¿Quiénes serán los primeros viajeros interestelares?

Los diminutos tardígrados, gracias a su capacidad extrema de hibernación (conocida científicamente como criptobiosis), apuntan a convertirse en la primera vida terrestre capaz de llegar a otras estrellas.

Un equipo de investigadores dirigido por Stephen Lantin, de la Universidad de Florida, sugiere que los tardígrados podrían ser la primera vida terrestre que llegue a otras estrellas. De acuerdo a su estudio, publicado en la revista especializada Acta Astronáutica, estos pequeños animales de medio milímetro de largo podrían tripular las futuras misiones interestelares para caracterizar y expandir el alcance de la vida conocida.

“Sería estupendo enviar humanos, pero existen limitaciones biológicas que hacen más aconsejable el envío de otros organismos, al menos en los primeros vuelos”, dice Lantin. “Se necesita mucha energía para enviar algo al espacio interestelar a las velocidades que proponemos y para hacer eso se necesita una carga útil realmente pequeña”. Por supuesto, el viaje sería solo de ida.

Hasta el momento, las naves que han abandonado el Sistema Solar pueden contarse con los dedos de una mano. Y todas ellas han tardado varias décadas en superar los 18.000 millones de kilómetros que es necesario recorrer para llegar al espacio interestelar.

A través de una serie de pruebas en el exterior de la Estación Espacial Internacional, los tardígrados ya han sido expuestos con éxito a las duras condiciones del espacio. Miden alrededor de medio milímetro, pero se trata de algunos de los animales más resistentes que hay sobre la Tierra. Como el gusano Caenorhabditis elegans, tienen la ventaja de la criptobiosis: una forma de hibernación extrema en la que los animales ralentizan radicalmente su metabolismo cuando se encuentran en condiciones adversas como la desecación o la congelación.

Starlight, el programa financiado por la NASA, está desarrollando una forma mucho más rápida de moverse por el espacio: velas solares impulsadas por potentes haces de rayos láser que podrían impulsar pequeñas naves, incluso, a un 10% de la velocidad de la luz. Con ellas, las enormes distancias que las sondas Voyager, por ejemplo, han tardado más de 40 años en recorrer podrían cubrirse en apenas unos días.

“Nuestra capacidad para explorar el cosmos por contacto directo se ha limitado a un pequeño número de misiones lunares e interplanetarias”, dijo el experto. “Sin embargo, el programa Starlight señala un camino a seguir para enviar pequeñas naves espaciales relativistas lejos de nuestro sistema solar. Son capaces de exploración robótica, pero también pueden transportar semillas y organismos, lo que marca un cambio profundo en nuestra capacidad para caracterizar y expandir el alcance de la vida conocida”, concluyó Lantin.

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