CULTURA
¿Qué es la ansiedad?
Søren Kierkegaard es uno de los filósofos que más reflexionó sobre un sentimiento dominante en el mundo contemporáneo.
Søren Aabye Kierkegaard decía que el problema de la vida es que se la vive para adelante pero se la entiende para atrás. En ese sentido, el filósofo vio la existencia humana como una tensión constante entre opuestos: lo infinito y lo finito, lo temporal y lo eterno, la libertad y la necesidad. Por eso describió a la angustia como el “vértigo de la libertad” una sensación abrumadora que surge cuando confrontamos el vasto abismo de nuestras posibilidades no realizadas y nuestra capacidad para elegir entre ellas.
Este filósofo, nacido en Copenhague, en 1813, es considerado un predecesor de la escuela filosófica que Sartre hizo mundialmente famosa con el nombre de existencialismo. La angustia, en forma de melancolía, hizo que el matrimonio con el amor de su vida, Regina Olsen, durara apenas un año.
La ansiedad, según Kierkegaard, es una fuerza dual que puede ser tanto destructiva como generativa, dependiendo de cómo lidiemos con ella. En su tratado El concepto de la ansiedad, el filósofo danés explica la ansiedad como el efecto mareador de la libertad y la inmensidad de la existencia humana: una posibilidad que paraliza o invita a actuar, según sea el temperamento de quien la experimente.
“La ansiedad es completamente diferente al miedo y a conceptos similares que se refieren a algo definitivo; la ansiedad es la realidad de la libertad como la posibilidad de la posibilidad”, escribió Kierkegaard. Asimismo, aseguraba que la ansiedad puede compararse al mareo. Aquél que por casualidad se encuentre mirando hacia el ancho abismo se mareará. Pero, ¿cuál es la razón para esto? Está tanto en el ojo propio como en el abismo, y es capaz de producir vértigo aún sin haber mirado hacia abajo. Es así como la ansiedad es el mareo de la libertad, que emerge cuando el espíritu quiere proponer la síntesis y la libertad se asoma al abismo hacía su propia posibilidad, echando mano de la finitud para soportarse a sí misma.
Sin embargo, para el filósofo danés la ansiedad también es una gran educación para los hombres, y argumenta que el fracaso o la fecundidad dependen de cómo nos orientemos en la ansiedad. “Quien esté educado [en la posibilidad] se queda con ansiedad; no se permite a sí mismo ser engañado por su falsificación incontable y recuerda claramente el pasado. Así los ataques de ansiedad, incluso si son aterradores, no lo serán tanto como para que corra de ellos. Para él, la ansiedad se vuelve un espíritu de servicio que contra su voluntad lo lleva a donde realmente desea ir”.
Así, para Kierkegaard la relación entre la creatividad y la ansiedad es muy estrecha. Es precisamente porque es posible crear (crearnos a nosotros mismos, crear nuestras innumerables actividades diarias, escoger un camino y seguirlo) que uno siente ansiedad. Nadie sentiría ansiedad si no hubiera posibilidades. Y naturalmente crear significa destruir algo previo. La culpa de la que habla Kierkegaard tiene mucho que ver con defraudarnos a nosotros mismos al paralizarnos ante las posibilidades y no atrevernos a destruir y crear.
Su respuesta a la angustia no es evadirla, sino abrazarla como un componente esencial de una vida plena. El problema de la angustia no son sus síntomas, sino su ausencia de objeto (aunque sea perfectamente posible sentir angustia, no resulta nada fácil decir qué la produce). A través de su exploración filosófica, nos anima a aceptar la angustia como parte del proceso de autodescubrimiento y autorrealización.
Muchas anotaciones de su Diario permiten deducir que Kierkegaard se consideraba a sí mismo un genio. En El Instante, dice : “Los genios son como los truenos: van contra el viento, asustan a los hombres, limpian el aire./ Lo establecido ha inventado numerosos pararrayos./ Y resulta. Sí, vaya si resulta; y resulta que la próxima tormenta será aún más seria”.