Entrevista exclusiva

“Las injusticias también se cometen desde la Justicia”

El juez de Garantías Juan Pablo Masi fue finalmente exculpado en el jury que se le inició, entre otras cosas, por haber sobreseído a Daniel Scioli en una causa por supuesto enriquecimiento. En diálogo exclusivo con diario Hoy, el magistrado dijo que quiere dejar atrás la pesadilla que se inició hace dos años, cuando el procurador Conte Grand decidió promover la acusación

Solo quedan algunos trámites burocráticos para que Juan Pablo Masi pueda reincorporarse al Juzgado de Garantías 4 de nuestra ciudad. Una oficina que debió dejar en septiembre de 2019, cuando la Suprema Corte bonaerense lo obligó a tomar una licencia, en vista de que el procurador general Julio Conte Grand había re­suelto impulsar su enjuiciamiento. Más de dos años después, el jurado dictaminó que en el único tema que quedaba en pie no le cabía culpa alguna. Y ahora Masi ya puede respirar tranquilo.

En diálogo exclusivo con diario Hoy, el magistrado se mostró ansioso por dejar atrás la “pesadilla” que vivió durante este tiempo. “La pasé mal. Recién ahora me doy cuenta. Me dolió mucho, mucho, mucho”, dice. Se resiste a hacer interpretaciones políticas sobre lo ocurrido. No sería difícil aventurarlas: Conte Grand, exfuncionario del gabinete de María Eugenia Vidal, habilitó el pedido de jury de la fiscal Cecilia Corfield por la decisión de Masi de sobreseer al antecesor de Vidal en la Gobernación, Daniel Scioli, en una causa por presunto enriquecimiento ilícito. “Si alguien cree que hay que investigar, que investigue”, exhorta Masi, pero no hace señalamientos.

Apenas se enteró de que el jurado de enjuiciamiento lo encontraba inocente, Masi envió un sentido mensaje a sus amigos más íntimos en el que decía: “Aprendí que las injusticias también se cometen desde la Justicia, o en nombre de la Justicia. Y que ningún juez tiene la verdad comprada. Todos nos equivocamos, pero algunos a propósito”. Y en otro tramo agregaba: “Que nadie se pregunte qué pienso de los que me denostaron. Nada. No vale la pena ni hablar de ellos. Que se ocupe Dios, la vida o quien sea. No pienso perder un minuto en ellos”.

—¿Por qué cree que pasó esto?

—Yo creo que eso es lo que se preguntan los jurados. Prefiero no expedirme sobre eso. Quiero mirar para adelante. Después se verá si alguien tiene que rendir cuentas por esto. Al que le quepa el sayo que se lo ponga. El cuestionamiento a la fiscal lo hace el jurado, no yo.

—¿Cree que el suyo es un caso aislado o suele darse?

—No pasa siempre, pero uno a veces ve que se critican mucho las sentencias de los jueces. El juez tiene que tener plena libertad de resolver lo que le parezca. Si no nos gusta, apelamos, ¡y está bien! Me encanta que me apelen, me encanta que me revisen las sentencias. Pero no podemos tomar al jurado de enjuiciamiento como una instancia de apelación: “No me gustó lo que dijo el juez, ah, entonces lo denuncio para que lo echen”. Además, ¿por qué una fiscal tiene que estar descontenta con algo que se hizo diez años atrás? ¿Ahora se acuerda y está descontenta? ¡Qué loco! No lo digo yo, ¿eh?, lo dice el jurado. El jurado en pleno: “Las manifestaciones realizadas por la parte acusadora no son más que meras especulaciones que derivan de su propio descontento con el ­trámite del proceso”. ¿Por qué está descontenta la fiscal? ¿Qué le importa? Si no fue ella la fiscal del caso. ¿Qué tranquilidad de espíritu puede tener un juez para juzgar si dicta un decisorio y diez años después viene una fiscal y dice: “Vos en este juicio te equivocaste, ahora te vamos a echar”?

—¿Relaciona la acusación contra usted con alguna cuestión política?

—No sé. Si alguien cree que debe hacer una investigación, que la haga. Yo la verdad que no quiero perder un minuto más.

—¿Cómo fueron estos dos años? ¿Cómo se sintió?

—Me sentí mal. Tuve que hacer tratamiento psiquiátrico. Estuve al borde de la muerte, no por esto, pero mi psiquiatra me dijo que la parte anímica tuvo mucho que ver, porque nunca lo exterioricé, y eso me destruyó. En septiembre de 2019 tuve Covid y no me pasó nada. En abril me agarró el pos-Covid y no me mató porque Dios no quiso. Mi psiquiatra me dijo: “No fue por esto, pero esto ayudó”. Y también está mi familia. Hay gente que tendría que pensar que por ahí genera mucho dolor. Y no a la persona necesariamente. Es como un escopetazo. Por ahí no le hacés el mayor daño a la persona a la que le apuntás, sino a la que está al lado.

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