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Una de las voces más poderosas del siglo veinte

Marina Tsvietaieva pasó de estudiar en La Sorbona a sobrevivir a una hambruna en la Unión Soviética. Su poesía es admirada universalmente.

Nacida en Moscú en 1892, su padre fue profesor y fundador del Museo de Bellas Artes, y su madre, fallecida de tuberculosis cuando Marina Tsvietaieva tenía 14 años, era concertista de piano. Desde joven tuvo una relación íntima con la literatura y a los 18 años publicó su primer poemario, Álbum Vespertino. Durante su vida escribió poemas, obras de teatro en verso y obras en prosa. Hoy en día es considerada una de las poetas más reconocidas de la Rusia del siglo XX.

En “Mi Pushkin, un libro inclasificable que publicó en 1937, Tsvietáieva narró su primer acercamiento al autor ruso —pionero de la literatura moderna en esa parte de la región— y, a partir de ahí, con las letras en general. A los siete años, Marina leyó uno de los textos del conde que en Rusia era considerado poeta nacional. Seguramente no lo comprendió; pero, como dice ella en aquel libro, tampoco lo olvidó. Pushkin se tornó una influencia durante toda su vida y, más tarde, llegaron otros.

Marina Tsvietaieva tuvo una infancia internacional, ya que viajó y vivió en distintas partes de Europa, como Italia, Suiza, Alemania y Francia. Además de ruso, hablaba alemán y francés: tres idiomas con los que expresó sus primeros versos. Estudió en Moscú y en la Sorbona, la prestigiosa universidad francesa

No obstante, la vida de Tsvataeva coincidió con años turbulentos en la historia rusa. Se casó con Sergei Efron en 1912; tuvieron dos hijas y más tarde un hijo. Efron se unió al Ejército Blanco, y Tsvetaeva se separó de él durante la Guerra Civil. Tuvo un breve romance con Osip Mandelstam y una relación más larga con Sofia Parnok. Durante la hambruna de Moscú, Tsvetaeva se vio obligada a colocar a sus hijas en un orfanato estatal, donde la menor, Irina, murió de hambre en 1919. En 1922 emigró con su familia a Berlín, luego a Praga, estableciéndose en París en 1925. En París, la familia vivió en la pobreza. Sergei Efron trabajó para la policía secreta soviética, y Tsvetaeva fue rechazada por la comunidad de expatriados rusos de París. A través de los años de privaciones y exilio, la poesía y el contacto con poetas sostuvieron a Tsvetaeva. Mantuvo correspondencia con Rainer Maria Rilke y Boris Pasternak y dedicó obras a Anna Akhmatova.

En 1939, Tsvetáeva regresó a la Unión Soviética. Efron fue ejecutado y su hija superviviente fue enviada a un campo de trabajo. Cuando el ejército alemán invadió la URSS, Tsvetáeva fue evacuada a Yelábuga con su hijo. Se ahorcó el 31 de agosto de 1941.

En cada uno de sus libros, Marina demostró un tipo de escritura y un estilo en el que la musicalidad y la forma están por encima del contenido; aun cuando ese contenido no carece de profundidad ni peso. Y cada uno de los versos, por ejemplo, se expresan con una clara invitación para el lector: explorar, degustar y descubrir por sí mismos el camino que la poeta ha atravesado, sufrido o amado. Son los lectores quienes formarán parte para que ese universo lírico esté completo. Los críticos y traductores de la obra de Tsvetáeva suelen comentar la pasión de sus poemas, sus rápidos cambios y su sintaxis inusual, así como la influencia de las canciones populares. También es conocida por su retrato de las experiencias de una mujer durante los “años terribles” (como describió Aleksandr Blok este período de la historia rusa).

“Vivo únicamente en mis cuadernos – en mis deudas… Estoy completamente sola, en la vida y en el trabajo… Completamente sola – con mi voz”, escribió Marina una vez. Uno de sus últimos textos lo escribió en la localidad de Yelábuga y estuvo dedicado a su hijo Gueorgui: “Perdóname, pero en adelante habría sido todavía peor. Estoy gravemente enferma, esto ya no soy yo. Te amo enloquecidamente. Entiende que no podía seguir viviendo. A papá y a Alia [apodo de Ariadna] diles –si los ves– que los amé hasta el último minuto y explícales que caí en un callejón sin salida”.

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