“Este deporte cambia a las personas”

Sebastián Castro y Nicolás Matray dialogaron con Hoy sobre el fenómeno del jugger, disciplina que se practica en nuestra ciudad y hace hincapié en el factor humano

No es un trago y tampoco tiene que ver con el apellido de un famoso cantante. El jugger es un deporte de equipo que da preponderancia al factor humano. Si bien su nacimiento oficial (con las reglas actuales) se produjo en Alemania hace más de dos décadas, en la Argentina empezó a ganar relevancia en los últimos tiempos y nuestra ciudad no quedó ajena a su evolución, ya que muchos jóvenes, de entre 17 y 25 años principalmente, lo practican todos los sábados en la rambla de Avenida 32 o en el Parque Saavedra.

La disciplina, originada a partir de una actividad que ejercían ciertos intérpretes de las películas La sangre de los héroes y El saludo del Jugger (lo practicaban para juntar calaveras y venderlas en la gran ciudad), consiste en el enfrentamiento mixto de 5 contra 5. Al jugger se juega con una pelota llamada jugg y unas armas recubiertas con materiales blandos. Solamente un representante de cada equipo (el corredor) tiene autorización para tocar el jugg (con las manos). Para obtener una anotación debe colocarse el jugg en la zona rival dentro de una marca (denominada base) situada en cada uno de los dos extremos del terreno de juego. El resto de los jugadores (los pompfers) portan armas y las emplean para enfrentarse a los jugadores del equipo contrario y proteger a su corredor. En definitiva, el conjunto que haya logrado marcar más tantos alcanza el triunfo.

En septiembre pasado, Pipinas albergó un torneo internacional de 15 equipos. En tanto, el próximo 17 febrero habrá otro similar en la Escuela Albert Thomas platense.

Sebastián Castro trajo de España el amor por este deporte y Nicolás Matray, platense, se sumó por mudarse cerca de donde lo practican.  Ambos le contaron a Hoy sus sensaciones.

—¿Quiénes pueden jugar este deporte?

SC:—Se juega sin distinción de género ni edad. La gente que lo practica suele tener gustos cercanos a lo nórdico. El jugger se remonta a una etapa medieval, es un deporte postapocalíptico.

NM:—Generalmente se interesan jóvenes de entre 17 y 25 años, estudiantes universitarios. Sin embargo, no hay un carácter eliminatorio: he visto a gente de 50 años jugándolo. 

—¿Se trata de un deporte autoarbitrado?

NM:—Hay árbitros, pero la lógica del juego reclama honestidad. Si te tocan, quedás afuera, y uno debe reconocer cuando eso ocurre. Si no lo asumís, el árbitro ingresa y te cobra una falta. Hay que hacerse cargo y agacharse. De lo contrario, el infractor recibirá una amonestación. El espíritu del jugger es divertirse y ser leal. 

—¿Qué esperan del jugger?

SC:—Me gustaría que mantenga su esencia y que la gente pueda sumarse sin prejuicios. Es un deporte que cambia a las personas, les permite encontrar el sentido del compañerismo. 

NM:—El jugger significa trabajar en lo humano. Nuestra intención es que siga creciendo.