Pedro Mairal entre la literatura y las redes sociales

El muy reconocido escritor argentino, radicado desde hace unos años en Uruguay, habló con el diario Hoy sobre su más reciente libro.

Esta historia ya no está disponible, es el libro de Pedro Mairal, publicado hacia fines del año pasado. Son relatos breves, eficaces, atravesados por el humor y el desconcierto, escritos desde la lógica de las redes sociales pero sin renunciar a su pertenencia literaria.

Diario Hoy conversó con este escritor acerca de los desafíos de las redes sociales y la película, de próximo estreno, basada en su novela La uruguaya.

—¿Qué tiene Montevideo que no tenga Buenos Aires para decidirte a vivir allí?

—A mi mujer y a mí siempre nos gustó Montevideo. Teníamos mucha curiosidad por saber cómo sería vivir acá. Con la pandemia, se digitalizó mucho nuestro trabajo, entonces, contemplamos la posibilidad de mudarnos. Así que estamos, ya hace más de dos años, viviendo en Montevideo.

—¿Esa tranquilidad es propicia para crear o extrañás un poco el barullo?

—No, cuando extraño el barullo cruzo y vuelvo. La verdad es que está muy cerca. Una de las cosas que siempre me pasa en Buenos Aires es una especie de hipervinculación. Nunca tengo tiempo en Buenos Aires, siempre estoy quedando mal con gente y encuentro poco tiempo para escribir.

—Hablemos de Esta historia ya no está disponible, tu libro más reciente. ¿El libro nació con un hilo conductor que va hilvanando todas las historias o pusiste todas las piezas del rompecabezas sobre la mesa y que el lector arme la figura que quiera?

—Me gusta eso segundo que decís, que el lector lo arme. Hay algo de esos muebles que compras sin armar y de los que se perdió el instructivo. Creo que cada uno arma el libro a su manera. Confio mucho en cómo los lectores lo armen.

Sé que hay un hilo conductor, porque hay una voz común, un “yo” que es un tipo que en un momento tiene cuarenta, después tiene cincuenta, y está criando hijos y viviendo en una ciudad, deambulando.

—En uno de los textos decís que “al final de mi adolescencia, cuando empecé a leer libros y escribir cuentos, nunca más me sentí solo, nunca más me aburrí”. ¿Cuál fue el primer libro o personaje que te hizo sentir acompañado?

—Yo creo que fue Holden Caulfield de El cazador oculto, de Salinger. Es un adolescente que lo echan del colegio y se va a hacer una escapada a Nueva York solo. Creo que ese personaje me acompañó mucho con su mirada desencantada sobre la vida adulta que se venía. Todo el tiempo, Holden Caulfied está señalando que todos son caretas.

La palabra en inglés es “phony”, que es falso. Él está muy enojado con ese mundo adulto que se le venía y del cual tiene que participar. Y no le sale participar de esa hipocresía. Ese personaje creo que me acompañó mucho, con ese deambular solitario.

—¿El humor sigue bajo sospecha en la literatura argentina?

—Sin dudas. Muchos escritores y escritoras no se animan a que haya cosas humorísticas en sus libros. Siempre el humor está visto como algo menor. Fijate cómo Fontanarrosa tuvo que esperar mucho tiempo para ser considerado escritor.

Lo humorístico siempre baja el precio de lo literario. Creo que eso es un error muy grande. De todas formas, yo no meto chistes en mis libros, sino que lo que hago a veces es ser irónico, sarcástico, exagerado.

A veces llevo lejos a la pequeña tragedia para que uno se termine riendo de lo mal que la está pasando un personaje. La distancia entre lo imaginado y lo real que siempre provoca cierta gracia.

—¿Qué es el humor para Pedro Mairal?

—El humor te hace sentir menos solo, esa es su gran enseñanza. El humor es una capacidad de dar un saltito al costado de tu propia tragedia.

Me parece que esa ganancia de perspectiva es muy importante para todo, no solo para escribir. Para mí, el humor es eso: la gran salvación. Una de las cosas que más miedo me da ahora de las inteligencias artificiales es que no tienen humor.

El robot no tiene humor. Y me da miedo que seamos juzgados en el juicio final por un robot que no va a entender tu chiste. Eso me da pánico.

—¿Cómo te llevás con las redes sociales? ¿Tenés adicción con alguna?

—Sí, estoy bastante adicto a redes. Lo que voy haciendo es desinstalarlas, sacar las aplicaciones de mi teléfono. Después las vuelvo a poner porque tengo que postear algo. Estoy aprendiendo a apagar, a cortarlas un poco. Incluso desenchufo el wifi para escribir en la medida de lo posible, si es que no me matan en casa, porque otros tienen que trabajar.

—¿Es posible alguna forma de literatura en las redes?

—Yo creo que la literatura es muy amplia, no está solo presente en los libros. La literatura también está en la oralidad, en la forma en que alguien cuenta algo. Incluso puede estar en un graffiti en la pared. Está por todos lados.

Sin dudas puede haber literatura en redes sociales: hay tweets que están muy bien redactados. Yo creo que las formas breves de la poesía, por ejemplo, funcionan bien en redes sociales.

Creo que Facebook es muy antipático para el texto, por su plantilla medio mezquina, gris, con letra muy fea. Creo que Instagram patea el texto para el costado también; lo que hace la gente es ponerlo en la imagen y, generalmente, salen aforismos. Y después creo que Twitter, con su anonimato y demás, provoca bastante agresividad.

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