Todo lo que hay que saber sobre los cantos de cancha
Como si fuera un detective, un escritor se propuso hallar la historia detrás de las canciones de tablón. “Cuanto más escarbaba, más misterios encontraba. Ahí entendí que había un libro”, indicó.
El procedimiento es simple: la hinchada de un equipo de fútbol toma una canción popular, le cambia la letra y la canta a coro en la cancha para transmitir un mensaje. En nuestro país, sin embargo, las transformaciones pueden esconder algunas historias maravillosas. “Descubrí que podía ponerme en el rol de un detective y contar la historia de cada canción de cancha”, dice el periodista y escritor Manuel Soriano. “Me iba poniendo plazos y asumí más abiertamente ese clima de policial noir, un poco parodiado porque estoy atrás de un teclado. Quería mostrar esa búsqueda cuando funcionaba, pero también cuando fracasaba”, agrega.
Siguiendo la pista de algunas canciones memorables de los tablones, Soriano comenzó a escribir una serie de crónicas para destejer algunas conexiones improbables. Desde una edulcorada balada mexicana, titulada Atrévete a decírmelo, hasta una amenaza muy concreta de la parcialidad de Atlanta: quemar el barrio de Floresta. Desde las marchas de los partidos políticos hasta los hits bailables de Erasure y Village People, pasando por La pollera amarilla y una lejana oda dedicada a las montañas de Aspen: una serie de melodías muy distantes pero unidas para alentar a los equipos, expresar agravios de pura xenofobia o separar didácticamente a “vigilantes” de “los que tienen aguante”.
Publicadas originalmente en revistas como Brando, Anfibia o diferentes medios de Brasil y Uruguay, Soriano acaba de reunir sus crónicas en el libro ¡Canten, Putos! Historia incompleta de los cantitos de cancha (Gourmet Musical Ediciones). “Cuando empecé a escribir estas crónicas, no tenía mucha idea del lugar en el que me estaba metiendo –dice Soriano–. Era un tema que me interesaba, pero no lo consideraba como un tema para escribir en serio. Fue una especie de prueba: una vez que hice las primeras tres, descubrí que de la búsqueda de un cantito podía escribir unas quince o veinte páginas. Cuanto más escarbaba, más historias y misterios encontraba. Ahí fue cuando entendí que había un potencial de libro”.
En el prólogo, Soriano cuenta una historia clave. Algunos años atrás, cuando llevó a unos escritores británicos a la cancha de Boca. En el marco de un partido aburrido, los extranjeros advirtieron que La Doce cantaba la melodía de Pop goes the world: un hit canadiense de los ochenta. “Avisame cuando escribas sobre eso”, le dijeron los británicos.
Llegando al final, Soriano le dedica un capítulo al desembarco platense de Diego Armando Maradona. “La crónica del Diego la escribí cuando asume como técnico de Gimnasia. Los cantitos dedicados a un solo jugador no suelen ser muy creativos. No se pasa mucho de corear los nombres. En todo caso, lo que me parece más interesante de los cantitos a Maradona son las tres formas diferentes de cantar el Maradó. La crónica parte de una pregunta que nos hicimos con un amigo en un asado: ¿qué muerte llenaría más baldes de lágrimas? Ahí empezamos a imaginar cómo sería realmente ese día. Entonces no había Covid-19. Nos imaginábamos que podía pasar si sucedía a fin de año. Pensábamos en quién podía llegar a estar en el gobierno, si podía darse un estallido social. Era un juego especulativo, pero la crónica se publicó como adelanto del libro, el día del cumpleaños de Maradona, y a las dos semanas fue la muerte. Muy raro”, contó Soriano.