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Grandes avances para construir el primer agujero de gusano

En un trabajo histórico, un equipo de físicos británicos logró este hito experimental que haría posible la teletransportación de objetos.

Hace apenas unos cinco meses, un equipo de físicos de Caltech consiguió, por primera vez en la historia, simular un agujero de gusano utilizando Sycamore, el ordenador cuántico de Google. Con ese logro, los investigadores lograron “juntar” las irreconciliables teorías de la relatividad general de Einstein, que describe la realidad a escala macroscópica, con la mecánica cuántica, que tiene que vérselas con el extraño mundo de las partículas subatómicas. Aunque se transformó en un hito para la física, se trataba de algo exclusivamente teórico. Pero eso acaba de cambiar.

Hatim Salih, investigador del Laboratorio de Ingeniería de Tecnología Cuántica de la Universidad de Bristol, ha dado un nuevo paso al afirmar que no solo se puede simular un agujero de gusano (es decir, un “túnel” que permite viajar de una punta a la otra del universo en un instante), sino que es posible construir uno real en laboratorio, y usarlo para teletransportar objetos de un lugar a otro. El investigador llama “contratransportación” a su invento, que se ha convertido así en el primer modelo práctico para crear un agujero de gusano capaz de unir dos puntos en el espacio de manera verificable.

“Este es un hito en el que hemos estado trabajando durante muchos años”, dice Salih. “Proporciona un marco, tanto teórico como práctico, para explorar viejos misterios sobre el universo, como la verdadera naturaleza del espacio-tiempo. El objetivo, en un futuro cercano, es construir físicamente un agujero de gusano en el laboratorio, que luego se puede usar como banco de pruebas para teorías físicas rivales, incluso las de gravedad cuántica”.

Hasta el momento, los científicos siempre habían pensado que se necesitaban portadores de información detectables que viajen a través del espacio para comunicar dos puntos distantes. Por ejemplo, la luz que nos llega de las estrellas, o las emisiones de una lejana supernova, o una corriente de fotones que cruza un cable de fibra óptica. Esa “necesidad” se ha extendido incluso a la teletransportación cuántica, gracias a la cual sería posible transferir, por ejemplo, la información completa de un objeto para que se reconstituya en otro lugar, aunque para conseguir esa información habría que desintegrar el original.

El objeto “transportado” no se diferenciaría del original de forma significativa, aunque existe un límite para la perfección de la copia. Para Salih, la simulación de un agujero de gusano en el procesador Sycamore de Google fue, esencialmente, un experimento de teletransportación. Pero su idea de “contratransportación” no funcionaría del mismo modo. “Aquí la distinción está clara”, explica. “Si bien la contratransportación logra el objetivo final de la teletransportación, es decir, el transporte incorpóreo, lo hace, notablemente, sin ningún portador de información detectable que viaje a través del agujero”.

La existencia de los agujeros de gusano se propuso por primera vez hace aproximadamente un siglo, como soluciones extravagantes a la ecuación de la gravedad de Einstein que abrían “atajos” en el tejido del espacio-tiempo.

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