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La muerte enigmática de un Rolling Stone

El 3 de julio de 1969 apareció flotando en la pileta de su casa el cuerpo del fundador de uno de los grupos de rock más famosos de todos los tiempos.

No había pasado un mes desde que fuera expulsado de Los Rolling Stones, pese a que había sido uno de los fundadores de la banda. Brian Jones se había retirado a una granja de Sussex, al sur de Inglaterra. Era una casa de campo con historia, allí había vivido el creador del osito Winnie Pooh. El músico necesitaba pensar que haría de su futuro. Lo que él –ni nadie- podía sospechar es que ese futuro sería tan corto. El 3 de julio de 1969 apareció muerto en su pileta de natación, pese a que era buen nadador. Keith Richard declararía después: “Yo vi nadar a Brian en condiciones horribles. Era un gran nadador, y es difícil creer que muriera en una piscina”.

Los nuevos vecinos de esta estrella de rock no habían advertido nada raro. Lo notaban un poco obeso y con la mirada perdida, pero fino en sus modales y paciente a la hora de los autógrafos. La casera de su vivienda, Mary Hallet, estaba prendada: “Imposible encontrar un chico más amoroso, era la amabilidad personificada”. Su amiga Janet Lawson fue quien lo encontró flotando solo en la pileta, alrededor de las 23.30. Trataron incansablemente de reanimarlo, pero cuando la ambulancia llegó, cuarenta minutos después, ya estaba muerto.

La causa oficial del deceso fue un ataque de asma cuando estaba nadando. Las sospechas proliferaron de inmediato. Muchos indicios daban pábulo a los rumores: una autopsia demasiado rápida, testigos que se contradijeron, un extraño ataúd de bronce cerrado al vacío, y sus excompañeros de banda hundidos en el más hermético mutismo. De la autopsia surgió que había ingerido poco alcohol y no había huellas de consumos tóxicos - apenas un leve rastro de anfetaminas-, pero sus órganos guardaban memoria de un historial de excesos: un hígado en extremo grasoso y un corazón anormalmente dilatado.

En 1962, Brian Jones, junto a Mick Jagger, Keith Richards e Ian Stewart, fundó los Rolling Stones, grupo con el que grabó ocho discos. La escritora Mariana Enríquez lo describió así: “Brian era el semidiós talentoso de melena rubia, pantalones de terciopelo y sacos de piel que viajaba a Marruecos con sus novias esculturales. Era el multinstrumentista que les regalaba a las composiciones de los Stones su gusto impecable, transformando buenas canciones en maravillas”. Era amigo de Bob Dylan, se dice que Like a Rolling Stone fue compuesta pensando en Brian Jones. Solía tener largas conversaciones con Arthur Clarke, el autor del libro 2001, Odisea al Espacio. Hablaba mucho de música con John Lennon y había compuesto canciones junto a Jimi Hendrix.

Lewis Brian Jones nació en Cheltenham el último día de febrero de 1942, hijo de una profesora de piano y un ingeniero aeronáutico. Estudiaba piano desde los seis años; fascinado por el jazz, luego estudiaría saxo. A los 19 años se dedicó a hacer un raid por la noche londinense y reclutó a los que serían los integrantes de una de las bandas más famosas de toda la historia. Brian era el que organizaba los ensayos y hacía escuchar a sus compañeros las novedades musicales. Era no solo un integrante de la banda, sino también el manager. Y el favorito de las chicas –aún no se había desatado esa conflagración erótica que Mick lograría luego en escena-.

Muchos años después, el libro Who Killed Christopher Robin?, de Terry Rawlings; y la película The Wild and Wycked World of Brian Jones, del director Stephen Wooley, se lanzaron a la audaz hipótesis de que no se trató de un accidente sino de un asesinato. Las pruebas que dicen conducir a esa conclusión son el saqueo de la casa y un testigo que dice haber visto a una persona quemar la ropa y pertenencias personales del muerto.

Brian Jones murió a los 27 años. Así inauguró la genealogía trágica de grandes figuras del rock muertas a esa edad: Jim Morrison, Jimi Hendrix, Janis Joplin, Kurt Cobain y Amy Winehouse. Cuando murió Brian Jones, Charlie Watts –baterista los Rolling- dijo: “Le sacamos lo único que tenía”. De los Rolling Stones solo él y Bill Wyman fueron al velorio de su ex compañero.

Tres días antes la banda había dado un concierto para 100.000 personas en el que Mick Jagger, proféticamente, había recitado un fragmento del poema Adonais, de Percy Shelley: “Él no está muerto, no duerme/Ha despertado del sueño de la vida”. En el recital siguiente, el grupo presentó al reemplazante de Brian Jones –Mick Taylor-, y abrieron el show de manera alusiva: haciendo una suelta de miles de mariposas blancas.

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