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La escritora inglesa que renunció a la Corte por la literatura

Fanny Burney fue una de las primeras escritores británicas costumbristas, pero la mayor de sus novelas fue su propia vida.

Fanny Burney nació en King's Lynn -Inglaterra-, el 13 de junio de 1752, pasó su juventud entre los escritores y artistas más en boga de su época. Hija del historiador de la música Charles Burney y de formación autodidacta, su primera novela, Evelina, se publicó de forma anónima en 1778. Era una novela epistolar integrada por 84 cartas que tuvo gran éxito y llegó a reeditarse cuatro veces. Desde entonces, Fanny Burney nunca dejó de escribir. Más tarde, fue dama de honor de la reina, se casó con un general francés y la encarcelaron bajo el imperio. Contó su vida, con mucho encanto e ingenio, en su diario de juventud, aunque ya se había hecho conocida con novelas, llenas de distinción y buen gusto.

Su infancia fue extremadamente compleja: su madre, Esther Sleepe falleció en 1762, cuando la pequeña Fanny tenía solamente diez años; su padre decidió que, como era menos inteligente que sus hermanas, no recibiría el mismo nivel educativo. Sin embargo, Fanny Burney no era menos capaz sino disléxica, y con un demoledor afán de superación aprendió a leer y a escribir por su cuenta. Comenzó a escribir narraciones a los diez años y a los 20 ya había publicado algunos cuentos. Que una mujer publicara literatura y además fuera considerada escritora era algo impensable en su tiempo. Cuando Charles Burney descubrió que era la mano de su hija la que estaba detrás de Evelina, mostró su rechazo a la inquietud literaria de su hija. Opinión que mudó cuando vio que el talento escondido de Fanny era aplaudido por la crítica y el público.

Pocos años después de quedarse viudo, su padre se volvía a casar con Elizabeth Allen, una dama viuda con tres hijos. Cuando la pareja y los hijos que cada uno tenía se unió para vivir como una gran familia, la situación no fue nada fácil y el carácter agrio y hostil de su nueva madrastra no ayudó. Fanny y sus hermanos soldaron una unión más fuerte aún.

En aquella situación, Fanny, animada en parte por un amigo de la familia, el literato Samuel Crisp, empezó a escribir un diario personal. Su primera entrada, el 27 de marzo de 1768, estaba dirigida a “Miss nadie”. Aquellos textos tan personales, reflejarían sus sentimientos más profundos y las impresiones sobre el mundo que la rodeaba a lo largo de 72 años convirtiéndose en una fuente histórica de su tiempo.

Posteriormente, publicó Cecilia y Camila, completando una trilogía que puso al desnudo a la sociedad inglesa de su época, y dieron nacimiento a la novela de costumbres. Tuvo una influencia innegable sobre Jane Austen y William Makepeace Thackeray. Las novelas de Fanny Burney hablan de las dificultades de las mujeres jóvenes para abrirse camino en una sociedad férreamente patriarcal. Siempre se destacó por ser satírica y describir de modo brillante la forma opresiva de vida de las mujeres.

Devenida en una novelista de éxito, su fama llegó hasta el mismísimo palacio real, de la mano de Mary Granville Delany, una dama muy influyente en los círculos literarios y cercana a la corte. Así, en 1785, Fanny pasó a formar parte de la corte del rey Jorge III y la reina Carlota como “Second Keeper of the Robes”, algo así como la segunda vestidora de la reina. A pesar de recibir unos importantes ingresos económicos, se cumplió el mayor miedo de Fanny, tener muy poco tiempo para continuar escribiendo. Lo que la determinó a dejar ese puesto privilegiado, ya que su pasión por escribir estaba por encima de todo. Esto, unido a una mala relación con su superior y a una decepción amorosa, la hicieron volver a su mundo, al lado de su padre, quien entonces estaba muy enfermo, en Chelsea. Aun así, Fanny mantuvo una importante renta y continuó una amplia relación epistolar con las princesas reales.

Los últimos años de su vida los pasó retirada en Bath recibiendo la visita de sus sobrinos y de sus admiradores. Falleció el 6 de enero de 1840. Su cuerpo descansa al lado de su esposo y su hijo en el cementerio Walcot de Bath.

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