“Ellos quieren imponer sus planes de muerte, arrasamiento y saqueo”

Eduardo Tavani, presidente de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, brindó a diario Hoy su opinión sobre el atentado contra la vicepresidenta y habló del avance de los discursos de odio.

Este multimedio dialogó con el presidente de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH), Eduardo Tavani, antes y después del atentado contra Cristina Fernández de Kirchner.

Los organismos de derechos humanos se habían encontrado con la vicepresidenta para expresar su apoyo previo al atentado, y allí fue donde Tavani vio a la mandataria “muy serena y firme en sus convicciones”. Posteriormente tuvo lugar el terrible hecho de violencia sucedido el jueves, sobre el que Tavani brindó su opinión.

—¿Qué sensaciones le dejó el atentado contra la vicepresidenta?

—Estamos profundamente consternados y estremecidos. No podemos dejar de pensar qué estaría sucediendo por estas horas si el arma efectivamente hubiera sido disparada. Somos muy conscientes de que los mentores de la persecución y el hostigamiento a la persona de la vicepresidenta en los medios y en los tribunales carecen de escrúpulos y que en su agenda estaba seguramente esta otra variante criminal, extrema por cierto: me refiero al magnicidio. Una cosa es imaginarlo y otra verlo en los hechos; observar esas imágenes horrorosas de un sicario gatillando a centímetros de la vicepresidenta resulta escalofriante. Si no paramos los discursos de odio, si no frenamos la avanzada reaccionaria y nos quedamos en el mero declaracionismo, por más que ganemos las calles, ellos van a imponer sus planes de muerte, arrasamiento y saqueo. Es eso lo que los mueve, y para lograrlo necesitan acciones paralizantes que les permitan derribar ciertas barreras: Cristina es una. Si no tomamos conciencia de esto y no hacemos lo necesario para evitarlo, la paz social y las instituciones serán una quimera y los verdaderos enemigos de la democracia y la República habrán ganado la partida.

—¿Cómo se posicionan ante la causa Vialidad y el avance judicial contra la vicepresidenta?

—Esta causa es algo escandaloso en el derecho, lo han dicho hasta quienes no tienen la más mínima empatía con ella. Se trata de una causa inventada, ya que no tienen de dónde agarrarse para poder señalar o calificar determinados delitos. En ese marco, los organismos nos reunimos con la vicepresidenta de la Nación para hacerle llegar nuestra solidaridad y nuestro apoyo.

—También han cuestionado la figura de “asociación ilícita”...

—Es una figura compleja que se trajo para lograr acomodar las fichas que la fiscalía tiene dispuestas para intentar llevar adelante una condena. Y en esta causa está forzada. Todo esto ha sido traído para conseguir una proscripción a la posibilidad de su candidatura a futuro en Argentina. Esto a su vez es una reproducción en escala superlativa de lo que llamamos guerra jurídica o lawfare. Asociar a un gobierno y a sus políticas de Estado con asociación ilícita tiene como objetivo que el tribunal que vaya a juzgar se sienta justificado a reconocer o admitir algo que es inadmisible. En el derecho argentino, la asociación ilícita siempre se la pensó para perseguir. En el fondo, la condena a Cristina Kirchner tiene mucho que ver

con una condena al propio peronismo, a sus ideales y a sus prácticas políticas. Ha pasado con el radicalismo, y creo que debe haber muchos radicales que están preocupados por esto que sucede.

—¿Cómo la vieron a la vicepresidenta al reunirse previamente a lo ocurrido el jueves?

—La vimos muy bien, muy afectuosa con las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. Su actitud es un reflejo de lo que sucede en la puerta de su casa. Nosotros la vimos muy serena, muy firme en sus convicciones y muy clara en el análisis que hace de la política de hoy. No tengo ninguna duda de que es la mayor referente política en este tiempo en el país y en la región. Es un fenómeno que en nuestro país ya se dio y que no es muy común en el resto de América Latina, pero que es un liderazgo único.

—En un país donde se construye constantemente “memoria, verdad y justicia”, ¿cree que este tipo de situaciones impiden esta construcción?

—El proyecto de memoria, verdad y justicia no fue solo construido por la política. Sin embargo, la política tuvo mucho que ver. Por ejemplo, con la nulidad de las leyes de impunidad, se abrió una puerta importantísima para poder avanzar en el juzgamiento de esos crímenes. Y eso no lo perdonan. Tampoco le perdonan otras políticas sociales que ampliaron derechos. Cuando amplían derechos, se recurre a quienes más tienen, entonces hay ciertos privilegios que empiezan a recortarse sin que eso signifique afectación alguna a la propiedad privada o a pérdidas de patrimonio. Sin embargo, hubo disponibilidad de ciertos recursos a través de una presencia muy efectiva y eficaz del Estado que permitía una distribución del ingreso y que hizo posible que mucha gente pudiera mejorar sus condiciones de vida. Eso no se lo perdonan a los gobiernos populares, y se lo cobran con guerras jurídicas. No tienen límites y, como son los dueños de todas las cosas, pueden ir por más. Lo vimos en la historia, son capaces de todo. Tras la bandera de la anticorrupción se esconde otra que es la de intereses particulares, y se valen de eso para hostigar y perseguir. Esta es la lógica de estos señores: reprimarizar la política y borrar de un plumazo los movimientos nacionales y populares.

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