semana del clásico 172
“El clásico 100 fue el que mejor viví y festejé en 1 y 57”
Lo aseguró el nuevo presidente de Estudiantes, Martín Gorostegui, quien en 1985 tenía apenas 10 años y presenció por primera vez en la cancha un triunfo del Pincha ante Gimnasia, luego del regreso del Lobo tras varios años en la B.
Corría el año 1985. Gimnasia acababa de ascender, y por primera vez después de muchos años los equipos de la ciudad de La Plata volvían a enfrentarse. No era un partido más. Era el clásico número 100 de la historia. El partido que reeditaba la rivalidad, la pasión, las chicanas en los barrios, las discusiones en la sobremesa de las familias. El evento deportivo que dividía a la ciudad.
Por aquellos años, ir a la cancha era toda una ceremonia: se empezaba a almorzar antes de las 13, se intentaba comer el postre antes de las 14 y luego, de cada barrio de la ciudad, padres e hijos solían salir con dirección al estadio para llegar temprano y comprar una entrada. Eran tiempos en donde había que hacer la cola con ansiedad sobre las boleterías de calle 1, especulando con que no se agoten y haya un lugar. No existía el canje de bonos, la presentación de carnet o la pulserita que acreditaba un sector determinado de la cancha. Era llegar, sacar la entrada y acomodarte en la popular donde había un lugar.
Abrirse camino entre los tablones, pidiendo permiso o de prepo, y buscar el mejor lugar, aún sabiendo que siempre había alguien que podía meterse adelante y hacer complicada la visión del partido.
Eran clásicos de antología, con el romanticismo de las semillitas y la bolsa de papelitos blancos para tirar cuando salía el equipo, acaso la mayor atracción de los más chiquitos, que en las décadas de 1980 y 1990 veían en esa lluvia de ilusiones lanzadas al viento una parte del espectáculo más colorido de la niñez.
Así fue la previa al primer clásico presencial en 1 y 57 de Martín Gorostegui, hoy el presidente de Estudiantes de La Plata, el club que volverá a organizar un evento de este tipo después de más de 15 años en esta cancha.
Si bien el estadio es nuevo y el partido se dará en el contexto de la pandemia y sin hinchas, para el presidente de 45 años el recuerdo se mantiene vivo en la memoria.
“El clásico que más recuerdo en 1 y 57 fue el clásico 100. Fue el que mejor viví y festejé.
El gol de Bocha Ponce, el festejo del final, y además porque fue mi primer clásico en esa cancha”, recordó ante este diario el actual titular del Pincha.
“Yo tenía 10 años. Todavía recuerdo la adrenalina que sentí ese día. Tenía 10 años y estaba en la ochava de 55 (el codo de la vieja cancha de tablones en la esquina de 1 y 55). La cancha estaba embarrada, era un partido de lluvia”, recordó el presidente del León.
El encuentro se jugó el 15 de septiembre de 1985 en 1 y 57. No solo se recuerda por ser el número 100 sobre un total de 171 que se llevan jugados hasta el momento, sino porque fue el primero después de siete años de ausencias y el primero de la década de 1980 y en democracia.
El Lobo había descendido a la Primera B en 1979 y logró ascender recién a finales de 1984. Además, se puso en juego la Copa Challenger, que la terminó ganando Estudiantes.
El Pincha, que venía de jugar las Copas Libertadores, alistó a Islas (una de las grandes figuras de la tarde); Issa, Agüero, Russo, Herrera; Ronci, Llane, Ponce; Vieta, Iglesias y Gurrieri.
El partido lo ganó Estudiantes por 1 a 0, con un gol de tiro libre de zurda de José Daniel Ponce. El remate al arco se desvió en el jugador Berta y entró al palo izquierdo del arquero Albiazul para que festeje todo el pueblo Pincharrata. “El gol del Bocha Ponce se gritó de una forma impresionante”, detalló la máxima autoridad del León.
Al Pincha lo dirigía Humberto Zucarelli, el padre de Martín Zucarelli, y a Gimnasia Luis Garisto, quien años después iba a dirigir al Pincha en la década de 1990. El Lobo mandó a la cancha a Gustavo Fernández; Luquez, Carlos Russo, Ingrao, Tempesta; Berta, Kuzemca, Andrada, Carrió; Bastía y Ángel Flores.