cultura

Don Segundo Sombra en el cine

Es una de las obras más célebres de la literatura argentina, hasta el propio Walt Disney quiso comprar los derechos para llevarla a la pantalla grande. Finalmente fue un argentino quien la hizo película.

La primera edición de Don Segundo Sombra fue en 1926. Ricardo Güiraldes tenía 40 años y ya era un escritor consagrado. Un dandy, hijo de un intendente porteño, que de niño hablaba francés y alemán, y pasaba mucho tiempo en la estancia familiar en San Antonio de Areco. Allí conocería a Segundo Ramírez, en el que se inspiraría el personaje principal de la novela que significaría su consagración literaria.

Ricardo Güiraldes tenía diez años cuando se proyectó por primera vez cine en nuestro país. Fue el 18 de julio de 1896, en el teatro Odeón, y se trataba de cortometrajes de los hermanos Lumière. No se sabe si el niño Ricardo fue a esa proyección, pero sí que iba al cine en cada uno de los viajes que hacía por Europa o Japón. Su pasión por el cine se trasluce en la riqueza de imágenes que tienen sus textos.

Güiraldes murió al año siguiente de publicarse Don Segundo Sombra. Al poco tiempo, su viuda, Adelina del Carril, comenzó a recibir propuestas para llevar al cine la historia de ese paisano de “manos gruesas como cascarón de peludo”, que inicia en los se­cretos camperos a un joven que de simple resero pasa a patrón de estancia.

Fueron muchas las productoras interesadas en llevar la obra al cine, desde Argentina Sono Film hasta la Disney. Años después, Leopoldo Torre Nilsson se entusiasmó con la posibilidad de esa idea, y en 1962 Lautaro Murúa comenzó a trabajar en la adaptación. Finalmente, en 1968, Manuel Antín convirtió el libro en película.

En 1968 había alcanzado un gran éxito de público la versión cinematográfica del Martín Fierro, interpretada por Alfredo Alcón, Leonardo Favio y Graciela Borges. Antín se sinceraba: “El éxito de Martín Fierro no es ajeno a la decisión de hacer la película de Don Segundo Sombra. No desprecien el cálculo comercial, siempre procedente en cine, aun para la obra más seria, pero también hay una madurez de asimilación, un leer y releer el libro a través de los años”. La prosa de Güiraldes había seducido a Antín, aunque tenía sus dudas acerca de la insuficiencia anecdótica del libro: “Por fin descubrí la solución. No era necesario el guion, no lo escribí, ya estaba escrito por Güiraldes; la falta de acción es un hecho intergiversable y la fórmula es dar en lenguaje de cine la poesía que Ricardo dibujó en palabras. Lo demás se llama autenticidad”.

Herederos de Güiraldes

Manuel Antín compró a los herederos de Ricardo Güiraldes los derechos de adaptación por tres millones de pesos y comprometió un mínimo porcentaje sobre eventuales utilidades. El costo de la película fue de 90 millones, arriesgando las ganancias que había obtenido Antín con la televisión y el cine publicitario. El rodaje comenzó el martes 8 de abril de 1968, la filmación fue en color, las locaciones fueron los pagos de San Antonio de Areco y alrededores, los cangrejales de la bahía de Samborombón y la provincia de Corrientes. A esta última recurrió Antín porque el ganado guampudo que en 1910 predominaba en la pampa bonaerense ya no existía aquí, pero sí en el Litoral.

Para darle verosimilitud a la película, el director contó con el asesoramiento de Adolfo Güiraldes –sobrino de Ricardo–, quien también era estanciero y había sido resero. Luis Medina Castro, Juan Carlos Gené, Héctor Alterio y Alejandra Boero fueron algunos de los integrantes del elenco de esa película estrenada en Buenos Aires el 14 de agosto de 1969, y que obtuvo al año siguiente el Cóndor de Plata a la mejor película, además de ser nominada a la Palma de Oro en el Festival de Cannes.

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