Las ruinas jesuíticas de San Ignacio un verdadero tesoro histórico

Ubicadas en el noreste de la provincia de Misiones, a 60 kilómetros de Posadas, las ruinas de San Ignacio Miní fueron una misión jesuita fundada a comienzos del siglo XVII para evangelizar a los nativos guaraníes.

Se trata de las reducciones más emblemáticas de la Compañía de Jesús en América. Vale resaltar que la misión original estaba dirigida por los sacerdotes José Cataldino y Simón Masseta, en una zona llamada Guayrá, con una construcción es de estilo barroco guaraní.

Por ataques de los bandeirantes, que fueron los líderes de las expediciones llamadas bandeiras, o entradas, que tuvieron lugar entre los siglos XVII y XVIII para explorar el interior de Brasil, debieron emigrar.

El padre Antonio Ruiz de Montoya condujo el éxodo de 12.000 aborígenes a través de selvas y ríos de la región. Luego de varios asentamientos temporarios, en 1696 se establecieron definitivamente.

El conjunto urbano estuvo construido en roca arenisca rosada y en menor medida en roca itacurú.

En cuanto a la planificación de la ciudad, se trata de uno de los más notorios trabajos de los jesuitas: la plaza de armas (el patio central), el cabildo, la iglesia (medía 74 metros de largo por 24 de ancho), las viviendas de los religiosos y de los nativos, el cementerio, el hospital, el colegio, los talleres y los almacenes son parte de las construcciones que daban forma a esta clase de poblado.

Los jesuitas fueron expulsados de América del Sur en 1767. En ese momento, comenzó el deterioro de las instalaciones. Además, en 1817, soldados paraguayos destruyeron San Ignacio.

Restaurado entre 1940 y 1950, es el conjunto mejor conservado en territorio argentino. Desde 1984 integra la lista del Patrimonio Mundial de la Unesco y es uno de los destinos más buscados por miles de turistas que llegan a la provincia de Misiones para ser testigos de uno de los sitios más emblemáticos del mundo.