El consumo en supermercados cae por decimoquinto mes consecutivo en plena recesión

Las ventas en grandes cadenas volvieron a desplomarse en marzo, con una baja interanual de entre 5% y 7%. El ajuste de Milei, sumado a la inflación persistente y los tarifazos, siguen golpeando el bolsillo de los argentinos.

El consumo en supermercados volvió a mostrar una caída en marzo, con una baja interanual estimada entre 5% y 7%, según fuentes del sector. Se trata del decimoquinto mes consecutivo de retroceso en las ventas, reflejo del profundo deterioro del poder adquisitivo en un contexto de inflación persistente y ajuste económico impulsado por el gobierno de Javier Milei.

El dato adquiere mayor gravedad al considerar que esta retracción se produce sobre una base ya deprimida: en marzo de 2023, el consumo había caído 7,3% según la consultora Scentia. Así, la contracción actual no sólo repite una tendencia negativa, sino que profundiza el retroceso de un mercado que no encuentra piso desde fines de 2022.

Desde diciembre pasado —único mes con un leve repunte del 1,4% interanual— el derrumbe se profundizó hasta llegar a un pico de caída del 22% en septiembre. En los últimos meses, las bajas se moderaron pero continúan siendo significativas: -9,8% en febrero y una nueva contracción en marzo.

Algunos analistas habían advertido que las inundaciones en Bahía Blanca, que provocaron cierres temporales de supermercados, pudieron haber sesgado los primeros relevamientos de marzo. No obstante, con la reapertura paulatina de esos locales, todo indica que la caída fue generalizada a nivel nacional.

A diferencia de lo que ocurrió en otras épocas de crisis, esta vez no puede atribuirse el fenómeno a un traslado del consumo a canales alternativos como autoservicios barriales: estos también registraron bajas aún más pronunciadas. La eliminación de programas como Precios Cuidados, que antes funcionaban como anclaje para ciertos productos básicos, terminó por debilitar aún más el flujo de compradores.

La suba sostenida de tarifas de luz, gas y transporte en los primeros meses del año obligó a las familias a reasignar sus ingresos, resignando gastos en alimentos y productos de primera necesidad. Aunque los salarios formales mejoraron levemente en relación con noviembre pasado, esa mejora quedó opacada por los aumentos de precios y servicios.

El dato de inflación de marzo en la Ciudad de Buenos Aires (3,2%), sumado a recientes remarcaciones tras la suba de los dólares paralelos, anticipa un escenario aún más difícil para abril. Lejos de encontrar alivio, el consumo parece seguir atrapado en un espiral descendente sin signos de recuperación inmediata.

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