Un campeón de la vida

Tras conseguir dos medallas de bronce en atletismo en los Juegos Paralímpicos de Río, el velocista Hernán Barreto dialogó en exclusiva con el diario Hoy y contó su increíble historia de vida

Sorteando duros obstáculos que pusieron a prueba su carácter, el velocista paralímpico Hernán Barreto demostró que es un ejemplo de vida.

“Fue duro incursionar en el atletismo. Entrenaba solamente con un par de zapatillas rotas, porque no tenía dinero para comprarme otro. Recién cuando me becaron pude hacerlo, no fue fácil”, cuenta.

Sin embargo, este campeón de la vida llegó a conquistar dos medallas de bronce para el país en los pasados Juegos de Río de Janeiro, en las especialidades de 200 metros T35 y en 200 metros llanos, demostrándole a la Argentina y al mundo que siempre pueden superarse las adversidades.

El medallista, que padece secuelas de una parálisis cerebral, dialogó en exclusiva con este medio y arrojó sus sensaciones después de semejante logro en su carrera.

—¿Cómo te sentís después de todo lo vivido?

—Viví un momento muy lindo y estoy más que feliz por los logros conseguidos. Llegar a un podio en una competencia de este tipo es algo que siempre soñé y ahora me siento realizado. De todos modos, esto no quita que en los próximos Juegos voy a ir por más. El sueño del oro no me lo saca nadie (risas).

—¿Tuviste que atravesar muchos obstáculos para llegar al lugar en el que te ubicaste?

—Sí. Antes tenía que trabajar de lo que fuera. Me decían que tenía que ir a cortar el pasto, y yo iba. Había días en los cuales no se comía en casa. Pan y leche eran nuestro alimento. Pero a veces no teníamos ni eso. Hoy por hoy, gracias a las becas, estoy bien económicamente como para sostener a la familia que formé con mi señora y mi nena de tres meses. Nunca me importó que la gente me dijera que no podía hacer algo por mi discapacidad. 

—¿Sufriste violencia?

—En un momento mi papá se había puesto de novio con otra mujer. Empezó a tomar alcohol, se puso agresivo, venía cerca de la medianoche y le pegaba a mi mamá porque no tenía plata para comer. Hasta que un día me metí y le dije que se fuera. Si bien terminé golpeado, él terminó entendiendo y se fue.

—¿Qué consejo podés dar a los chicos que pasan por una situación similar?

—Les diría que, pese a todas las adversidades del mundo, incluyendo la discapacidad propia, nada es imposible si se lucha día a día para cumplir con los sueños que uno se propone. No es fácil, pero siempre hay una luz de esperanza para sobrepasar los malos tragos que te presenta la vida.

—¿El atletismo fue la salvación?

—El atletismo fue el medio de escape a todos los problemas que tenía en mi vida, pero a su vez fue el impulso para sobreponerme a las adversidades planteadas, lo que realmente me sacó de esos problemas. Hoy la vida me sonríe, gracias a la beca y los logros que voy consiguiendo. Puedo mantener a mi familia y construir un futuro; estoy feliz.

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