Consumo en jaque

En el último año, el consumo de productos de la Canasta Básica (azúcar, aceite, harina, yerba, carne, frutas, verduras, entre otros) se redujo un 1,5%. Efectos de la crisis y de la inflación jamás resuelta por el kirchnerismo

La inflación, tan negada por el gobierno, sigue estando en el tapete de la opinión pública, donde los índices de precios dados a conocer desde el Indec son criticados por propios y extraños.

Los precios aumentan día a día y el organismo público“dibuja” un número irreal a lo que viven los consumidores. Eso se suma a los incrementos en los servicios públicos, transporte, alquileres, expensas, que hacen que la gente cada vez destine menos dinero al consumo y se retraiga a gastar lo mínimo indispensable.

Sólo en el último año, el consumo de los productos de la Canasta Básica se ha reducido un 1,5%, golpeando fuerte el bolsillo de los sectores populares, principalmente en el interior del país, donde la caída trepó al 1,9%, dando visión de la gravedad del asunto.

Más allá de los discursos altisonantes del kirchnerismo mostrando los efectos de la “década ganada”, la realidad muestra otra distinta. La venta de artículos de limpieza cayó un 2,9%, 2% la de frutas y verduras, la de arroz y aceite un 2,2%, la de carnes un 6%, la de productos congelados un 7,3%, la de electrodomésticos un 10%, y así se repite en cada uno de los sectores.

En diálogo con Hoy, el representante legal de Consumidores Libres, Héctor Polino, remarcó que “esta caída en el consumo pasa porque la inflación le está ganando a los salarios. Los aumentos que se dieron fueron absorbidos por la inflación y la gente en lo primero que recorta es en los gastos cotidianos, que se vieron menguados por la escalada inflacionaria que viene sufriendo la Argentina”.

El exdiputado nacional señala que “si no se toman medidas para combatir la inflación, el proceso seguirá en aumento y estará todo todavía más revuelto. No se vislumbra por parte del gobierno un plan antiinflacionario efectivo para acabar con el principal problema que tienen los hogares argentinos por estos días”.

“Yo creo que si se agudiza la crisis, también va a cambiar el humor del electorado y pueden variar las expectativas electorales por parte del oficialismo. El temor es que esto lleve a aumentar la presión sobre los sectores populares, con lo que el consumo se va a seguir restringiendo y la realidad económica en vez de mejorar va a retroceder en demasía”, concluye Polino.

Es justamente el costo del índice inflacionario lo que sufren los sectores pobres de la sociedad, que ven como la presión impositiva sucumbe sus ingresos y la calidad de vida no hace más que retroceder. Con una tasa de inflación anual del 40%, cada 100 pesos existentes a principio de año podrán adquirir en diciembre el equivalente a 60 pesos de hoy.

El Ejecutivo parecen no nota los efectos devastadores que produce la inflación en los sectores más pobres de la población, y la supuesta teoría del “derrame K” que tanto suele pregonar el oficialismo, queda en la nada, ya que la gente ve diariamente cuando realiza sus compras aumentos sustanciales en los productos de primera necesidad que componen la canasta básica de alimentos.

Paralelismo con el 2001

Para encontrar una situación parecida en la retracción del consumo en el país, hay que remontarse al año 2001, cuando la gente debía hacer malabares para llegar a fin de mes, y los sueldos se restringían por las medidas tomadas por De la Rúa y Cavallo.

Si bien las expectativas no son tan graves como en ese entonces, de no tomarse medidas concretas y específicas para detener el proceso inflacionario, la crisis en vez de detenerse puede agravarse, con consecuencias todavía impredecibles.

Con una población que reduce hasta lo mínimo indispensable sus gastos y con precios que aumentan en forma constante sin que las autoridades económicas produzcan acciones certeras para frenarlo, las semejanzas con 2001 están a la vista de todos, más allá que el oficialismo mire para otro lado y se haga el sordo ante los reclamos populares.

La recesión y la tendencia inflacionaria de la economía, evidencian un empeoramiento de la capacidad de consumo de los hogares, un incremento de la proporción de estos últimos a los que el ingreso monetario no les resulta suficiente para afrontar los gastos corrientes y un descenso en la magnitud de compra que pone a los hogares al borde del abismo.

Números que asustan

A pesar de que el gobierno habla de un país que está sorteando la crisis con valentía y le pone el pecho a las balas, la realidad muestra que en distintos sectores la situación va en una baja pronunciada.

Esto se desprende incluso de los datos que brinda el propio Indec en algunas de sus estadísticas, como por ejemplo que las ventas en centros de compras cayeron 11,2% en septiembre respecto de agosto último, registrando así su tercer mes consecutivo con variaciones negativas y representó la caída más importante del año.

Las ventas en los shoppings a los que acuden los sectores más pudientes de la sociedad, trepa en lo que del año al 3%, mientras que la venta de autos cayó un 25% y la de motos un 30%.

Pero los datos negativos no quedan sólo ahí, sino que el empleo en los centros comerciales ha retrocedido en los últimos 12 meses un 30% como consecuencia directa de la caída en el consumo de la población.