cultura
La escritora que hizo suya África
Isak Dinesen es la autora danesa que fue la fuente de inspiración para el filme África mía, y también tuvo una verdadera vida de película.
Perteneciente a una familia noble de larga tradición cultural, Karen Christence Blixen-Finecke viajó en su juventud por toda Europa. Casada en 1914, fue a África central con su marido a fin de explotar una plantación de café. Tras divorciarse, siguió vinculada con aquellas tierras hasta 1931. Con el seudónimo de Isak Dinesen, publicó en Londres y Nueva York Una noche en París, que en la edición danesa se convirtió en Siete cuentos fantásticos, obra que la dio a conocer tardíamente; se trata de una hábil imitación de los temas y el estilo de determinado romanticismo alemán, totalmente desconectada de la tradición narrativa de su país.
En 1937, publicó con gran éxito Una granja africana, que se tradujo inmediatamente al inglés y al francés; en ella evocaba la vida en África con sugestiva precisión. Se presume que probablemente fuese ella quien, durante la ocupación, escribiera ciertas obras como Los caminos del castigo, publicada con el seudónimo de Pierre Andrézel. En 2016, se publicó Karen Blixen (Circe, 2016), escrita por Dominique de Saint Pern, una novelización de la vida de la escritora asentada en sus diferentes obras, en su correspondencia y en numerosos libros publicados sobre ella, así como en sus años daneses y africanos y hasta en aquella visita a Nueva York.
La gran pantalla recuperó a las mil maravillas la belleza de Kenia y las costumbres de los nativos que trabajaron en la granja y adaptó brillantemente lo que Dinesen escribió en sus libros Lejos de África y el breve Sombras en la hierba. Lejos de la postura del colonizador europeo, Karen vio en los africanos una oportunidad para el aprendizaje y la difusión. Dos textos, separados por un cuarto de siglo, en los que describe su visión de una tierra que la fascinó durante diecisiete años, período en el que acompañó a su marido, su primo y barón Bror Blixen en 1913, para regentar una plantación de café, contrajo la sífilis, se divorció y pasó a encargarse ella sola de la granja.
Desde su primera visita a África, Karen ya se sentía africana. Su integración en el continente fue inmediata y su identificación con los nativos casi instantánea. Lejos de la postura del colonizador europeo, Karen metabolizó todos los estímulos de un entorno de riqueza que hasta entonces le resultaba desconocido. Su imaginación y sus dotes para la transmisión oral hicieron del pueblo africano su hogar. Un año más tarde, Karen regresa a Dinamarca, para tratar su sífilis. Allí retoma su temprana vocación, dado que Tanne había demostrado innatas dotes para la pintura y la escritura, escribiendo el poema Ex África. En noviembre de 1916, decide regresar a Dinamarca; su familia de nuevo le apoya en la adquisición de una finca, que se convertirá en su destino final en África, la Karen Coffee Company, una presunta lucrativa plantación de café.
En 1918 conoce al que será su “gran amor”, el cazador de safaris y piloto militar inglés Denys Finch Hatton, presuntamente bisexual. Tres años después, convertida ya en Isak Dinesen, sustituyó al barón en la gerencia de la plantación y forzada por las circunstancias se separó de su marido, en contra de sus propios deseos. En 1931 la trágica muerte de Finch, al estrellarse su avioneta, dejó destrozada a Isak. A la par, la plantación se hundió y, completamente arruinada, se vio obligada a abandonar África, pero su gran fortaleza no hizo sino acrecentarse y desembocar en obras más logradas y audaces. Para ella, la literatura no es el mero recuento de lo vivido, la transcripción de lo visto, sino la reinvención de la realidad. Como dice Mario Vargas Llosa: “Para Isak Dinesen la verdad de la ficción era la mentira, una mentira explícita, tan diestramente fabricada, tan exótica y preciosa, tan desmedida y atractiva, que resultaba preferible a la verdad”.
El dramaturgo Arthur Miller fue testigo de la curiosa dieta de Isak, a base de ostras y champagne. Asombrado, increpó a la ya consagrada autora por lo insano de su alimentación y recibió una justa, clara y concisa respuesta de la brillante escritora: “Soy vieja y como lo que quiero”. Karen falleció el 7 de septiembre en Rungsted, Dinamarca, la ciudad que la había visto nacer 77 años antes. En 1963, se publicó su narración póstuma Ehrengard, considerada una obra maestra del siglo XX en el género del cuento.