasta su muerte, y con la que tuvo dos hijos. Alguna vez dijo: “A ella le debo él noventa por ciento de mis alegrías personalísimas y el 95% de la envidia de mis amigos”.Actuaron por primera vez juntos en una película en “Tener y no tener”, basado en un libro de Ernest Hemingway adaptado al cine por William Faulkner. Lauren está considerada la vigésima estrella femenina más grande de Hollywood. En tanto Humphrey es considerado por el América Film Institute, como la estrella masculina más importante de los primeros cien años de la historia del cine.

En 1930 Bogart comenzó sus andanzas en Hollywood, haciendo 75 películas en 26 años. Primero conoció el éxito teatral, consagrándose con el personaje de Duke Mantee, el pistolero inapelable de El bosque petrificado, de Robert E. Sherwood. La obra fue adaptada al cine y fue el propio Bogart quien tuvo el protagónico, secundado por Leslie Howard y Bette Davis. El resultado fue un largo y jugoso contrato con Warner, quien lo quería para papeles de pistolero: Votos o balas, La mujer marcada, Punto muerto, Angeles con caras sucias, El valiente de Oklahoma y Altas sierras, entre otras. Así su figura quedó indefectiblemente asociada al papel de malo. El propio Humphrey Bogart alguna vez confesó: “En mis últimas 34 películas fui tiroteado en 12, electrocutado o ahorcado en ocho e hice de presidiario en nueve”.

Luego vendrían papeles de mayor complejidad: El halcón maltés, El tesoro de la Sierra Madre y, sobre todo, Casablanca, esa obra maestra que se vio por primera vez el 26 de noviembre de 1942-. Obtuvo el Oscar por La reina africana, una película de aventuras de 1951.

Joe Hyams, uno de sus biógrafos, señaló: “No todas las sombras que cruzan la pantalla están hechas de seres humanos completos. En cambio, Bogart lo era. No fue sólo una estrella, sino un hombre valiente, muy singular, que vivía bajo su propio código. Era un héroe de Hemingway en carne viva”. Bogart decía de sí mismo: “Físicamente no soy fuerte. Podría tener un poco más de altura, 50 libras más de peso, 15 años menos de edad, y entonces, ni Dios los podría proteger, bastardos”. Asumía que no era un galán tradicional: “No soy hermoso. No soy como Robert Taylor, lo que tengo en mi cara es carácter. Hubo que invertir muchas noches y mucho alcohol en ponerlo allí. Cuando empiezo a trabajar en una película, digo: No me quiten las rayas de la cara. Déjenlas allí.”

Alguna vez fue a dar una charla a una escuela de teatro y le preguntaron si había una regla para llegar a ser buen actor. “Sí -contestó-, no es mía, pero lo mismo voy a decírsela: traten de no estar nunca disponibles. En un momento determinado de la vida de un actor resulta más importante rechazar un papel que encontrarlo”.

Su última película es La caída de un ídolo, de 1956, en la que se narra una historia de corrupción en el boxeo. Ya había comenzado su caída. Estaba hecho un esqueleto. Tenía cáncer de esófago, lo habían operado tres veces en un mes. Pidió regresar a su casa, quería morir allí, entre sus cosas. Sentado en su sillón reclinable, tomaba un whisky tras otro. Tenia siempre frío, una manta lo cubría del cuello a los pies. Murió un 14 de enero, cuando tenía 57 años, en su casa de Los Ángeles, mientras estaba durmiendo.

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