La renovación de los feriantes para sobrevivir

Entre la reinvención y la búsqueda de nuevos canales de venta, los artesanos de las plazas contaron a Hoy cómo atraviesan este momento.

Claudia es una artesana de Los Hornos que participa del circuito de ferias de La Plata desde hace 13 años. La pandemia, que hace más de cuatro meses “cerró” las plazas, también levantó su puesto de trabajo. Ahora, además de dedicarles tiempo a sus criaturas de porcelana, también cose barbijos: “Tuve que reinventarme en algo que fuera útil y necesario en esto que nos toca”, reveló a Hoy


La nueva normalidad no contempla un lugar en las plazas para los artesanos, un espacio que supieron construir. Los juegos clausurados y las plazas sin gazebos son un paisaje habitual de esta pandemia que cayó sobre el mundo en este 2020.

“Me afectó como a todos los artesanos, no podemos ofrecer nuestro trabajo ni interactuar con los clientes. Por eso empecé a utilizar las redes sociales, cosa que no me convence, no me gusta tanto como el vivo y directo con el cliente”, contó Claudia, quien participó en las ferias de Parque Saavedra, Plaza Malvinas, Meridiano V, República de los Niños, y en los encuentros del Centro de Artesanos de Chascomús. “Gracias a Dios puedo decir que estoy con trabajo, por mínimo que sea, y es una forma de transitar este momento de la mejor manera, a nivel mental sobre todo”, señaló.

Por su parte, Florencia, de Regina Carteras, trabaja junto a su madre jubilada en el taller que tienen en su casa de Ensenada. Para ella, que participa como feriante en las plazas de la ciudad desde hace una década, la pandemia no sólo fue un problema porque cerró en un 100% los principales puntos de venta de los artesanos, las ferias, sino también porque “los negocios donde se compra la materia prima, Boedo y el barrio de Once, cerraron al principio de la cuarentena. Si bien después abrieron, no atienden al público. Hay que hacer el pedido por teléfono y lo mandan por correo o se pasa a retirar por el local.

Pero como yo soy de Ensenada no tengo el permiso para poder ir a buscar los materiales, y pagar el envío encarece demasiado el precio del producto final. Además, comprar los materiales online es un poco engorroso, porque no los puedo ver ni tocar”.

Como Claudia y muchos artesanos, Florencia buscó alternativas frente a la merma de las ventas: “Lo que hice fue dedicarme a coser para otras marcas. Ellas se encargan de traer los materiales y yo solamente coso”. También, como muchos, ella encontró un canal de venta en internet, “pero realmente no es mucho lo que se vende y cuesta bastante poder hacerlo”.

En el caso de Flavia, que es artesana en porcelana fría, la coyuntura también reorientó su trabajo. La alternativa “fue ofrecer y promocionar desde mis redes sociales, Facebook, Instagram y Whatsapp, pequeños adornos y velas temáticas para festejar cumpleaños en el hogar familiar”, según contó.
El contacto con los compradores, para el rubro, es un factor clave. Al respecto, Flavia señaló a Hoy que, en su caso, durante la pandemia “bajaron mucho los pedidos y las ventas, al no poder mostrar personalmente la producción propia”.

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