CIENCIA

Revelan las similitudes entre el cerebro de los pulpos y el de los humanos

Un equipo de científicos alemanes descubrió que la inteligencia de los cefalópodos evolucionó de forma parecida a la nuestra. Estos octópodos son capaces de procesar emociones que los impulsan a adoptar determinadas conductas y comportamientos.

Tal como prueba un reciente estudio publicado en la revista Science, los invertebrados, y no solo los mamíferos, son capaces de procesar sentimientos y de sentir emociones que los impulsan a adoptar determinadas conductas y comportamientos. Lo que el pulpo me enseñó, el documental del cineasta sudafricano Craig Foster, incluso cuenta el día a día de su relación con uno de estos animales y demuestra el nivel de inteligencia y desarrollo emocional de la especie. Ahora, un equipo internacional de investigadores dirigido por Nikolaus Rajewsky, del Centro Max Delbrück de Medicina Molecular de Berlín, afirma que el cerebro de los cefalópodos evolucionó de manera similar al de los humanos.

En su estudio, los científicos de Berlín sugieren que los pulpos y otros cefalópodos utilizan muchos más reguladores de ARN, microARN o miARN para controlar la actividad de sus genes. El miARN, según el trabajo, está profundamente relacionado con la aparición de cerebros complejos. “Mostramos que la principal innovación de ARN de los cefalópodos de cuerpo blando es una expansión masiva del repertorio de genes de miARN”, dicen los investigadores. “Las únicas expansiones de miARN comparables ocurrieron, sorprendentemente, en vertebrados”, agregan.

El alto grado de inteligencia mostrado por pulpos, calamares y sepias es algo que viene intrigando a los biólogos hace décadas, principalmente porque no se encuentra un nivel cognitivo similar en ningún molusco o entre los invertebrados en general. La inteligencia re­quiere de cerebros complejos, pero ¿cómo al­canzó esa complejidad el cerebro de estos animales? Rajewsky y su equipo descubrieron que la gran cantidad de miARN en los cefalópodos, muy superior a la encontrada en otros invertebrados, es comparable con la cantidad presente en los vertebrados. En particular, surgieron más de 50 miARN en los ancestros de calamares y pulpos, y se han conservado desde que estos linajes se separaron hace más de 300 millones de años. Tal supervivencia sugiere que su función es importante.

Tal como explican los científicos alemanes, existen diferentes tipos de moléculas de ARN. Las principales se conocen como ARN mensajeros y son copias de los genes que llevan instrucciones concretas a las “fábricas” que producen proteínas en el interior de una célula. Por el contrario, los miARN, mucho más pequeños, no codifican proteínas, pero sí que pueden regular la actividad de muchos genes diferentes, cosa que normalmente hacen interactuando con muchos ARN mensajeros diferentes. Tener un amplio abanico de miARN, aseguran, permitiría a los cefalópodos generar más tipos de neuronas y, por lo tanto, ser la base de una mayor complejidad cerebral.

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