ciencia
La transformación del hombre por la máquina
Los avances tecnológicos han modificado sustancialmente el modo de vivir de los seres humanos, empujando a saltos antes impensables.
Durante la mayor parte de la historia las personas vivieron en un mundo escaso de máquinas: las usaban, si acaso, en talleres y otros espacios especiales. Pero, a lo largo del siglo XX, sus entornos cotidianos se fueron llenando de aparatos y era raro el momento en que las personas no estaban en contacto con ninguno.
En los países más ricos las máquinas personales más frecuentes se dividen en tres campos: transporte, comunicación, vida doméstica. Las máquinas domésticas son multitud. Las instalaciones eléctricas transforman las casas en cajas cuyas paredes eran conductos por los que circula el agua y la energía, que se alimentan a través de calderas y conexiones variadas.
Uno de los antecedentes de la máquina de coser, fue el prototipo patentado por el alemán Charles Fredrick Wiesenthal en 1755: una serie de dedos mecánicos colocados en los laterales de los géneros a través de los cuales operaba una agujaba. Si bien el dispositivo funcionaba con éxito, la máquina debía de ser detenida de manera frecuente para recargar hilo, interrumpiendo así la tarea. Casi un siglo más tarde, en Boston, Orson Phelps construyó un nuevo modelo evolucionado, pero aún con dificultades para lograr el movimiento fluido y continuo del hilo.
Hasta hace 100 años atrás, la mayoría de los baños en Japón se encontraban fuera de la casa, eran solo un hoyo profundo con una madera plana y olían tan mal que se llamaban “el lugar sucio”. El que cambio este paradigma fue el señor Kazuchika Ōkura, dueño de una fábrica de platos de cerámica. Una vez que la sociedad acepto usar los baños estilo sentado, evolucionaron de una manera jamás antes vista y se volvieron en “baños inteligentes” que tienen funciones como asiento templado, limpieza con agua tibia y hasta deodorización del ambiente.
El tema del inodoro es más complejo de lo que parece. A fines del siglo XIX, su aparición en los hogares fue un símbolo del progreso de la civilización: por fin los excrementos se evacuaban por su propio circuito. Hoy en día hay hasta colegios donde hay que explicar a los alumnos el modo antiguo de ir al baño, ya que cada vez son más escasos. No cabe duda que el Sr. Ōkura cambio la forma de concebir los baños en Japón, desde algo sucio y desagradable a una experiencia placentera. En los baños japoneses de última generación resuenan melodías selectas, lavan, secan y hasta abren y cierran la tapa del inodoro automáticamente. Han evolucionado de tal manera, que los inodoros han dejado de ser meros artefactos funcionales a ser piezas de cerámica valoradas estéticamente.
Algo similar ocurrió con las máquinas de transporte: su gran influencia se ejerció a lo largo del siglo XX, cuando cambiaron el paisaje del planeta. El automóvil permite atravesar grandes extensiones, cambiando la relación existente entre el trabajador y su lugar de trabajo y, en consecuencia, la disposición urbana. Si una persona podía recorrer 20 o 30 kilómetros en una hora en vehículos colectivos o individuales, su trabajo y su casa podían estar a esa distancia y, por lo tanto, las ciudades se despatarraron.
Esta revolución propició el inicio de la industria automotriz, que estaba pasando por muchos cambios gracias a los avances tecnológicos de los motores y aerodinámica del auto, haciéndolos cada vez más rápidos y con mayor potencia, además de reducir su costo considerablemente, lo que permitió la expansión de la industria y la popularización del auto. Se introdujeron sistemas de frenado, dirección asistida, transmisiones automáticas y se mejoraron los sistemas de seguridad.
En la actualidad, con la ayuda de innovaciones tecnológicas, se han creado sistemas de navegación y asistentes de conducción y conectividad en los modelos más recientes. Además, se ha retomado el modelo eléctrico, que propone una alternativa más sostenible de cara al futuro, con el propósito de reducir la emisión de contaminantes y el impacto ambiental.