cultura
La novela de Einstein
Ariel Magnus, escritor argentino radicado en Alemania, acaba de publicar una novela que recrea la visita a nuestro país del descubridor de la ley de la relatividad.
1925 fue un año que le inspiró a Félix Luna un libro que tenía de subtítulo: “Historia de un año sin historia”. Un año sin épica, donde los militares conspiraban para impedir que Yrigoyen fueran reelecto, se inauguraba la Diagonal Norte y se inauguraba el primer semáforo porteño. En ese año, en la templada mañana del 25 de marzo de 1925, recalaba en Montevideo la embarcación Cap Polonio, que traería a nuestro país a Albert Einstein. Ese mismo año nuestro país recibió al Príncipe de Gales y al maharajá de Kapurtala, pero esas visitas quedaron opacadas al lado de la de ese genio alemán que cambiaría para siempre la historia de la física.
La autoestima platense nos obliga a recordar que, en esa oportunidad, Albert Einstein visitó nuestra ciudad. El 2 de abril de 1925 a las 11 hs, arribó a La Plata, acompañado por el rector de la UBA, José Arce, para ofrecer una charla en la Universidad, visitar la Facultad de Ingeniería y Física, recibir el diploma honorífico de “Miembro de la Universidad Nacional de La Plata”, y visitar el Museo de Ciencias Naturales, donde fue atendido por un compatriota suyo, el profesor Lemman Nitsche, un médico y etnólogo que hacía veintiocho años estaba radicado en nuestro país.
A partir de ese hecho, Ariel Magnus imagina una historia –apoyada en una copiosa base documental-, con elementos de la novela policial, y sazonada permanentemente con un humor que juega con los saltos temporales. Si bien la prensa hizo una amplia cobertura de los pasos dados por Einstein en nuestro país, y él mismo dedicó algunas entradas de su Diario para consignar algunas anécdotas, hay muchos espacios en blanco, uno de los cuales es completado por Magnus desde la ficción justificando el título del libro: “Einstein en un quilombo”. El novelista construye una escena sorprendente pero posible: Albert Einstein, guiado por Leopoldo Lugones y su hijo Polo, visita un burdel porteño ubicado sobre la calle céntrica Esmeralda, a metros de la intersección con la calle Victoria (hoy Hipólito Yrigoyen). Un establecimiento sin nombre, aunque conocido popularmente de muchas manera, una de las cuales es “La pierna prometida”.
Cuenta el autor que Argentina era en aquel momento el centro de la prostitución mundial, tal como lo señaló el periodista francés Albert Londres en “El camino a Buenos Aires”. La mafia hebrea controlaba una red de prostíbulos apenas camuflada detrás de la Sociedad de Socorros Mutuos Varsovia, más tarde conocida como la Zwi Magdal, la organización de trata de mujeres judías más grande de la historia argentina. Había 645 burdeles autorizados en la ciudad de Buenos Aires, más todos los que funcionaban irregularmente, entre los que se encontraba el sitio al que aquella noche fue a visitar el futuro Premio Nobel de Física. No fue fácil convencerlo a esa incursión al submundo de la noche porteña, pretextó cansancio, pero sus obstinados Virgilios –uno, poeta; el otro, policía- lo convencieron ofreciéndole en una cucharita de plata un conjuro contra cualquier fatiga. Escribe Ariel Magnus que Einstein “apartó la pipa y procedió a aplicarse en cada narina la pequeña cucharita de plata, robada probablemente de un salero o de un juego de té”. En tren de humanizarlo a ultranza, el autor señala que no era solamente curiosidad sino una necesidad fisiológica lo que llevó a Einstein a emprender esa aventura : “Hacía tiempo que Einstein no evacuaba su libido, que por cierto no estaba tan apagada como tal vez hubiera sido esperable de su edad o de su área de interés intelectual”.
Pero el foco de tensión no está solo en esa peregrina visita sino que en ese lugar, en esa noche, aparece un cadáver que coloca a Einstein en el vórtice de una intriga policial. Hay dos relatos paralelos: uno relatando, casi periodísticamente, las incidencias de esa visita ilustre; el otro carril narrativo está dedicado al esclarecimiento del crimen. Dos relatos que se funden en la figura de ese genio que sigue inspirando a científicos y artistas del mundo entero.