Un líder que intenta cambiar al mundo

En Río de Janeiro, ante una multitud de Jóvenes, el Papa Francisco pidió “hacer lío” para que la Iglesia “no sea una ONG” y se movilice a favor de los excluidos

Francisco, nuestro Papa gaucho, sigue asombrando al mundo. Ayer volvió a reunir en Río de Janeiro a una verdadera multitud de jóvenes, proveniente de distintos países del mundo, y emitió una serie de importantes mensajes que calan muy hondo en la Argentina ya que apuntan a dos problemas con mucha incidencia en territorio nacional: el narcotráfico y la exclusión económica de jóvenes y ancianos.

Ante miles de jóvenes, el Papa instó a salir a las calles para "hacer lío", en un evento fuera de programa oficial que por seguridad era rechazado por las autoridades de Brasil.
"Estamos presenciando una filosofía y una praxis de exclusión de los polos de la humanidad. Exclusión a ancianos, por supuesto, porque no se los cuida. Y exclusión de los jóvenes sin trabajo. ¡El índice de gente sin trabajo es muy grande! No tienen experiencia de la dignidad que se gana por el trabajo", alertó.

Concretamente, en la Argentina se calcula que por lo menos hay un millón de jóvenes que no estudian ni trabajan, mientras que más del 70% de jubilados, luego de toda una vida de trabajo, deben sobrevivir con poco más de 2000 pesos por mes, situación que los ubica en situación de pobreza.

Al servicio del pueblo
Francisco volvió a demostrar ayer que, actualmente, es el hombre más importante del mundo.  Es la única con capaz de reunir millones de personas, que asisten voluntariamente. Y el poder que está consiguiendo, como máxima autoridad de la Iglesia católica en el planeta,  lo está utilizando para hacer cambios radicales en una institución bimilenaria con el objetivo de acercarla a los que menos tienen.

"Esta civilización excluye a las dos puntas. Ustedes tienen que hacerse valer. Los jóvenes tienen que servir. Luchen por esos valores. Y los viejos, transmitan", sostuvo el Sumo Pontífice al hablar en la catedral San Sebastián ante las delegaciones argentinas que participan aquí de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ).

Ante sus compatriotas, el Papa trazó el programa que pretende darle a su pontificado, fundamentado en el servicio, en no quedarse encerrado en las sacristías y en salir a la calle, a las periferias existenciales, donde hay sufrimiento.

"Las Bienaventuranzas y Mateo 25 (parábola de los talentos y el Juicio Final) les vendrán bien. Este es el protocolo con que nos van a juzgar. No necesitan leer otra cosa", precisó al dar las pautas de acción de la Iglesia.

El Sumo Pontífice sintetizó ese plan en tres pautas: "Hagan el bien, cuiden a los extremos del pueblo y no se dejen excluir. Y no licúen la fe en Jesús".

Asimismo, confesó que "por momentos" se siente "enjaulado" a partir de la nueva responsabilidad de ser el jefe de la Iglesia. "Me da pena que estén enjaulados. Yo por momentos siento 'qué feo es estar enjaulados', se los confieso de corazón. Me hubiera gustado estar más cerca de ustedes, pero comprendo que por cuestiones de orden a veces no se puede", dijo al ver que los jóvenes debían permanecer detrás de las vallas de seguridad.

Al término del encuentro, Francisco bendijo una cruz franciscana de San Damián que le acercaron dos jóvenes y dijo que recorrerá la Argentina, sobre todo los lugares "de dolor y sufrimiento".

Mientras el Papa hablaba, un helicóptero sobrevolaba el templo, ya que este evento fuera de programa y sin la organización oficial de la JMJ, se convirtió en una cuestión de "seguridad nacional" para las autoridades brasileñas.

Un mensaje anticorrupción

El Papa Francisco ayer también alentó a los jóvenes "y a todos" a no perder la esperanza  frente a la corrupción, un mal endémico que carcome a la mayoría de  los países de América Latina, especialmente a la Argentina.

"Queridos jóvenes, ustedes tienen una especial sensibilidad ante la injusticia, pero a menudo se sienten defraudados por los casos de corrupción, por las personas que, en lugar de buscar el bien co-mún, persiguen su propio interés", dijo.

"A ustedes y todos les repito: nunca se desanimen, no pierdan la confianza,  no dejen que la esperanza se apague", añadió.

El Sumo Pontífice caminó entre miles de personas exultantes, saludándolos y conversando con ellos. "No dejemos entrar en nuestra corazón la cultura de lo descartable. Somos hermanos, nadie es descartable", afirmó.