Crimen de Villa Elvira: el homicida guardó silencio

En el hecho, informado en exclusiva por Trama Urbana, murió un joven de 23 años apuñalado en el estómago. Su hermano, también atacado, fue dado de alta

La brutal pelea de anteanoche en Villa Elvira, que dejó como saldo la muerte de un joven de 23 años y a su hermano apuñalado, continúa repercutiendo en el barrio. Los vecinos no pueden entender todavía cómo terminó desarrollándose la trágica historia. Trama Urbana, que adelantó de manera exclusiva el hecho en su edición anterior, recorrió el lugar y se entrevistó con los frentistas, quienes refirieron que las víctimas del sangriento incidente “eran personas trabajadoras”. 

La pelea, como indicó el diario Hoy, se produjo en 76 entre 3 y 4 cerca de las 23 del lunes, cuando los hermanos Soto (Fernando Ariel, de 21 años, y Jonathan, de 33) fueron sorprendidos por un grupo de sujetos, quienes de inmediato y en plena calle comenzaron a increparlos por “problemas de vieja data”, según le comentó un vocero a este medio. De pronto, lo que parecía una riña más fue cobrando intensidad, hasta que todo se desencadenó de la manera más bestial. 

Charcos de sangre

Los  Soto, que aparentemente se encontraban con otros individuos (hasta el momento no identificados), fueron atacados por al menos otros tres. “Los corrieron por toda la cuadra, pobrecitos”, le contó a Trama Urbana un frentista, quien agregó que “la pelea se inició a mitad de cuadra y terminó en la esquina de calle 3, y en todos esos lugares quedó un gran charco de sangre”. 

Los principales damnificados fueron los hermanos, ya que ambos fueron apuñalados en diferentes lugares del cuerpo: el menor de ellos se llevó la peor parte, ya que tenía una herida mortal en el estómago, “debajo de las costillas”, que lo llevó a estado desesperante desde el inicio. El mayor de los dos, en tanto, recibió cortes en una de sus piernas. El principal atacante también sufrió lesiones, aunque no provocadas por el arma blanca, sino de puño, “en la cara y la cabeza”. 

Con la batahola generalizada, los mismos vecinos llamaron al 911 y un móvil del Comando de Patrullas, coordinado por Ricardo Astopini, se hizo presente y constató la gravedad del asunto. Ante la “tardanza de la ambulancia”, cargaron a los Soto al patrullero y los trasladaron al policlínico San Martín. Allí, los médicos poco pudieron hacer por Fernando, quien dejó de respirar poco después, mientras que a Jonathan lo atendieron, lo estabilizaron y luego le dieron el alta, con su vida no corría peligro.

A su vez, el sindicado homicida tuvo que ser derivado también a un centro médico, aunque en su caso fue trasladado al hospital San Juan de Dios. “No podíamos llevarlo al San Martín, porque iba a encontrarse con los familiares de las víctimas y era un riesgo innecesario”, agregó un pesquisa. Al igual que Jonathan, se comprobó que sus lesiones eran leves y de allí lo trasladaron a la comisaría Octava, donde pasó la noche y la madrugada. Ayer, ante el fiscal penal en turno, se negó a declarar por el delito de “homicidio en riña”, y lo cambiaron a la dependencia Sexta. 

Trabajo de campo

Policía Científica y sus pares de la Octava, quienes instruyeron en la causa, caminaron la escena del crimen, en búsqueda de testigos y evidencias. La principal prueba que le juega en contra al aprehendido es un “cuchillo de cocina, un poco más grande que un Tramontina, que tenía entre sus ropas”, con manchas hemáticas y que sería el arma homicida. 

Un solo corte, profundo

“Recibió un solo corte, pero con la profundidad suficiente para desangrarlo por las lesiones internas”, le graficó a este diario un investigador, haciendo referencia a la herida mortal de la que fue víctima Fernando Soto, el joven de 23 años asesinado anteanoche en Villa Elvira. 

Un vecino de la zona, quien pidió no ser identificado debido al temor que causó el hecho, aseguró que conocía al fallecido “desde que era chiquito; era muy bueno, él y su hermano. Siempre vendieron cosas en el barrio”. Sin embargo, no desconoce que tenía antecedentes penales ni que a veces se peleaban con otros muchachos de la zona. “Quizás robaron algo y lo terminaron matando por eso”, teorizó, “pero no tuvo que haberle pasado eso, algo tan sangriento. Con una paliza habría estado bien”.  

Detalló que “pocos acá van a querer contar lo que pasó, porque muchos conocen a los criminales y le tienen miedo. Es gente que suele juntarse en las esquinas de acá. A uno lo apodan El Colorado, de unos 35 años”. 

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