Una campaña incentiva a la gente a ir a las dietéticas y verdulerías: “Semana de la no dulzura para siempre”
“Hay que cambiar los hábitos alimenticios para las generaciones que vienen”, indicó Eduardo Ferraresi, especialista en nutrición, en diálogo con diario Hoy.
"Dicen que termina el domingo, pero yo la extendería mucho más. Haría un programa a nivel nacional sobre lo que en realidad hace el consumo de azácares, buscando generar conciencia desde chicos. La campaña comenzó esta semana, pero uno no se puede detener en ella. Hay que cambiar los hábitos alimenticios para las generaciones que vienen”, dice el especialista en nutrición Eduardo Ferraresi en comunicación con diario Hoy. “Semana de la no dulzura para siempre”, se ríe.
“La semana de la no dulzura”, que nace en 2019, propone reeducar el paladar y repensar las costumbres alimenticias, comprar en dietéticas o verdulerías. Su némesis es la Semana de la Dulzura, que nació en 1989 para promover el consumo de golosinas en kioscos.
El fin de esta campaña, ya en su cuarta edición, es desalentar el consumo de azucares, generar conciencia para que la gente modere su consumo y así poder prever enfermedades crónicas. El lema que lleva consigo la misma es “menos super y kioscos, más dietéticas y verdulerías”
Este año se utilizaron piezas gráficas con fotos de animales con la capacidad de camuflarse entre se entorno, como el camaleón o alguna serpiente o lechuza. El mensaje es “aunque no lo veamos, el azúcar está en más de la mitad de los productos de supermercado”, y explican: “¿Sabías que el azúcar se esconde en más de 50 nombres engañosos?”
“En la Argentina consumimos 115 gramos de azúcar diarios por habitante, el triple de lo que recomienda la Organización Mundial de la Salud, que va de 50 gramos (como límite firme) y 25 gramos para obtener beneficios adicionales”, sostuvo Luciana Paduano, nutricionista miembro de Aadynd (Asociación Argentina de Nutricionistas y Nutricionistas Dietistas). “Favorece la obesidad y otras enfermedades crónicas no transmisibles como la diabetes tipo 2, el cáncer, las enfermedades cardiovasculares y enfermedades cerebrovasculares, que en su conjunto constituyen la primera causa de muerte en el país”, agregó.
Este año, lo que busca la campaña es visibilizar acompañando el proceso de implementación de la Ley de Etiquetado Frontal de Alimentos, promulgada en 2021 y reglamentada en 2022.
Esta Ley le dará a los consumidores información clara, oportuna y veraz sobre el valor nutricional de los alimentos, al mismo tiempo que evidencia el contenido de azúcar que ahora se esconde entre más de 50 nombres diferentes (jarabe de maíz o JMAF, fructosa, sacarosa, sirope de agave, dextrosa, melaza, panela, jarabe de glucosa, concentrado de fruta, entre otros).
“No sabemos qué comemos”
Según Ferraresi, “la nueva Ley era fundamental, porque acá no sabemos realmente que comemos. Y cuando lo queremos saber, te hacen pagar ese conocimiento teniendo que comprar productos carísimos de acá u otros lados que siempre han tenido la información. Algo muy similar pasa con las personas que sufren celiaquía, los productos sin TACC son carísimos. El paso siguiente debería ser que toda la población tenga acceso a una mejor alimentación, no solo las clases altas”.
Más de la mitad de los productos contienen azúcar
“El problema no es el azúcar en sí mismo sino su exceso, porque la dosis hace al veneno. En 1800 se estima que el consumo per cápita rondaba un kilo anual, ¡lo mismo que hoy consumimos en 10 días!”, explica Antonella Robledo Irigoyen, nutricionista creadora de la Semana de la no dulzura. Ahora, la mitad de los productos que hoy están en góndolas, o más, contienen azúcar. Pueden estar presentes incluso en lugares impensados como pastas de dientes, pan de molde, salsas, aderezos o pizzas congeladas. ¿Cómo se explica esto? El exceso de azúcar se explica en que “es un ingrediente barato para las industrias y aporta más sabor a los productos”, pero en perjuicio de la salud de la población. A partir de la nueva Ley de Etiquetado Frontal, los fabricantes de alimentos estarán obligados a incluir un sello octogonal en la cara principal o frente de los envases que contengan niveles excesivos de nutrientes críticos o valor energético.