Hamlet Lima Quintana, el caballero andante de la poesía argentina

Fue uno de los mayores autores del cancionero popular nacional. Nunca aceptó que las letras de canciones fueran un arte menor. Creador de la zamba preferida del Che Guevara.

"Monte de soledad / nos vamos bebiendo el día”, fueron los primeros versos que le aparecieron a Hamlet Lima Quintana aquel día de 1953. Cuando los completó, los llevó a Mario Arnedo Gallo, con quien por entonces formaba el dúo Los Musiqueros, para que naciera La amanecida, una zamba que sería interpretada por una multitud de artistas: desde Mercedes Sosa hasta Divididos.

Su padre lo había bautizado, con indudable pasión shakespereana, Hamlet Romeo Lima Quintana. Nació en Morón el 15 de septiembre de 1923, pero pasó buena parte de su infancia en Saladillo, localidad a la que dedicó su Sinfonía de la llanura. Siempre tuvo la poesía al alcance de la mano. “ Fundamentalmente porque yo he tenido la fortuna, el privilegio, de nacer con la poesía al lado. Mi padre escribía poesía, no publicó. No editó nunca. Pero era un excelente poeta, lo que permitió pronto tener el acceso a la poesía”, contó. Sus primeros versos los escribió a los nueve años. Cuando su padre leía las cosas que Hamlet escribía, decía: “Este chico va a ser un muy buen poeta o es un mentiroso”. Cuando muchos años después Hamlet recordaba esa anécdota, concluía: “Siempre digo que todavía no lo he resuelto”. En su casa de infancia siempre resonaba música. Su padre, además de poeta, era guitarrista y su madre tocaba el piano.“Yo no recuerdo de mi infancia no haberme despertado con música y no haberme dormido con música. Tanto era así que antes de empezar a aprender las primeras letras en el colegio, a los 4 años, empecé a estudiar piano. Mi maestro fue Alberto Williams.  He tocado instrumentos musicales toda mi vida”, recordó.

Su primer libro, Mundo en el rostro, se publicó en 1954. Juntar palabras para que del roce naciera la chispa de la poesía, fue la vocación temprana de Hamlet, que luego de la primera ronda de mates, salía a vender de puerta en puerta libros o relojes, cuando no lo contrataban como cobrador de la antigua Compañía Argentina de Electricidad (CADE). Al regresar a su casa, seguía con el desafío del papel en blanco, soñando palabras que pudieran amigarse con la música.

Una vez, Alfredo Rosales, quien contaba entonces con 18 años, le pasó una línea melódica. Hamlet Lima Quintana, recién venido de una estadía en Perú, puso los versos de lo que sería su poema más famoso y una de las mayores canciones del folklore argentino: Zamba para no morir. Ese tema fue el primero que Mercedes Sosa grabó con su nombre, quien antes se presentaba como Gladys Osorio. “Es llamado en Bolivia La Zamba del Che, porque cuando entró al país vecino por el oriente, la cantaba todas las noches”, explicó. Hizo periodismo hasta comienzos de la década del 70, llegando a compartir redacción con Osvaldo Bayer, Raúl González Tuñón y Diego Lucero.

En 1990 escribió una biografía de Osvaldo Pugliese. “Es uno de los pocos auténticos ídolos populares”, sostuvo. Se conocían desde hace muchos años, compartiendo una brega política que los llevó, a veces, a la cárcel o al exilio.

El 21 de febrero de 2002 murió este poeta que consideraba que la música es el vehículo natural de la poesía.

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