cultura
Madre Coraje
Hebe de Bonafini es uno de los nombres más emblemáticos de la batalla por la memoria y la justicia. La Plata fue su hogar
Desde 1977, un grupo de mujeres heterogéneo y valiente se reunió, constituyendo una asociación para luchar por la dignidad humana. Las Madres de Plaza de Mayo iniciaron una pugna solidaria, sorda, por la aparición con vida de sus hijos desaparecidos y terminaron convirtiéndose en un símbolo universal de la memoria y la búsqueda de justicia.
Hebe de Bonafini- dos hijos y una nuera desaparecida- fue durante muchos años presidenta de esa entidad. Superando las lágrimas y el dolor abandonó su vida de ama de casa para iniciar un peregrinaje interminable, plagado de silencios, intimidaciones y miedo. Nada la detuvo. De cada sinsabor salió fortalecida y con los objetivos más claros: dispuesta- al igual que sus compañeras- a no claudicar en la búsqueda de sus seres queridos, víctimas del gobierno más terrorista de la historia argentina.
La lenta y silenciosa marcha que todos los jueves hacen estas mujeres, como otras cientos de madres en todo el país, con su pañuelo blanco en Plaza de Mayo sigue siendo una imagen acuciante de dolor y de valor. Sin revanchismos, estas madres lucharon tenazmente por el derecho supremo de conocer el destino de sus hijos y nietos desaparecidos. Y, al mismo tiempo, para que nunca más se repitan estos hechos.
Cuando desaparecieron sus hijos, cada una de ellas hizo los trámites de rigor: ante el Ministerio del Interior; ante monseñor Gracelli, los comandos del Ejército, la seccionales policiales, la Justicia. Y allí, en ese calvario diario de pedir noticias con el alma en carne viva, fueron conociéndose muchas madres, intercambiando experiencias, conociendo recíprocamente sus historias, y decidiendo incluirse en un colectivo que pudiera más que los solitarios esfuerzos personales. Un día, estando un grupo de madres en lo de monseñor Gracelli, Azucena Villaflor – una de las madres desaparecidas- tuvo la idea de juntarse en Plaza de Mayo, para cambiar ideas en un lugar abierto. El primer encuentro fue el 30 de abril de 1977. “Éramos poquitas- recordaría Hebe- y hasta hicimos antesala en el Ministerio del Interior para invitar a otros padres a que se reunieran con nosotros en la plaza; esa primera vez fue un sábado, pero nos dimos cuenta que ir un sábado era tonto, no había nadie en la plaza […] y bueno, acordamos que fuera los jueves”.
Llegó un momento en que eran demasiadas para estar sentadas en un banco. La policía las desalojaba porque ya era una especie de manifestación y les exigían que no se quedaran quietas, debían circular, y así comenzó su ronda en la plaza. Empezaron catorce y llegaron a ser cerca de tres mil madres asociadas en todo el país, bajo un mismo lema: toda madre que tuviese un hijo desaparecido era reconocida como una madre de Plaza de Mayo. “Nosotras nos manejamos con una cifra de desaparecidos de alrededor de 30 mil – explicó Hebe, que el gobierno nunca desmintió. Incluso pensamos que pueden ser muchos más, ya que sabemos que en ciudades chicas hay hasta dos mil desaparecidos”.
La Madres han sido atacadas desde el principio, tildadas como las progenitoras de los subversivos: “Nos han llevado detenidas muchísimas veces; han tratado prohibir nuestra marcha otras tantas; nos sacaron de la plaza con ametralladoras, cargadas como para la guerra, y hasta han llegado a pegar el grito de ´apunten ‘y nosotros les hemos gritado ´fuego´, relataba Hebe.
El 8 de febrero de 1977, durante la última dictadura cívico-militar, su hijo Jorge Omar fue secuestrado y desaparecido en La Plata. El 6 de diciembre de ese mismo año ocurrió lo mismo con Raúl Alfredo, en Berazategui. Un año después, el 25 de mayo de 1978, también fue secuestrada y desaparecida a su nuera, María Elena Bugnone Cepeda, esposa de Jorge. En 1979, a través de las rondas de resistencia pacífica que reclamaba por la aparición de sus hijos secuestrados de manera ilegal y por la justicia sin venganza de los responsables de esas desapariciones, se convirtió en la presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo. Desde entonces, Hebe de Bonafini se convirtió en una referente inclaudicable y luchadora por los derechos humanos, a la que la muerte no pudo borrar de la memoria colectiva. "Me olvidé de quién era el día en que ellos desaparecieron, nunca pensé más en mí", dijo. Y nosotros no podemos dejar de pensar en ella.
