El vendedor de los colores y la esperanza en Barrio Norte

La historia de Rubén Adrián Pereyra, el vendedor de golosinas de Plaza Olazábal que ploteó una bicicleta para comercializar sus productos, llamando la atención de grandes y chicos que pasan por la esquina.

Colores de primavera y costumbres que nunca se pierden…

En el medio de los pronósticos y anuncios de nuevos índices inflacionarios, en el Barrio Norte de La Plata una historia de vida despierta entusiasmo y refleja una sensación de esperanza entre los vecinos de esta zona.

Se trata de Rubén, un vendedor de golosinas de 7 y 39, que decidió ponerle color a la primavera y rejuvenecer con colores y nuevos diseños de ploteo la bicicleta que utiliza para acercarse a trabajar.

Como otros vendedores de 7 y 32, este jubilado de 72 años se gana la vida en una esquina, luego de haber trabajado en el rubro gastronómico durante muchos años en La Plata.

Los luminosos y fluorescentes colores de su rodado no pasan desapercibidos en el medio de la Avenida 7 y muchas veces resulta el principal atractivo para que los adultos mayores (padres o abuelos) paren a comprarle una golosina a los chicos.

En contacto con diario Hoy, contó parte de sus anécdotas cuando trabajó como mozo en varios locales céntricos.

—¿Cuánto tiempo trabajaste y en dónde como mozo?

—Empecé en el año 65 y lo hice hasta agosto del 2014, cuando donde trabajaba tuvieron que cerrar y después de seis meses me jubilé de un pedazo de La Plata, prácticamente, por todos los lugares donde trabajé. Ahora estoy vendiendo golosinas para matar mis ratos libres y estoy con la venta ambulante. Porque cuando llegó la pandemia me quedé sin trabajo y arranqué con esto. Después estuve en 7 y 50 trabajando también, de cada compañero que tuve hice un amigo y de los empleadores también. Amé el rubro gastronómico pero los cafés restaurantes nunca fueron de mi agrado. Las cafeterías han desaparecido todas, ahora es todo comidas rápidas.

—¿Conociste a algún famoso cuando trabajaste de mozo?

—Sí, a Jorge Rossi, Silvio Soldán, Moría Casan, Mario Pergolini, Mario Sanchéz, y jugadores de fútbol, Julián Camino, mucha gente reconocida. Se dejaba propina, pero es más una costumbre de la gente grande; el que dejaba propina era bien atendido y él que no, también. Amé la profesión, porque todo lo que me dio fue la amistad y eso no tiene precio, por lo menos para mí. De los años 60 a los 90 se usaba mucho hacerse la rata en el colegio y los chicos se hacían amigos del mozo y hoy esos chicos tienen 50 o 60 años y me recuerdan, ahora son profesionales.

—¿Y cuánto hace que estás en 7 y 39?

—Desde febrero, por suerte me va muy bien, trabajo las horas necesarias entre 5 y 6 horas. Estoy de 10 a 15 horas y estoy sobre 39. Y la bici me ayuda, porque llama la atención a la gente que viene a comprar.

—¿Y cómo surge la idea del diseño de la bici?

—Porque también trabajé en una casa de fiestas infantiles atendiendo a los adultos y un día fueron los animadores y con las clavas. Y le pregunté con qué la decoraban y ahí empecé poco a poco a decorarla. Y también el 21 de diciembre del año pasado para el Aniversario de Tolosa me pidieron si podía desfilar con la bici y la camiseta de Racing. Y la gente se para para mirar y pregunta, se sacan fotos. La imagen de esta bicicleta me dijeron que recorrió el mundo, porque me dijeron que las mandan a México, porque en ese país les pones a todos colores, muy colorinches. Y hace 30 o 40 años te veían con esto y te decían payaso, cirquero, de todo. Y ahora todo lo contrario me preguntan y les llama la atención. Además, la dejo con el candado y un cartelito con las gomitas y el precio, y así me compran.

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