cultura

Los misterios del jazz

Es una de las músicas más entrelazadas con la literatura y el cine. Ya nadie discute que su origen está en el África profunda.

El jazz, naturalizado estadounidense, es de origen africano, y existen tribus de las orillas de los grandes lagos que podrían reclamar patente de invención y aun derechos de autor a los explotadores de instrumentos y música de jazz-band, plaga de hoteles, restaurantes y cafés de todo el mundo que tienen al jazz como atracción. Los integrantes de esas tribus celebran las fiestas del jazz original: artefactos de caña de bambú, cobres y tambores, con los que los maestros compositores han logrado, sin plagiar e inspirándose en la naturaleza, un sonido único.

En sus comienzos, se trataba de una mezcla de ritmos e instrumentos asociadas a la vida de los esclavos, por lo tanto interpretadas como canciones de trabajo y de diversión colectiva. La improvisación es ya, en estos primeros momentos, un componente esencial de estas músicas, que las contrapone a la música compuesta de los blancos. El primer disco en el que apareció la palabra jazz lo grabó la Original Dixieland Band en enero de 1917 en Nueva York.

“Como un árbol que abre sus ramas a derecha, a izquierda, hacia arriba, hacia abajo, permitiendo todos los estilos, ofreciendo todas las posibilidades”, así definía Julio Cortázar al jazz, su música preferida. Un gusto que el escritor argentino de alguna forma llevó a su obra literaria, como tema y como estilo. Lo cierto es que algunos de los mejores libros de ficción sobre jazz de todos los tiempos están escritos en castellano: para adentrarse en el universo de Charlie Parker, no hay mejor método que leer uno de los cuentos más célebres de Cortázar, El perseguidor, en el que no se menciona una sola vez al genio del jazz, pero que ha hecho las veces de inequívoca inspiración del mismo. La historia del saxofonista Johnny Carter –personaje central de El perseguidor–, adicto a la marihuana y al alcohol, es, desde la ficción, un perfil inmejorable de Charlie Parker, uno de los mayores exponentes del bebop, estilo que encantaba al argentino.

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