Futbolistas políticos: una combinación que no siempre garantiza el triunfo

Son varios los jugadores exitosos transformados en políticos, pero, como ya se indicó desde este multimedio, son pocos los que abrazan a la política como una manera de transformar la realidad.

La política es para algunos, una forma de mantenerse activos tras el abandono de la práctica deportiva de élite. Desde diario Hoy se realizó un caprichoso raconto de varios deportistas de nuestro país que se volcaron con diferente suerte hacia la arena política, que, en este caso, se centrará en los futbolistas, pero sin limitarse a nuestras fronteras.

Las secretarías de Deportes de los municipios, las provincias y la Nación se han visto desbordadas de futbolistas que dejaron la actividad, pero también están los que se han animado a poner su prestigio en juego para ocupar lugares ejecutivos o alguna banca en las Cámaras.

El caso más cercano podría ser el de Romário de Souza Faria, o simplemente Romario, que entró en política en 2010, cuando fue elegido diputado por el estado de Río de Janeiro. En 2014 consiguió un escaño en el Senado que renovó en la última elección.

Así como en su vida deportiva, en donde pasó por varias instituciones, el ahora senador bolsonarista comenzó su andar en las legislaturas representando al Partido Socialista Brasileño​, pero poco a poco fue cruzando de vereda y luego pasó al partido Podemos, para finalizar en el Partido Liberal.​ Sus ambiciones no se limitan a las bancas en el Congreso brasileño, sino que pretende alguna vez acceder a la gobernación de Río de Janeiro.

Uno de sus compañeros en el Mundial de 1994, José Roberto Gama de Oliveira, mejor conocido como Bebeto, fue elegido en 2010 diputado del Estado de Río de Janeiro dentro del Partido Democrático Trabalhista (PDT). En 2014, su labor centrada en el deporte, la salud y la educación le valieron su reelección.

Bélgica, selección que animará el grupo F y que para algunos puede ser una de las sorpresas del Mundial, tiene también su ejemplo de seleccionado convertido en político. Así es el caso de Marc Wilmots, quizás uno de los mejores jugadores de la historia de su país, que jugó cuatro mundiales y tras su retiro, fue electo senador por el Movimiento Reformador en 2003. Pero la comodidad con la que se manejaba en el mediocampo no se tradujo en las bancas de la Cámara y tras apenas dos años, se retiró para sentarse en el banco de suplentes y dirigir equipos de fútbol.

Otro ejemplo de un paso fugaz es el de Hakan Sukur, el jugador turco que fue parte de la selección que ganó el último escalón del podio en Corea-Japón 2002. Tres años después de su retiro en el 2008, ganó un escaño con el partido Justicia y Desarrollo, de tendencia conservadora. Pero en el 2013 renunció al partido.

Para peor, en agosto de 2016, el gobierno de Turquía emitió una orden de arresto en su contra acusándolo de ser “miembro de un grupo terrorista”, en referencia a la organización del predicador Fethullah Gülen, cuya extradición fue solicitada por el presidente Recep Tayyip Erdogan tras el intento de golpe de Estado de Turquía de 2016. Por este motivo debió exiliarse en Estados Unidos, donde tuvo una cafetería que debió cerrar y ahora trabaja conduciendo un Uber y vendiendo libros como forma de ganarse la vida.

El exjugador español Tomás Reñones fue concejal de Marbella y alcalde interino, pero el éxito en las canchas no se tradujo a su vida en la política, que lo llevó a cumplir una condena de nueve meses de prisión por participación en la corrupción urbanística e inmobiliaria en Marbella.

El actual director técnico de la selección ucraniana de fútbol, Oleksandr Petrakov, que además es el jugador que jugó más partidos -432- y más goles anotó -211- en la historia de la liga soviética, tuvo paso por la política en 2002 cuando ganó un escaño por los socialdemócratas, pero al término de su período eligió volver a las canchas y dejar su experiencia en las Cámaras.

Su coterráneo y antecesor al frente de la selección, Andriy Shevchenko (quizás el mejor futbolista ucraniano de la historia) dejó el fútbol en 2012 para dedicarse a la política, pero su partido apenas obtuvo un 1.7% de los votos, lo que no fue suficiente para ocupar una banca en el parlamento.

Finalmente está el caso del liberiano George Weah, uno de los mejores jugadores africanos de la historia (sino el mejor) que supo traducir su disciplina en los campos de juego y trasladarla a su carrera política.

Su compromiso con la realidad de su país no solamente hizo que se negara a jugar en otros seleccionados, sino que para el Mundial de 2002, se cargó al hombro la tarea de tratar de clasificar a su equipo no solo como jugador, sino también como capitán, patrocinador y asistente del seleccionador Philippe Redon. Su sueño quedó trunco en la última jornada, donde Liberia quedó a un punto de Nigeria y no llegó a la cita ecuménica.

Tras retirarse en 2003, inició su carrera política en un país que venía de superar una larga guerra civil. Para ello, fundó el partido Congreso para el Cambio Democrático (CDC) con el que se presentaría a las primeras elecciones presidenciales de 2005, pero a pesar de haber sido el candidato más votado en primera vuelta (28.27% de los sufragios) acabó cayendo derrotado por Ellen Johnson-Sirleaf en el balotaje.

Las generales de 2011, lo encontraron como vicepresidente del candidato Winston Tubman y el resultado fue otra derrota. En 2014, Weah fue electo senador y en 2017, llegó al cargo de Presidente, políticamente fortalecido y apoyado por una coalición electoral con el Partido Nacional Patriótico (NPP) de Jewel Taylor.

Desde el 22 de enero de 2018 dirige la República de Liberia, siendo el primero del país en suceder al líder de un partido político distinto por medios constitucionales y pacíficos.

Noticias Relacionadas